Asunción.- A PRIMERA vista, cualquiera pudiera pensar que Rosalicia Domínguez ha llegado a esta ciudad para competir en gimnasia o algún otro deporte en los que resulta habitual ver muchachas delgadas y esbeltas.
Sin embargo, esa apreciación termina completamente alejada de la realidad. Ella ha viajado desde Cuba para concursar en la justa de tiro con arco de los II Juegos Panamericanos Júnior, que subirá sus cortinas el próximo sábado.
Por estatura sobresale entre las otras concursantes en el arco compuesto, y supera incluso la de algunos varones presentes en el campamento de entrenamiento organizado por estos días como antesala del segmento competitivo.
«Agradezco a la vida que me hizo “flaquita”, pero fuerte», aclara la santiaguera de 20 años de edad, enamorada confesa de su deporte y siempre sonriente mientras comparte con JIT sus sueños y expectativas en torno a la que será apenas su tercera oportunidad de competir a nivel internacional.
«No me he propuesto superar una meta específica, solo espero que todo fluya, sin presiones… como si fuera un entrenamiento y espero disfrutarlo», expone con la misma tranquilidad con que se le ve levantar el arco para disparar sus flechas hacia la diana situada a 50 metros.
En su poder está el récord nacional absoluto para una ronda de clasificación o doble vuelta –como también se conoce esta fase-, fijado en 681 puntos cuando en Argentina aseguró su presencia en la lid continental para juveniles, aunque ha logrado superar la marca fuera de competencia.
«Lo mío con el arco compuesto fue un amor a primera vista. Desde los 10 años me vinculé al deporte, pero hace solo poco más de uno que me cambié de especialidad», cuenta sobre una decisión que le ha regalado muchos momentos felices una vez superados los temores iniciales.
«Lo que más me motivó para el cambio fue la novedad… lo veía como algo que no conocía bien y me interesó la posibilidad de poder dominarlo.
»Me hablaron de los detalles, de lo diferente que iba a ser por las particularidades de este evento. Y aunque tenía miedo de que no me gustara, o de que no me fuera a ir bien, lo hice. Ahora puedo decir que descubrí mi mayor pasión», rememora.
Variar la manera de manejar el arco y adaptarse a elementos técnico-tácticos nuevos representó parte fundamental del proceso que asumió con absoluta responsabilidad.
«Siempre he sido muy fuerte físicamente, pero me sentía algo contraída en el recurvo. No siempre me fluía el disparo como debía ser y eso me tensionaba mucho», explica con el mismo desenfado con que, instantes antes, se paró en la línea de disparos para ejecutar el ejercicio planificado.
«Afortunadamente, tenía alineación y ese es uno aspecto clave para conseguir buenos resultados en el tiro con arco en general. Trabajaba en base a mejorar otros aspectos menos favorables, pero no lo lograba completamente. Al pasar al compuesto me di cuenta de que aquello que parecían “defectos” en el recurvo, me ayudan ahora en el compuesto», añade.
A todas luces, a Rosalicia le acompaña el ímpetu y los deseos de mejorar con cada flecha que vuela, pero también una naturalidad poco habitual a su edad, un don que le puede facilitar ahora sus disparos hacia el centro de la diana.
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