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ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
CUBANOS EN VENEZUELA
Nivardo: una vida boxeando

Concluida su misión acá regresa a Pinar del Río para afrontar nuevas tareas.


Por: Rudens Tembrás Arcia
(jit@inder.gob.cu)
martes, 24 de abril de 2018 11:49 AM



Foto: JIT

Caracas.- ESTA fue una entrevista en medio de despedidas y del ajetreo de hacer las maletas. Tras 26 meses de intensa labor ha llegado el anhelado momento de volver a la Patria, a la casa, a la familia, de hacer realidad esa idea fija que ronda siempre al colaborador cubano.

El pinareño Pedro Nivardo Pacheco Duarte, de 64 años de edad, ha culminado su tarea como coordinador nacional de asistencia técnica para el deporte. Su relevo arribó de La Habana hace dos semanas, se cumplimentó la entrega en tiempo récord y ya recibió los reconocimientos correspondientes por sus méritos y entrega.

Ahora, sentado frente a mí en una silenciosa oficina de la Misión Deportiva Cubana en Venezuela, responde preguntas y nos descubre una historia de vida apasionante.

¿Siempre le interesó el boxeo?

Desde pequeño, aunque también practiqué gimnástica.

¿Fue un buen fajador?

No mucho, esa es la verdad.

¿Entonces?

Toda mi vida ha estado literalmente vinculada al deporte, primero como practicante y luego en funciones de profesor de boxeo. De eso me gradué en una escuela anexa creada en la ESEF Manuel Fajardo de Pinar del Río en 1969.

Cuentan que lo dejaron de profesor apenas recibió el título…

Asimismo. Hizo falta debido a que el boxeo era una asignatura regular del programa, así que cumplí el servicio social allí mismo.

¿Y después?

La provincia me reclamó y fui a parar a Minas de Matahambre, para enseñar boxeo, pero al poco tiempo me trasladaron con igual fin hacia la ESPA de Artemisa. Y nueve meses después me nombraron comisionado del deporte en Pinar.

Esa función la cumplió hasta 1980, pero con una interrupción de fuerza mayor…

En 1976 viajé a Angola como soldado. Cubrí la retaguardia desde Luanda y por todo el sur. Participé en el primer escalón de defensa de Cunene, abriendo trincheras de tierra.

Ese año se organizó el Torneo Internacional de Boxeo Giraldo Córdova Cardín en su provincia, pero usted no estaba allí…

Antes, a la provincia que ganaba la sede del 26 de julio se le otorgaba el Cardín del Boxeo. Y así fue esa vez. En aquel evento participaron fajadores de 18 países, fue una fiesta deportiva muy bien organizada. En el Congresillo Técnico, Teófilo Stevenson leyó una carta de reconocimiento que me enviaron hacia Angola, y además tuvieron la gentileza de invitar a mis padres a las jornadas de competencia.

Regresó vivo de Angola…

Enterito, así que reasumí mis funciones de comisionado hasta que en 1980 se crean las secciones de deportes y asumí la dirección de la de combate y apreciación. En el boxeo y en aquel nuevo rol siempre tuve el apoyo de compañeros muy preparados, disciplinados y leales, la mayoría con más edad que yo.

Once años más tarde…

Desaparecen las secciones y pasé a ser el jefe del departamento de programación deportiva hasta el 2011.

Pero esa historia no ocurrió tan lineal así. ¿Qué pasó en Filipinas, Barcelona, Trinidad y Tobago y Atlanta?  

Sucesos tremendos, algunos incluso obras de la casualidad y la fortuna. Te cuento: en 1989 viajé a Filipinas para fungir como entrenador de boxeo de su equipo nacional. Trabajé dos años y tuve la satisfacción de que Roel Velazco asistiera a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y conquistara la medalla de bronce.

Después, en 1996, fui a Trinidad y Tobago con el objetivo de impartir un Curso de Solidaridad Olímpica. Aquello duraba tres meses y solo tenía actividades los sábados y domingos.

Entonces me fijé en un púgil de indudables condiciones llamado Kirts Sineth (71 kg) y le pedí a la federación local que me dejara prepararlo. Se asombraron y preguntaron si debían pagarme, a lo cual respondí negativamente.

Todavía quedaba un evento preolímpico en Halifax, Canadá, y como Cuba ya había asegurado a todos sus hombres existían más posibilidades de clasificación. Lo preparé en los fundamentos básicos y el muchacho avanzó notablemente.

Viajamos a Halifax y el chico, suerte de por medio, se anotó en los Juegos de Atlanta. Recuerdo que salió libre en la primera ronda y luego derrotó a un rival de Islas Vírgenes y a otro de Barbados. En la final cayó ante el anfitrión, pero ambos ya estaban seguros.

