La Habana.- LA TORRE Eiffel quedó relegada esta noche a la más recia indiferencia. Durante 90 minutos el protagonismo de la mole de hierro quedó opacada, quizá como nunca antes desde 1889.

Ni los bohemios de Le Chat Noir se embriagaron ni hubo quien volteara a buscar jorobados en Notre Dame. Reims esta noche fue escenario de la historia viva, un espectáculo de fútbol y música.

¿Cómo no te voy a querer? El canto pregunta se escuchó coral, abrumador en todo el este parisino saliendo desde el Stade de France. El alirón rompió después del sufrimiento y no paró una y otra vez la cadencia uniforme y monótona.

La oda de miles de españoles aguardó agazapada detrás del You'll Never Walk Alone del Liverpool, último equipo que ganó al Madrid en una final de Uefa Champions League.

Antes del partido de hoy también eran los blancos los últimos en ganar una final a los Reds. Entonces volverían a resultar los verdugos de Jurgen Klopp y Salah, quien prefirió la revancha ante el Merengue luego de la remontada al City de Guardiola. No sabía lo que pedía el egipcio.

Los ingleses impusieron su rock and roll apenas se decretó el comienzo del partido de fútbol más importante de toda Europa, dilatado una hora. Los de Klopp van de Heavy Metal y para ello Carleto Ancelotti metió mucho pie delante de la puerta.

Hacían aguas los españoles. El desorden y la falta de una idea clara para hacer daño al rival cayó con todo su peso sobre los hombros de Thibaut Courtois y el belga pudo soportar el asedio.

Un disparo bajo del Faraón Mo Salah a mano cambiada, una pelota dibujada de Thiago Alcántara, un frentazo del mismo Salah o un trallazo seco de Mané daba igual. El Madrid tiene al mejor portero del mundo y hoy despejó cualquier duda.

La vieja escuela del italiano indicaba aguantar y sufrir; la alemana, novedosa y revolucionaria, buscaba minimizar los daños y penetrar el alambrado en la trinchera madridista.

Lo primero lo resolvió Ibrahima Konate anulando a Vinicius en el primer tiempo y dejando a Benzema sin su socio en la punta, de lo otro se encargaron Salah y su partner egipcio atravesando más de una vez la férrea defensa de los Vikingos cuando no pudo Luis Díaz, quien encontró un Carvajal al frente con menos argumentos futbolísticos pero con mucha más determinación.

A punto estuvo el gato, candidato indiscutible al Balón de Oro, pero el principal anuló el gol del francés por fuera de juego en una jugada turbia que puede interpretarse como error y acierto a la vez, según quien lo mire reavivando el debate eterno de la regla con intervención del VAR.

En el segundo tiempo llegó el golpe quirúrgico del Madrid: Modric, el de siempre, mandó a Federico Valverde a la carrera por el flanco derecho del ataque y el uruguayo cruzó una pelota que remató Vinicius ganando la espalda de Trent Alexander-Arnold, que es lo mismo que decir su talón de Aquiles.

Con el gol faltaba sufrir, lo que mejor sabe hacer el pelotón suicida de Ancelotti, no hay éxito sin sufrimiento ni nadie que entienda ese axioma como los actuales campeones de La Liga.

Courtois negaba insistentemente el gol de los Rojos de Merseyside cuando lo lógico hubiera sido el empate como mínimo, o quizá lo más justo, sobre todo, después de que Jurgen metiera toda la artillería que quedaba disponible.

No hubo premio para la valentía esta vez y luego del sufrimiento llegó el desahogo con la decimocuarta orejona para el rey de Europa que recibió en el terreno la reverencia del rey de España.

Un gol fue suficiente para que Ancelotti se convirtiera en el único entrenador con cuatro champions ganadas, apenas un mes después de figurar como el primero en ganar las cinco grandes ligas del llamado Viejo Continente.

Si usted busca el mejor entrenador de la historia tal vez debería mirar la ceja levantada del italiano, si desea encontrar un equipo de época probablemente lo encuentre en este de Vinicius, Rodrygo, Valverde, Camavinga… pero si pregunta por el mejor club de la historia, el más ganador, los puede hallar en la Plaza de Cibeles, celebrando la gloria con el escudo del Real Madrid.