Foto: Mónica Ramírez

La Habana.- DEJAR atrás los discretos rendimientos que le empañaron las últimas temporadas es prioridad para el pertiguista cubano Lázaro Borges, quien transita por cambios en su carrera alimentando sueños rumbo a la cita olímpica de Río de Janeiro.

La variación más importante para el subcampeón mundial de Daegu 2011 es entrenar ahora con Alexander Navas, quien ha llevado al estrellado a Yarisley Silva, plateada bajo los cinco aros y reina del planeta en sala techada y al aire libre.

Muchas esperanzas alientan en la nueva dupla, que según constató JIT ha encajado de maravillas y traza planes para el futuro, desde los detalles primarios, para corregir errores y cimentar bien la obra pretendida.

Sucede que luego de ser segundo del orbe y fijar el récord nacional en 5,90 metros Borges sufrió el percance de una pértiga rota durante la cita de Londres 2012 y desde entonces apenas sobrepasó los 5,30-5,40.

Inicialmente se habló de secuelas sicológicas tras la caída, dadas las complejidades de su especialidad, pero lo cierto es que le afectaron varios factores que por suerte parecen haber quedado atrás.

Entusiasmado con su nueva forma de trabajo, feliz de compartir jornadas con Yarisley, y sobre todo muy enfocado en lo que quiere, mostró la sencillez que le caracteriza y aceptó el diálogo luego de una jornada en el Estadio Panamericano.

¿Cómo te adaptas a Navas?

Me siento bien, es un nuevo sistema de entrenamiento, con diferencias, pero es un técnico muy organizado, que trabaja mucho sobre lo específico, y eso es bueno. Igual disfruto tener de compañera a Yarisley, y sentir preocupación y cariño hacia mi persona.

Aunque solo transitas la etapa de preparación general, ¿cómo te sientes?

Este es un período cansón, con mucho volumen de trabajo, pero me satisface oír a mi entrenador que vamos bien, es algo que me pone contento y sé que voy por el buen camino.

¿Te preocupan las buenas marcas que te han sido tan esquivas?

Realmente no me preocupan, sé que están ahí, y que no hayan salido por razones X no quiere decir que sean imposibles. Para el año olímpico, que está casi ahí, sé que mejorarán, porque estoy haciendo en esta etapa 15 saltos técnicos en cada sesión y eso se asemeja bastante a lo que hacía antes.

¿Qué será lo más difícil?

Las competencias, que van a ser muchas menos que antes. Volver a insertarme en el mundo será un reto, procurar las invitaciones para volver a los lugares en que estuve. Eso es lo complicado.

¿Hay algo que has cambiado con más énfasis?

Estoy añadiendo más descanso. Es un entrenamiento diferente, que exige bastante tiempo para recuperarte, y creo que es importante, por lo que he variado la relación trabajo-descanso. Navas me lo repite a diario y eso he tenido que interiorizarlo, porque antes, por ejemplo, en las tardes salía o me ponía a hacer algo, pero eso cambió radicalmente y me ha ido bastante bien. Estoy llegando recuperado a los entrenamientos al otro día.

¿Cuál es la meta?

Es ambiciosa: quedar del uno al cinco en los Juegos Olímpicos, pasando primero por alcanzar la clasificación, y estamos bien enfocados en ese sentido, trabajando duro.