Pinar del Río.- EL TREN de la Victoria parece el título de una aventura épica o la evocación de un suceso histórico vinculado con ese medio de transporte. Sin embargo, aquí tiene un sentido tan práctico como actual.

Si entendemos que no hay mejor acto para el desarrollo deportivo que competir, entonces en la confrontación constante puede encontrarse la superación.

Eso piensan los encargados del balonmano en esta occidental provincia, quienes desde hace muchos años encontraron una solución a las dificultades con la transportación y el hospedaje, y decidieron competir constantemente y en todas las categorías.

Ahí es donde el tren toma su importancia vital en esta historia, pues gracias a su servicio y la peculiar geografía pinareña se puede jugar balonmano cada fin de semana.

Pinar del Río cuenta con 11 municipios luego de la última división político-administrativa. Excepto tres, el resto está atravesado por el ferrocarril, que llega a la capital provincial todas las mañanas desde el este y el oeste.

Cada sábado, el andén de la ciudad capital se llena de niños, jóvenes y adultos, practicantes, entrenadores y familiares que llegan desde todas partes a participar en la fiesta del balonmano en esta provincia.

Cada jornada sabatina es una maratón competitiva en que se enfrentan equipos de todos los municipios y categorías, en ambos sexos, hasta que en la tarde parten nuevamente a sus lugares de origen.

«Esa iniciativa de los compañeros del balonmano facilita la competición constante sin necesidad de hacer gastos en transportación u hospedaje. Gracias a esa alternativa, ese deporte cuenta con excelentes resultados a lo largo de la historia desde los juegos escolares hasta los campeonatos nacionales», explicó a JIT Sergio Adán Hernández, subdirector de actividades deportivas de la dirección provincial del Inder.

Las instalaciones deportivas tampoco aparecen como un pretexto o excusa para impedir la práctica y la competición. Cuando la sala polivalente 19 de Noviembre está ocupada, justo al frente, en un área pavimentada, se instalan porterías y en terreno marcado comienzan uno tras otro los juegos.

«Esto para nosotros es como una religión. Cada fin de semana venimos en familia, nuestra hija juega y se desarrolla en este deporte, y pasamos un rato agradable y nos divertimos también», hizo saber Wilber Quintana, padre de una de las atletas.

En este torneo se han formado figuras de renombre en las distintas selecciones nacionales, pero por sobre todas las cosas ha servido para miles de niños que encontraron la mejor forma de esparcirse y ser felices.

La competición, entonces, no debe exhibir como un éxito solamente el resultado en lo deportivo, sino en lo social, lo educativo y, por sobre todas las cosas, el ejemplo para otros deportes y territorios de que en la adversidad solo sirven soluciones en lugar de justificaciones. 

La ganancia es tanta en diversos frentes que el evento gigante del balonmano en Pinar de Río no podía adoptar otro nombre que El Tren de la Victoria.

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