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Por Raúl Hernández Lima
LEVANTÉ la cabeza y en lo más alto de la empinada escalera que conduce de la acera al portal de su casa apareció imponente, magnánimo...
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NORBERTO Téllez se enamoró por primera vez cuando descubrió el atletismo. Vio a Alberto Juantorena correr en aquel famoso relevo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982 y no tardó en decidir lo que quería hacer en la vida.
Tantos años después esa imagen permanece en su memoria. Quedó prendado del paso con que aquel hombre devoraba la pista, sin saber que décadas después el público también aplaudiría sus llegadas a la meta.
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EN 1973 comenzó a practicar karate do informalmente. Estudiaba en el hoy Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Vladímir Ilich Lenin, en esta capital.
«Lo hacía a través de los escasos folletos disponibles y con un amigo al que un familiar le había enseñado algo. También veíamos una y otra vez las películas que trataban ese deporte...»
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HABLAR de ajedrez con Reynaldo Vera implica ir más allá del juego y su estrategia, significa adentrarse en un mundo fascinante del que mucho sabe y comenzar a apreciarlo con otros ojos.
Matancero de nacimiento y universal por el título de Gran Maestro (GM), Vera trascendió pronto la condición de jugador. De ello habla su labor como entrenador con categoría sénior de la Federación Internacional de Ajedrez (Fide) y la autoría de varios libros. Pero es, por sobre todas esas cosas, un hombre inteligente.
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MILEYSI Argentel Quintana nació para jugar hockey sobre césped. Lo confirman varios lustros como atleta y su actual entrega como jefa del colectivo de entrenadores de la selección élite femenina.
En eso, sin duda, influyó mucho residir cerca de la Escuela Nacional de Hockey sobre Césped Antonio Maceo, ubicada en el capitalino municipio de Boyeros.
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JOEL Lamela Luaces conoció el atletismo con solo 10 años de edad, sin sospechar que un día su nombre estaría en el lugar de privilegio reservado a los medallistas olímpicos.
Correr junto a los amigos por las calles de Lugareño, en su natal Camagüey, se convirtió en obsesión. El salto con pértiga lo trajo por primera vez a La Habana, ciudad que adora, pero gracias a su velocidad “sacó” pasaje definitivo hacia la gloria.
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