|
JOSÉ Gastón Ibáñez Gómez no tiene en su palmarés las medallas olímpicas y mundiales de otros judocas cubanos, pero atesora tres doradas en juegos centroamericanos y del Caribe, las cuales están entre las más preciadas de su exitosa carrera.
Solo su compatriota Isaac Azcuy le supera en ese indicador, por un título, en tanto Frank Moreno, Juan Ferrer Lahera, Israel Hernández, Yordanis Arencibia y el venezolano Javier Guédez igualan su hazaña.
VER MÁS
|
|
|
LEONARDO Cárdenas Perera es un referente obligatorio cuando se habla del softbol en Cuba. Oriundo de Caibarién, en Villa Clara, fue un atleta excepcional que militó durante dos décadas en la selección nacional.
Para muchos especialistas ha sido el mejor torpedero cubano de todos los tiempos, posición que “compartió” con la de capitán de nuestro conjunto élite en los años dorados de esta disciplina en la Isla.
VER MÁS
|
|
|
SU PALMARÉS podrá parecer discreto, pero en más de dos décadas como timonel acumula loables resultados, válidos para despertar la sana envidia de muchos amantes del deporte de los remos.
En su figura de 1,48 metros y 55 kilogramos de peso hay una gran reserva de inteligencia y coraje, que le permiten exigir a hombres más jóvenes, con casi dos metros de estatura y una fuerza descomunal confirmada en la velocidad que le imprimen a los botes.
VER MÁS
|
|
|
CUANDO adolescente quizás este santiaguero soñó ser como Sergio “Pipián” Martínez u otro de los grandes de la década del 60, pues ya a los 13 años abrazó el ciclismo en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) de Holguín.
En los cursos siguientes —1970 y 1971— participó en las ediciones ocho y nueve de los Juegos Escolares Nacionales con la delegación del antiguo territorio de Oriente.
VER MÁS
|
|
|
CON ELLA concluyó la etapa dorada del baloncesto para féminas en Cuba.
Se retiró tras sus terceros juegos olímpicos, en Sydney 2000, cuando ya sumaba 19 años en la selección nacional, 15 de ellos como capitana.
VER MÁS
|
|
|
LA MAYORÍA de los seguidores del deporte cubano recuerda como si fuera hoy aquella medalla de bronce del relevo 4×100 en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, sobre todo por la entrada a la meta de un hombre más bien bajo para ser velocista.
Sin embargo, casi 26 años después muy pocos reconocerían por la calle a Jorge Luis Aguilera Ruiz, a quien no le queda nada de aquel pelo oscuro y el poblado bigote, pero sí los mismos deseos de triunfo y de aportar desde su función a un atletismo que es parte indisoluble de su vida.
VER MÁS
|
|