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ESTA fue una entrevista atípica. La discóbola campeona olímpica en Barcelona´92 Maritza Martén trabaja desde hace un tiempo como entrenadora en Antigua y Barbuda, y aunque accedió gustosa al intercambio fue necesario acudir al “frío” correo electrónico.
Sin embargo, casi se convirtió en una conversación, porque Maritza no se limitó a responder cada pregunta a “secas”, e insertó comentarios como si estuviéramos cara a cara.
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«DE CIEGO de Ávila, de Camagüey, de Cuba y para el mundo», se define Yandro Quintana Rivalta parafraseando a un conocido comentarista deportivo.
Uno de los mejores luchadores cubanos de todos los tiempos enfrenta el diálogo periodístico con palabras fluidas, sin miedo al micrófono pero inquieto, y asegura sentir añoranza por los tiempos en que lucía sus tackles y desbalances sobre los colchones.
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A LOS 52 años de edad Julio Quintana es uno de los pocos árbitros cubanos con categoría de Tres Estrellas de la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA).
Medallista mundial, monarca centroamericano, varias veces laureados en otros certámenes extrafronteras e igualmente dueño de premios domésticos, fue parte de una época dorada que le acogió 12 años en el concentrado élite de la isla.
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DE PERSONALIDAD sugestiva, Orlando Cowley tiene para escribir una atrayente biografía que bien podría partir de su labor como atacante del equipo Cuba de polo acuático, con el cual fulguró en la década del 70.
Hombre rana, paracaidista, tropas especiales y diplomático son algunos de los quehaceres que cumplió luego de formarse en el deporte, especialmente el bien llamado de la bola mojada.
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FUE la mujer más sobresaliente en aquellos primeros años del atletismo revolucionario cubano, cuando mostró su clase en pistas olímpicas y celebró premios panamericanos y centroamericanos en la velocidad.
Miguelina Cobián ya cumplió 73 abriles vividos intensamente, pero conserva con tal claridad algunos de esos pasajes que regala el placer de disfrutarlos a través de un verbo fácil y gestos propios que parecen resultar de emociones recientes.
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LLEGÓ “viejo” al pugilismo, porque tenía 18 años cuando visitó por primera vez el área donde se inició a las órdenes de Eleodoro “El Duque” Estable.
“En realidad no pensé ser boxeador desde un primer momento, pero tenía hermanos mayores a quienes sí les gustaba, y terminé embullándome”, recordó Rogelio Marcelo Martínez en diálogo con JIT.
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