San Salvador.- DECIR que los cubanos se despidieron con dos medallas de bronce de la arquería de los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe sería demasiado superficial. Lo sucedido hoy en el campo de tiro de Ciudad Merliot, en esta urbe, merece mayor relevancia.

Hugo Franco y Maydenia Sarduy, la dupla de la Isla en la lid mixta de arco recurvo, cumplieron su cometido sin demasiados contratiempos. Despacharon 5-1 a la representación puertorriqueña para sumar el primer botín de la jornada.

La atención se trasladó entonces hacia Hugo, quien debía volver a la línea de tiro para enfrentarse al mexicano Caleb Urbina, también con el metal bronceado en juego.

Apenas dos minutos antes del llamado a ocupar los puestos, el ambiente se tensó como la cuerda de un arco, pues se quebró una de las alas del implemento utilizado por el cubano.

Rostros de alarma aparecieron en medio del lógico desconcierto. Arqueros y entrenadores de la Isla se volcaron en la búsqueda de soluciones para el desafortunado suceso, la cual llegó en un bonito gesto de camaradería deportiva.

No tardó el colombiano Jorge Enríquez, que poco después estaría en la disputa por el cetro, en brindar a Hugo parte de su equipamiento de repuesto para que pudiera salir a disparar sus flechas.

Sin embargo, tras ese alivio llegaron otras incertidumbres y prisas, pues el cubano debía asumir un crucial duelo con un arco que, dadas las circunstancias, sufrió cambios en cuanto a flexibilidad, calibrado y otros detalles.

«Tuve que sacarme todos los nervios. Creo que es el partido que más tranquilo he tirado. Ya había un factor externo, la rotura del arco, y eso me hizo enfrentar la competencia de otra manera», aseguró Hugo, lejos de toda presión y con su medalla al cuello.

Las cosas no comenzaron muy bien. Cedió los dos primeros sets. No obstante, esas tiradas fueron claves para la adaptación al reconfigurado implemento y para salir a cambiar la historia.

Llegaron entonces los disparos al centro de la diana, la igualdad en el duelo y el remate espectacular, sellado con una flecha de desempate.

El pinareño sonrió, sus compañeros deliraron y el entrenador Reiter Téllez apenas atinaba a reaccionar. Su alumno había ganado una medalla de bronce con olor a café y sabor a oro.

«Complejo enfrentarse a una cosa así, el quiebre del arco antes de la competencia. Ha sido como si se abriese el cielo y apareciera un compañero que iba a discutir el oro para prestarme su equipación y poder competir. Ha sido lo máximo», confesó Hugo emocionado por lo sucedido.

«Eso fue algo intuitivo, estar en ese lugar y en ese momento. Él venía muy bien en la competencia y no podía perder la oportunidad de luchar por su medalla», comentó el colombiano Enríquez, a quien los cubanos le agradecerán infinitamente el gesto.

Enríquez quedó con medalla de plata al caer 0-6 frente a Nicholas D´Amour, de Islas Vírgenes Estadounidenses, sin duda el gran favorito al trono teniendo en cuenta su ubicación en el puesto 10 del ranking mundial y los premios en copas del orbe y otros certámenes de primer nivel.

Los dos premios más recientes se juntan con una medalla del mismo color ganada en el evento por equipos de hombres. A la alegría se suman también las demostraciones de los debutantes Juan José Santiesteban y Javier Vega, cuya inclusión en el equipo terminó siendo un gran acierto.

«Ahora debemos pensar en los panamericanos que serán más fuertes», adelantó Reiter, quien repite una palabra para describir lo que todos sienten: felicidad.

Entre mujeres no se pudo alcanzar medalla como equipo. En lo individual, Maydenia avanzó hasta cuartos de final, etapa en que cedió ante la mexicana Alejandra Valencia, a la postre campeona del evento.

Los arqueros cubanos regresarán a casa con tres medallas y repletos de sueños, como recompensa al esfuerzo. Siempre se necesitarán análisis, pero ahora disfrutan con la certeza de que las metas cumplidas valen doble cuando vienen acompañadas de sucesos extraordinarios.

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