La Habana.- LA CELEBRACIÓN cada 20 de julio del Día Internacional de Ajedrez se erige como un justo reconocimiento a la relevancia de un deporte que trasciende fronteras, idiomas, prejuicios raciales, para fomentar como pocos el intelecto.
Las batallas desplegadas sobre las 64 casillas del tablero desatan una pasión sin límites, más allá de quienes se sienten en los extremos del tablero y de sus respectivas edades.
La fecha rememora el día fundacional de la Federación Internacional de Ajedrez (Fide, por sus siglas en francés), que vio la luz en París en 1924. Y aunque entonces menos de una veintena de países se involucraron en la aventura –la mayoría europeos–, un siglo después las naciones afiliadas llegan hasta la cifra de 195.
Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 600 millones de adultos practican actualmente este deporte de manera regular, ya sea a nivel competitivo oficial o como simple entretenimiento.
Ese dato no incluye a los millones de niños y jóvenes que de manera creciente se vinculan con el Juego Ciencia, considerado por la mayoría de los expertos como imprescindible para la formación de la personalidad, y con capacidad para impulsar el desarrollo del pensamiento lógico, el razonamiento y la perseverancia.
Cuba ha sido un referente histórico de este deporte, una tierra que presume con orgullo haber sido la cuna del único campeón mundial absoluto nacido en Latinoamérica.
El genial José Raúl Capablanca, dueño del tercer reinado universal, tercer jugador de la historia en poseer ese reinado, ha sido desde entonces la mejor fuente de inspiración para un país pequeño, y que ha dejado huellas en el panorama ajedrecístico.
Cientos de grandes maestros y titulaciones internacionales, han edificados sus carreras en una Isla capaz de organizar una olimpiada mundial (1966) y protagonista del récord de una de las simultáneas más concurridas de la historia.
La estrategia para mantener la tradición descansa en las escuelas para niños talentos, diseminadas a lo largo de todo el archipiélago, con la guía del capitalino Centro de Estudios del Ajedrez Isla, dirigido por Vivian Ramón, primera mujer de Iberoamericana que alcanzó el título de Gran Maestra.
Sobran entonces en el país motivaciones para celebrar la efemérides con diversas actividades, desde la proyección para las más jóvenes generaciones de una copia restaurada del dedicado a la icónica figura de Capablanca, hasta la convocatoria en todas las provincias de torneos y simultáneas.
«Es la mejor celebración que podemos hacer. Recordar a Capablanca y mostrar su grandeza a los jóvenes jugadores», aseveró Carlos Rivero, presidente de la Federación Cubana de Ajedrez.
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