La Habana.- VICENTE Osorio Vizcaíno tenía solo 15 años y pesaba unas 120 libras cuando decidió escabullirse cual polizón dentro del gimnasio que administraba Héctor Ilisástigui Dupuy, con el objetivo de demostrarse a sí mismo, que podía levantar pesas.
«Pensaba que nadie me veía. Fui hasta la barra rústica que estaba en el piso y adopté la posición de arranque, sin sospechar que Héctor me miraba a través de un espejo mientras se peinaba», narra emocionado por los recuerdos.
«Me preguntó si podía levantar aquello, armado con unos 122 kilos, y ante mi respuesta positiva, me convidó a alzarla. Salió un arranque perfecto», rememora.
Ilisástigui Dupuy no dudó en invitar al atrevido muchacho a entrenar con él, y así comenzaba en su natal Guantánamo, la carrera entre palanquetas.
«En mi provincia no hice historia en las pesas, mi carrera despuntó en Camagüey. Logré integrar el equipo Cuba a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Jamaica, en 1962, y al convertirme en campeón nacional en el 64, me llevan también a la cita regional de Puerto Rico 1966», explica.
En el histórico certamen, recordado de manera especial porque la delegación cubana viajó a tierras boricuas en el buque Cerro Pelado, Vicente alcanzó una medalla de bronce en la división de 75 kg, aunque iba para competir en la de 65.
«No podíamos participar tres en una misma división, entonces se decidió subirme de categoría, porque era el que más posibilidades tenía de escalar el podio en los 75. Al final la estrategia funcionó. Mis compañeros consiguieron el oro y la plata en 65 kg y yo fui bronce», detalla.
Para para este guantanamero de nacimiento y camagüeyano de corazón, la vida sobre las plataformas no fue tan prolífera como su trabajo desde el otro lado de ellas.
Un curso de entrenador deportivo en el Instituto Superior de Cultura Física de Georgia, en aquel entonces perteneciente a la Unión Soviética, lo especializó en esa área.
«A mi regreso a Cuba fungí como atleta y entrenador a la vez. Contribuí al desarrollo de las pesas en Camagüey. No se conocía el deporte y por medio de exhibiciones y charlas se pudo insertar la disciplina en el gusto popular», comenta Vicente.
Dicha labor, al abandonar el deporte activo, lo llevó a desempeñar distintos cargos en la Ciudad de los Tinajones. Fue director de deportes del municipio cabecera, y provincial un tiempo después.
No pasó mucho hasta que lo llamaron a integrar la comisión nacional como su máximo líder.
Osorio Vizcaíno prestó además servicio técnico en México con muy buenos resultados. Durante su vida laboral colaboró en países como Costa Rica, Guatemala y República Dominicana.
«Estoy jubilado hace 12 años. Actualmente permanezco al frente del comité de atención a atletas en las pesas e integro una comisión disciplinaria que funciona en el equipo nacional. Me mantengo vinculado al deporte y seguiré, hasta que la vida me lo permita», asegura.
A sus 84 años, Vicente se manifiesta satisfecho de sus conquistas personales, que incluye el reconocimiento que le hiciera la Federación Panamericana de Levantamiento de Pesas, durante el pasado torneo continental juvenil, celebrado en La Habana.
Igualmente se muestra orgulloso de los logros actuales de las pesas cubanas. «Creo que ahora hay un nuevo despegue de nuestro deporte. Veo condiciones técnicas muy buenas, magníficos entrenadores, hay talento y muchas posibilidades de regresar a esos días de gloria que vivimos antaño», aseveró Osorio Vizcaíno.
A pesar de su pasado como “forzudo”, le sigue apasionando el arte de enseñar, una preferencia que agradece a hombres como Héctor Ilisástigui y Marcelino del Frade, a quienes guarda en la memoria como sus mejores maestros.
Por eso sus consejos de experimentado profesor es para quienes cumplen la misión de hacer campeones.
«Para ser un buen entrenador hay que dedicarse, estudiar metodología y técnica, tener visión para captar, paciencia para enamorar a los muchachos a que vengan a practicar. Hay que educar, guiar, trabajar incansablemente, pero lo que no nos puede faltar es amor por el deporte», concluyó.
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