Así accedió a los llamados Juegos del Centenario…

Aquel resultado fue un suceso en Trinidad y Tobago, al punto de que la federación local hizo los trámites oficiales para contratarme hasta que concluyeran los juegos olímpicos. Sineth se presentó allá con una victoria inicial y más tarde perdió por decisión ante un ruso. Tiempo después pasó al profesionalismo. Tenía condiciones…

No me ha dicho que Atlanta fue la puerta hacia Malasia…

Es verdad. En medio de los Juegos me contactó el viceministro del interior de Malasia… ¡Imagínese! Me pidió ir a trabajar allá con vistas a los Juegos de la Commonwealth, que se celebrarían en Kuala Lumpur en 1998.

Se formalizó el contrato y partí con grandes expectativas, las cuales hice realidad, pues el equipo malayo alcanzó dos títulos, dos medallas de plata y una de bronce.

Regresó a Pinar y laboró varios años antes de volver al ruedo internacional…  

En el año 2006 nos llamaron para ir a China, de cara a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, pero no se dio. Entonces me enviaron a Islas Seychelles, para entrenar al equipo nacional de ese país y como asesor del Ministerio de Deportes. Sucedió que mi padre enfermó en el 2009 y regresé de inmediato.

Entre 2011 y 2016 asumió la subdirección de actividades deportivas de la provincia, un periodo de logros innegables…

Logramos colocar a Pinar en el cuarto lugar integral del país, por delante de territorios poderosos y de tradición. Además festejamos muchos campeones y medallistas panamericanos y olímpicos.

Todo en la vida depende de la conciencia, del conocimiento y la responsabilidad con que se asume una tarea. Pinar tiene gente muy trabajadora y la estrategia ha sido priorizar aquello donde existan reales potencialidades de éxito, tanto atletas como entrenadores. Lo otro ha sido el apoyo material, político y humano de las autoridades principales y las organizaciones.

Y así llegaste a Venezuela…

Exacto, y con la tarea de asesorar técnica y metodológicamente al Ministerio del Poder Popular para la Juventud y el Deporte, y al Instituto Nacional de Deportes. También a las Unidades Estudiantiles de Talentos Deportivos (UETD) de los 24 estados de la nación, a los equipos nacionales, a la brigada médica cubana y a la UETD Nacional Antonio José de Sucre, del Táchira.   

¿Cómo? ¿Por dónde empezar?

La primera meta fue estrechar relaciones con la contraparte venezolana a la que debíamos asesorar, crear confianza y credibilidad para avanzar en pos del objetivo esencial que sigue en pie: convertir a este país en una potencia deportiva regional y mundial.

Perfilamos el trabajo y logramos algunos efectos importantes, como que en boxeo, atletismo, voleibol, lucha, gimnasia artística y canotaje ya hay cubanos como entrenadores principales.

Ya he dialogado con varios acá…

Seguro te contaron de los esfuerzos realizados para que asistan a los eventos nacionales e internacionales con los atletas que preparan, un tema en que debe trabajarse más, pero hay avances. Eso repercute en su motivación y preparación.

Hábleme de las labores organizativas…

Hacemos un análisis permanente del trabajo de nuestros entrenadores, y exigimos las evaluaciones de los avances de sus atletas y equipos. En las reuniones nacionales de la ruta olímpica se discuten los elementos técnicos, tácticos y físicos fundamentales, así como los planes de entrenamiento. Antes se hablaba demasiado de viajes al exterior.       

¿Por cuáles senderos ha marchado la asesoría?

La confianza ganada nos ha permitido sugerir temas esenciales a la parte venezolana, como la necesidad de establecer prioridades en la estrategia de trabajo, máxime ahora que los recursos no sobran.

También hemos insistido en que Venezuela posee una infraestructura amplia y condiciones geográficas y climáticas muy diversas. Eso favorece establecer centros nacionales de alto rendimiento en varios puntos del país y hasta uno para trabajar en condiciones de altura, pues Mérida lo permitiría.

Lo otro es repensar las nociones sobre la reserva deportiva, sobre todo en las UETD, escuelas devenidas mixtas porque todos los estudiantes no practican el deporte. Eso afecta la dinámica de los centros, en muchos de los cuales tampoco hay condiciones para el internamiento, así que decenas de talentos de los municipios se pierden por el camino.

Dicen que le dio la vuelta a Venezuela…

Junto a los metodólogos de la dirección nacional visitamos los estados del país, y en cada uno me reunía con todos los colaboradores para evaluar no solo las cuestiones del alto rendimiento, sino también la disciplina y actitud ante el trabajo, la seguridad, la alimentación, las condiciones de vida y otros temas relacionados con nuestros deberes acá.

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