La Habana.- A PROPUESTA del INDER, el Consejo de Ministros, mediante el acuerdo 2839, instituyó el Premio Anual José Yanes Ordaz para otorgarlo a personas destacadas en las actividades de ciencia, innovación, tecnología y medio ambiente, vinculadas a la solución de los problemas de la sostenibilidad del deporte para todos, el alto rendimiento y la formación de talentos humanos.
Este año se entregaron por primera vez en cinco categorías, tal y como se muestra en el recuadro anexo.
JIT, minutos después de que recibieran merecidos diplomas y aplausos, dialogó con dos de los agasajados, cuyos testimonios demuestran cuanto puede obtenerse cuando se mezclan talento y dedicación.
SANTANA Y EL PENSAMIENTO AMBIENTALISTA
Con una vida dedicada a la investigación, desde su graduación como Licenciado en Cultura Física en 1983, el Dr. C. José Santana Lugones se ha centrado en una línea para la formación ambiental de los profesionales, primero del alto rendimiento y luego de la cultura física.
«Este premio significa mucho primero porque Pini (José Yanes Ordaz) fue mi amigo, incluso integró el tribunal cuando defendí el doctorado. De aquella ocasión guardo una anécdota: él conocía que me gustaba cazar gazapos y antes de comenzar dijo que me había detectado uno: era verdad, la palabra contextualización no aparecía en el idioma castellano», rememoró.
En su natal Sagua la Grande, en Villa Clara, a los 69 años de edad, Lugones se mantiene trabajando en el Centro Universitario Municipal y afirma que su investigación destaca por la aplicación desde la base en los combinados deportivos.
La pretensión es educar en cómo actuar para disfrutar el desarrollo sostenible en cada una de las esferas, a partir no solo del ambiente natural, sino más bien de un megambiente del profesional. Eso implica entender qué debe hacerse para trabajar mejor con el personal que se atiende.
«En los últimos tiempos me he dedicado a acciones para la adaptación al cambio climático y su dimensión circunstancial en nuestro sector», nos comentó en medio del ir y venir que suscitó la inauguración del Centro de Recursos de Información para el Deporte Cubano (CRIDC), en la Ciudad Deportiva.
«Por ejemplo, sobre la preparación del deportista de voleibol, a partir del cuatrienio 2001-2004 elaboré un capítulo dedicado a la formación ambiental de los profesores. Actualmente soy tutor de una tesis doctoral próxima a defenderse, que explica cómo hacer una metodología para llevarlo a la práctica en esa disciplina», amplió Lugones en torno a un trabajo llamado a generalizarse igualmente en el alto rendimiento.
«Para un país como el nuestro, sin tantos recursos económicos y afectado por el prolongado e injusto bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, la labor de los especialistas en cada lugar y con distintas condiciones, puede ser encauzada a través de una educación de este tipo», aseguró.
Con doble satisfacción se marchó a su terruño, al ver hecho realidad el CRIDC, algo que viene a cumplir el sueño de los investigadores, al disponer de mayores posibilidades de buscar e interactuar con un mundo nuevo de conocimientos.
REINIER Y SU REMOERGÓMETRO
Las inquietudes del joven Lic. Reinier Sánchez Danger, referido a cómo adiestrar mejor a sus alumnos del combinado deportivo del santiaguero barrio de Versalles, lo llevaron a ganar este premio con apenas 30 años de edad.
El otrora remero de la preselección nacional, ante la escasez de implementos, se dio a la tarea de buscar alternativas para entrenar a sus pupilos con un aparato que les permitiera mejores sincronización y rendimiento en los complicados ejercicios de las embarcaciones.
Así, con su ingenio y la ayuda de vecinos de los alrededores, surgió un original remoergómetro, una especie de simulador para niños de 10 a 12 años que sustituye en gran medida (90%) la importación de ese costoso aparato, estimado en 1 200 dólares en el mercado internacional.
«Busqué el apoyo de los vecinos, pues en el lugar existen muchos cuentapropistas dedicados a la herrería, y así aparecieron materiales y equipos para conformar y soldar los elementos», explicó sobre la creación del medio.
Gracias a eso ahora los muchachos pueden dosificar los ejercicios de conductores, con repeticiones estándar que facilitan el dominio del elemento fundamental de ese deporte.
«Ya se han alcanzado importantes resultados, pues desde su puesta en práctica tres alumnos pudieron participar en los Juegos Escolares Nacionales y otros siete han ingresado al Centro Único de Alto Rendimiento», aseguró.
Los cálculos valoran en definitiva en unos 37 250 pesos en moneda nacional el ahorro conseguido por un equipo que pudiera generalizarse en todo el país por su fácil elaboración con materiales bastante comunes como hierro, madera y plástico.
Pero el impacto económico va más allá, si se valora que el costo de un bote de fibra de carbono y sus medios complementarios, de tecnología de vanguardia, junto al valor de la construcción de una piscina para la simulación, se remontaría a los cien mil pesos.
La invención del remoergómetro ha servido para enseñar, familiarizar y evaluar a muchos adolescentes y jóvenes, además de permitir a los directivos un conocimiento científico útil para conducir los entrenamientos y la búsqueda de talentos.
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