La Habana.- LA MAYOR consecuencia de la victoria del Barcelona sobre el Real Madrid este domingo en el Camp Nou no será, por más que hiera orgullos, perder un clásico, la derrota moral.
Ni siquiera el resultado puede desanimar más a los unos o alentar más a los otros que la significación práctica que encierra la distancia de 12 puntos de los blaugranas sobre sus rivales en la clasificación general de La Liga.
Si se tiene en cuenta que apenas restan 12 jornadas, la empresa para los madridistas no es otra que contar por victorias cada uno de los partidos restantes y esperar que el Barça caiga hasta cuatro veces en lo que resta de temporada.
Lo anterior es posible más en lo numérico que en lo práctico, es decir, si bien la posibilidad existe la probabilidad de que ello suceda es muy baja.
Nadie es campeón en marzo, reza la sabiduría popular cuando se habla de la competición futbolística española, mas solo una debacle de envergadura mayor propiciará un desenlace distinto a que los culés levanten su trofeo número 27 al final de la temporada.
Habrá quien se aferre a la posibilidad y tire de la calculadora, y hasta tenga en cuenta que el global entre ambos equipos favorece a los de la capital eapañola atendiendo a que el 2-1 de este domingo es menor que el 3-1 de los blancos en la ida.
Pero el análisis demanda una mirada a los momentos de ambos equipos: el de Xavi Hernández eliminado de competiciones europeas y atado al torneo doméstico como tabla de salvación para una temporada con más de un altibajo y muchas dudas.
Por otro lado, un Real Madrid vivo en la Uefa Champions League, su competición fetiche, y obligado a quemar las naves allí por el escaso fondo de armario en su plantilla.
Quizá puede mirarse a que los de la Ciudad Condal solventan con poco victorias en las que pulula el 1-0 como resultado final, mas eso no devuelve puntos a los rivales ni los resta a los barcelonistas, que en contingencia o sin esa se las arreglan para ganar.
Aquí no valen miradas al estilo o los gustos, la praxis suele asentarse con contundencia y ahí está la estadística que demuestra la dificultad de los perseguidores y la ventaja propia: de los 36 puntos en juego, el Barça debería perder 12, un tercio nada menos.
Adelantarse a un acontecimiento sin vacilar, sin miramientos a lo posible, no siempre es lo más aconsejable para quienes analizan y vaticinan, o tal vez no es lo más cómodo y seguro.
Ahora... ¿Quién puede, por otra parte, resistirse a sentenciar que este clásico ganado por el Barcelona bien vale una liga entera?
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