La Habana.- «ESTE es el centro de enseñanza primaria con mayor aporte de nadadores a las escuelas de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) Mártires de Barbados y Nacional Marcelo Salado», aseguró al saludarnos Gustavo Díaz, subdirector deportivo de la Cesáreo Fernández, del municipio capitalino de Playa.

Una muestra de medallas y trofeos obtenidos por esa institución alegran su ordenada oficina, aledaña a la piscina de 25 metros y a solo unos metros del bloque central donde estudian 531 alumnos de primero a sexto grados.

«Es la única escuela primaria en la capital en la que todos deben practicar un deporte, ya sea natación, fútbol o pentatlón moderno en la modalidad de nadar y correr (biatlé). Queremos sumar voleibol, atletismo y baloncesto en su versión de 3×3, pero no hay técnicos interesados», explicó.

Antes hubo triatlón. Y la historia al respecto es muy llamativa: Gustavo lo ejercitó hasta los 39 años de edad. Desde el 2003 comenzó en Cesáreo como custodio nocturno, pero durante el día atendía a un grupo de muchachos que «consiguieron buenos resultados».

Dos cursos después lo promovieron a entrenador de natación, luego cumplió misión en Venezuela (2012-2014) y a su regreso este Licenciado en Cultura Física asumió el cargo de subdirector.

Comenta que esta institución cumple la función de las antiguas Pre-EIDE, que tanto ayudaron a formar atletas a tempranas edades y cumplir con la pirámide deportiva de la base al alto rendimiento.

«Los resultados eran superiores a los de hoy, pero el Período Especial exigió medidas de las que el INDER no estuvo exento. Se redujeron los medios deportivos, los entrenadores y profesores docentes. Sin embargo, esperamos que estas escuelas renazcan algún día, ya que son la antesala de las EIDE», recordó.

«La maestría se alcanza con un entrenamiento sistemático y un grupo de preparadores, fisioterapeutas y sicólogos que atiendan a los alumnos hasta promoverlos a la EIDE con menos deficiencias.

»Es más fácil descubrir talentos para los equipos nacionales en un lugar como este, pues los chicos están asesorados, compiten y son observados. De lo contrario no hay un seguimiento y se pierde el trabajo en la base por bueno que sea», indicó.

Por esa razón, los integrantes del combinado deportivo que funciona en Cesáreo Fernández se sienten privilegiados, al contar con una escuela donde pueden trabajar todo el día y casi la semana completa, pues entrenan hasta los sábados.

«Las relaciones con la dirección y los profesores son excelentes, nos apoyamos mutuamente, se respetan los horarios de entrenamiento y nos avisan de alguna actividad cultural, recreativa o de estímulo a los alumnos y aulas que sobresalen por asistencia y puntualidad. Al final, todos velamos por la formación integral de los niños», reconoció.

María Elena Rosa Vidal comenzó allí como maestra hace 13 años, fue subdirectora y desde hace tres cursos es la máxima rectora.

«Docencia y deporte han funcionado de manera única, con muy buena comunicación. Maestros, entrenadores y familia nos ayudamos mucho, ya que perseguimos un solo fin», manifestó.

«Esta es una labor que requiere amor, ternura, paciencia y control, por eso los niños se sienten felices y cómodos, además de la estabilidad del colectivo a pesar de los problemas cotidianos de cada uno de nosotros», dijo.

Gustavo ratificó que «hay buen ambiente, es significativa la colaboración de familiares, lo mismo para un trabajo voluntario que para una fiesta por los buenos resultados en una competencia. También los niños necesitan diversión y otras motivaciones».

Los padres que no se suman a este movimiento es porque no les interesa la parte deportiva. Incluso hay alumnos con problemas de salud que les impiden hacer hasta la educación física.

«No veo sentido a esto en una escuela deportiva: esas plazas deben ser para talentos que quizás en el futuro se destacarán, como ha ocurrido con algunos nadadores formados aquí. Sin embargo, hace unos siete años no se exigen las pruebas de captación en natación», aseguró el profesor.

«Retomarlas es lo ideal, los nuevos ingresos en primer grado se deben escoger por sus aptitudes en pruebas básicas de flotabilidad, sumersión y saltos, así como por el peso y la talla. Con esos datos realizar una prematrícula y ponerla a disposición de la Dirección Municipal de Educación, que ha mostrado interés en apoyar y es la que decide», explicó Gustavo.

«Existe un convenio firmado con el INDER, lo que hace falta es definir qué cantidad nos darán para natación. Y habrá otro por ciento —comprensible—para atender casos sociales, problemas de salud y a los hogares de niños sin amparo filial, que aquí reciben la ayuda necesaria y son tratados con especial cariño, a lo que reaccionan siendo respetuosos y agradecidos», consideró.

Aclaró además que la piscina es de entrenamiento, pues su profundidad mínima es de 120 centímetros y la máxima de 140. Por eso no es fácil la labor de los dos profesores que han de enseñar a nadar a 30 niños de primer grado.

Al no hacerse la captación correcta son menos los niños que dentro de la matrícula poseen aptitudes para el deporte. Los de primer grado practican solo natación, pero en segundo se hace una selección y los que causan baja deben pasar a pentatlón o fútbol.

«Pero estas dos disciplinas también requieren de pruebas. Los profesores igual trabajan en busca de resultados deportivos en competencias municipales, provinciales, nacionales e incluso internacionales», afirma Gustavo.

El combinado cuenta con cinco profesores de natación; dos de fútbol e igual cantidad en pentatlón moderno, todos licenciados en cultura física y la mayoría jóvenes.

Uno de los experimentados es Raúl Rodríguez, de 41 años de edad y 20 como trabajador. Desde el 2011 trabaja en la Cesáreo con las categorías 8-9, 10-11 y 12-13.

«La importancia de la labor en esta escuela es que los alumnos de primaria se preparan con más tiempo, utilizamos dos sesiones y en una de ellas atendemos a los talentos que van a competir a nivel provincial», sostiene.

Considera que ha sido la experiencia más linda que ha tenido: «me gusta entrenar a esos pequeños, pues observas cómo avanzan. Ya obtuvimos tercer lugar provincial en 10-11 años y ahora están en equipos de mayor edad. Incluso los juveniles continúan conmigo en el combinado Eduardo Saborit».

Anunció orgulloso que «el plantel de 8-9 años fue escogido junto a los de Plaza y Boyeros para el proyecto de la Federación Nacional Inter Campos del Club Internacional de Milán, cuyos entrenadores imparten dos veces al año clínicas y trasmiten sus experiencias en el propio terreno.

»Una escuela como Cesáreo Fernández aporta instrucción general; forja el carácter y la responsabilidad a los niños, lo cual les servirá para la vida y, aunque no todos lleguen a ser grandes deportistas, podrán enfrentar mucho mejor la vida», sentenció.