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Toronto.- ELLOS saben que el protagonismo mediático les está casi vedado.

Y es lógico, porque atletas y entrenadores constituyen la cara visible desde los escenarios competitivos.

Pero sin sus aportes sería imposible responder a la dinámica de un evento como los Juegos Panamericanos acogidos por esta bonita urbe.

Tienen el “cuartel general” en la villa y se llaman Pablo, Luis, Wilmer, Eduardo, Mayito, Esperanza Arnaldo. Eso no importa.

Llevan sobre sus hombros los servicios médicos, tanto en el recinto como en las instalaciones, aseguran la logística y coordinan las entradas y salidas según el cronograma de vuelos.

Chequean la transportación interna, siguen y procesan estadísticamente lo que sucede en las instalaciones para poner la información en manos de técnicos y directivos aquí y en La Habana.

Están en contacto con las autoridades de la lid para satisfacer las demandas de competidores y sus colectivos...

Duermen muy poco para que estos se preparen, concursen y descansen a gusto.

Gestionan el enlace con las líneas aéreas, el funcionamiento del puesto de servicios médicos y los tratamientos indicados, o la adquisición de un implemento.

Todos conforman una pieza clave en el engranaje al mando de una jefatura que igualmente cuenta con delegados, personal de apoyo y reporteros, porque la delegación es única.

Y todos cuentan para que los encargados de concretar la aspiración colectiva puedan concentrarse en la misión asignada.