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SU PASO por el taekwondo, arte marcial de origen coreano, dejó huellas que la hacen excepcional.
Se llama Nidia Muñoz Alemán y celebró 15 peleas en certámenes internacionales, de las cuales ganó nueve en igual cantidad de torneos y en las divisiones de 53, 57, 62 y 67 kilogramos.
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JORGE Luis Alfaro Quiñones ha sido el atleta cubano de mayor estatura entre los dedicados al salto de altura. Se ufana con razón de haber poseído los récords nacionales juvenil y de mayores al mismo tiempo, aunque sabe que le faltó dedicación.
No se entregó a fondo cuando debía y ahora le pesa, al mirar su carrera con la madurez de casi 59 años de edad. No obstante entender que pudo obtener mejores resultados, es un hombre satisfecho en lo deportivo.
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ACUNADA por conocedores del deporte, aplaudida en todos los escenarios en que paseó su técnica y fuerza, Driulis González Morales será recordada siempre como la judoca total.
Aunque se retiró oficialmente en 2010, todavía figura como la única cubana con cinco participaciones olímpicas, en las cuales cosechó cuatro medallas: oro en Atlanta 1996, plata en Sídney 2000 y bronce en Barcelona 1992 y Atenas 2004.
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NO IMAGINA su vida sin el voleibol. A ese deporte se ha consagrado desde los 13 años de edad, cuando ingresó a la Eide Rubén Martínez Villena, de la capital. Su desempeño lo llevó a los equipos nacionales de sala y playa, y luego a la posición de entrenador.
Osvaldo Abreu Archer, gloria de la disciplina en la Isla, posee vasta experiencia en ambas modalidades y desde el año 2020 regresó al colectivo técnico del equipo femenino de playa, empeñado en abrirse paso a los Juegos Olímpicos de Tokio.
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SER PIONERO implica arrojo, perseverancia e inteligencia. De ello está dotado Reinaldo Ros Chibas, quien a los 46 años de edad siente el taekwondo como mismo lo hacía un cuarto de siglo atrás, cuando escaló el podio de los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995, en Argentina.
«Todo comenzó por embullo, debido a las películas de artes marciales que veíamos en el cine y la televisión en la década de los años 80», dice Piqui, como le llaman en su natal municipio de Playa y dentro de la familia internacional de este deporte.
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VIVIR a escasos metros del mar marcó definitivamente a Raisa Suárez Machado. Aprender a nadar desde pequeña condicionó su acercamiento al nado sincronizado, ahora denominado natación artística por esa unión entre arte y deporte.
A la piscina de su natal Guanabo llegó siendo una niña y buscando, como casi todos, algo de entretenimiento. No podía sospechar que empezaba a forjar una trayectoria de más de tres lustros en la selección élite cubana.
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