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SÁBADO 20
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Joel Lamela Luaces
Un velocista de equipo

Expresa su orgullo por formar parte de una generación que considera la mejor del atletismo en la Isla.


Por: Eyleen Ríos López
(eyleen.rios@inder.gob.cu)
jueves, 24 de noviembre de 2022

Trayectoria...

Integrante de relevos 4x100 de Cuba. Medallista de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y dos veces campeón en juegos panamericanos: La Habana 1991 y Mar del Plata 1995.

En la actualidad...

Atiende temas relacionados con el patrocinio de la empresa Puma en la Federación Cubana de Atletismo.


JOEL Lamela Luaces conoció el atletismo con solo 10 años de edad, sin sospechar que un día su nombre estaría en el lugar de privilegio reservado a los medallistas olímpicos. 

Correr junto a los amigos por las calles de Lugareño, en su natal Camagüey, se convirtió en obsesión. El salto con pértiga lo trajo por primera vez a La Habana, ciudad que adora, pero gracias a su velocidad “sacó” pasaje definitivo hacia la gloria.

Lamela –como le conocen en el deporte– prefiere huir del protagonismo y rara vez se le escucha en medio del bullicio.

«Soy así para todo, me considero discreto», dice durante una conversación con JIT en que recorrió parte de sus mejores momentos en el deporte, sobre todo aquellos días en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Sentado en las afueras del Estadio Panamericano de La Habana vuelve a ese y otros pasajes vividos como integrante del relevo 4x100 metros medallista de oro en dos juegos panamericanos y aún dueño del récord nacional de 38.00 segundos.

«Barcelona 1992 es mi mejor recuerdo, no hay duda de que aquellos 38 flat no se van a olvidar nunca», admite a propósito de un instante espectacular compartido con Andrés Simón, Joel Isasi y Jorge Luis Aguilera.

Lamela no se extiende en sus respuestas, aunque algo cambia cuando expresa su orgullo por formar parte de una generación que considera la mejor del atletismo en la Isla. También reconoce los errores cometidos.

«Creo que no me esforcé lo suficiente para tener mejores resultados individuales. Me conformé con los resultados en los relevos…», dice sincero y con nostalgia, seguro de que pudieron ser mejores.

«De eso te das cuenta cuando tienes experiencia y casi siempre ya se está acabando la vida activa como deportista», admite al repasar sus 11 años como miembro del equipo nacional de atletismo.

Padre de tres niñas y feliz con su matrimonio, de lo cual presume en las redes sociales de internet, actualmente aporta desde su trabajo en la Federación Cubana de Atletismo. Además asegura que poco cambiaría del camino recorrido.

«Lo único sería buscar mejores resultados individuales, eso claro que me gustaría», repite casi al final del diálogo que tuvo la medalla de bronce de Barcelona 1992 entre sus ejes temáticos.

¿Cómo recuerda aquel momento?

Empezó mucho antes de llegar allí. Sabíamos que no teníamos posibilidades en los 100 metros y nos enfocamos el año entero en practicar el relevo. Todos los días hacíamos algo. Isasi y Aguilera se entrenaban con Tomás Pedroso y Simón y yo con Irolán Echevarría.

Hacíamos juntos los calentamientos y las imitaciones de los cambios; después pasábamos a los entrenamientos por separado y cerrábamos con algunos relevos de 4x50 y cosas así. Era largo el trabajo, nos cansábamos, pero estábamos muy enfocados.

¿Imaginaban lo que sucedió?

Sabíamos que teníamos la posibilidad de alcanzar la medalla, pero todo debía salir perfecto. En Salamanca, España, corrimos 38 segundos y algo. Luego, en la lid iberoamericana, corrí los 200 muy bien, gané medalla de plata por detrás del brasileño Robson Caetano da Silva. El relevo lo corrimos con Stevens, el suplente, e hicimos 39.19 segundos.

Tuvimos una base de entrenamiento antes de los Juegos y por los tiempos estábamos seguros de que podíamos entrar en medalla.

Una vez allí…

En la carrera de la mañana, las eliminatorias, le ganamos al equipo de Estados Unidos sin sus principales figuras. De todas maneras, eso confirmó que íbamos bien. El ego subió y comprendimos que estábamos “dentro de la comida”.

Antes de la semifinal los periodistas estaban arriba de nosotros por las tres carreras que hicimos junto a Estados Unidos. Ya en la segunda habían puesto a Carl Lewis.

La final…

Fue un día grande. Siempre hago esta anécdota porque me impactó: antes de salir a correr estábamos en el camerino, Simón marcó en su reloj digital 38 segundos y nos dijo: «mira, esto es lo que vamos a hacer hoy…».

Lo mejor de todo fue que salimos sin miedo a nadie, no teníamos nada que perder. Recuerdo que estuvimos en plata hasta el metro 350 y que el nigeriano nos ganó encima de la meta por dos centésimas.

¿Cuánto hay que hacer para tener un buen relevo?

La magia está en los cambios. Lo más complicado es hacerlos bien. Eso es fundamental. Tienes que estar concentrado y realizarlos perfectos para lograr el resultado.

Por ejemplo, nosotros en Barcelona 1992, hombre por hombre, no éramos mejor que ninguno de los finalistas. Simón tenía ese año 10.21, lo mejor de los cubanos. Logramos una medalla de bronce con 38 segundos, que en aquel momento figuró entre las 10 mejores marcas del mundo.

Mencionó a Irolán, considerado uno de los entrenadores imprescindibles. ¿Qué significó en lo personal?

Un padre, todo lo que sé del atletismo lo aprendí con él. Le digo más: esos éxitos de Miriam Ferrer con las personas con discapacidad tienen mucho de Irolán también. Ella era mi compañera de entrenamiento y aprendió como yo. Si tuviera la oportunidad de entrenar a alguien, lo haría igual.

¿Por qué no corrió más en pruebas individuales?

Me acomodé al relevo y descuidé lo otro. También los entrenadores lo priorizaban. En pocas competencias tuve la posibilidad de correr individualmente. Además estaban Simón e Isasi con mejores resultados. Por lo general pedían dos hombres por país y debía conformarme con el relevo. No obstante, creo que lo hubiera podido hacer mejor, cuando era juvenil lo demostré.

¿Qué le dejó el atletismo?

Experiencias, gratitud, compañeros para toda la vida. Fue una de las épocas más bonitas del atletismo en Cuba, había mucha colaboración. Todavía hoy tengo amigos entrenadores de otras especialidades que nos llamamos y mantenemos el contacto.

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