La Habana.- EL AÑO que termina deja, como casi siempre, insatisfacciones para el fútbol cubano. La diferencia es que esta vez son precisas, concretas y aluden a situaciones puntuales que orientan el actuar futuro.

También podemos, sin duda, destacar más de una alegría. Y vistas desde una perspectiva optimista pueden entenderse como el futuro mejor que necesita y demanda este deporte.

La mejor noticia para la selección nacional se vio opacada por la principal dificultad surgida después. Es decir, la llegada de jugadores contratados en ligas foráneas tuvo su lado negativo en la imposibilidad de celebrar algo más de cuatro partidos en la eliminatoria mundialista y otros dos amistosos.

Tres victorias y tres derrotas quedaron como saldo en ese andar de los Leones del Caribe, que visto así no reflejan el motivo de la conformidad apreciada en la mayoría de los aficionados.

El balance de goles a favor y en contra fue de 10-5, un renglón de mucho valor analítico. Se marcaron casi dos goles por partido y se permitió menos de uno.

Solo en tres de los choques se encajaron goles y eso lógicamente explica las derrotas. Eso sí, en dos de esas ocasiones se jugó con inferioridad numérica.

Mucho se ha hablado del importante debut de jugadores con la camiseta nacional, pues aportan un nivel más alto. También es menester recordar que las dos primeras derrotas fueron precisamente durante su acople como colectivo.

Ahora bien, en los partidos más difíciles que les tocó enfrentar a los alumnos de Pablo Elier Sánchez, mostraron una idea futbolística distinta a la de reventar balones y defender por acumulación.

A mi juicio fue contra Curazao, un conjunto con cerca de 100 puestos por delante de nosotros en el escalafón Fifa, que se jugó el mejor partido. Incluyo el 5-0 a favor frente a Islas Vírgenes Británicas. Eso dice a las claras que el lugar 179 del ranking no muestra el nivel real de estos nuevos Leones, si bien no hay que lanzar fuegos artificiales todavía.

El reto para el año venidero pasa precisamente por conseguir más roce internacional dentro de las difíciles condiciones que impone la pandemia de la covid-19, y no puede dejarse de lado la idea de traer nuevamente a la selección a los predios del Estadio Nacional Pedro Marrero. Ambas cosas parece que tendrán cumplimiento tan pronto como en enero.

En términos nacionales no puede evaluarse una temporada en que no pudo jugarse dada la situación epidemiológica. No obstante, el diseño de los campeonatos nacionales de todas las categorías y en ambos sexos ya fue presentado recientemente en la Asamblea General de la Asociación de Fútbol de Cuba (AFC).

Otro tema destacable, a pesar del pobre ensayo competitivo debido a la negativa de visas para la Copa de Oro, resulta la contratación de 13 atletas bajo el auspicio de la AFC.

Si bien el torneo celebrado en Estados Unidos hubiera representado una oportunidad inigualable para probar nuestra mejoría en un nivel superior, también representaba una vitrina de lujo para algunos talentosos jugadores. Lamentablemente no pudo emplearse.

En todo caso, la principal cantera de la absoluta siguen siendo los campeonatos nacionales y deben ser potenciados. Lo vivido en 2021 demuestra que hay mucho talento en el país.

La mayoría de los retos del fútbol cubano están en la hoja de ruta y no archivados en un libro de historia. Corresponde a la nueva directiva de la AFC responder a esos y tendrán todo menos descanso.

El 2021 puede considerarse un año de despegue. Mantener la estabilidad del vuelo y poner rumbo al desarrollo es la meta. Por lo pronto, la previsible imagen de un Marrero repleto para ver la selección puede ser argumento inequívoco de que comenzamos a andar por el camino correcto. Ya veremos…