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VIERNES 26
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Roquelina Fandiño Reyes
Una vida entre muchas casillas del ajedrez

Quiso estudiar física nuclear, matriculó sicología en la universidad, pero ni una cosa ni la otra: el ajedrez ganó la batalla.


Por: Eyleen Ríos López
(eyleen.rios@inder.gob.cu)
viernes, 12 de agosto de 2022

Trayectoria...

Varias veces medallista en campeonatos nacionales y Maestra Internacional de Ajedrez.

En la actualidad...

Entrenadora y árbitra con categoría internacional.


La Habana.- A ROQUELINA Fandiño le queda poco por hacer en el ajedrez. Jugadora, entrenadora, árbitra internacional y amplia conocedora de los secretos del juego de las 64 casillas, para ella «lo mejor del universo».

Afirma que nació en «una de las ciudades más lindas de Cuba», la capital cienfueguera, y que allí comenzó su pasión por este deporte cuando apenas tenía 10 años de edad.

Como casi todos los niños, empezó por embullo para tratar de ganarles a sus hermanos y sus amigos. Luego aquello se convirtió en casi una obsesión. 

Campeona juvenil en 1987 y de mayores en 1993, Roquelina es Maestra Internacional de Ajedrez, rango que quizás pudo ser mayor. Sintió, antes de cumplir los 20 años de vida, que lo suyo era enseñar y hace poco descubrió el no menos cautivante mundo del arbitraje. 

Quiso estudiar física nuclear, matriculó sicología en la universidad, pero ni una cosa ni la otra: el ajedrez ganó la batalla. En la partida de su vida piensa que fue esa su mejor movida, de la que no se arrepiente y menos ahora que es una exitosa mujer dedicada al arte de hacer cumplir las reglas. 

Conversar con ella permite dar un recorrido por parte de la historia reciente del ajedrez en Cuba. Protagonista en campeonatos nacionales juveniles y de adultos, en torneos internacionales dentro y fuera de Cuba, Roquelina tiene mucho que contar y compartir con las nuevas generaciones. Sobre eso intercambió con JIT ampliamente.

¿El ajedrez fue su único deporte?

No, para nada. Practiqué atletismo y jugué voleibol, y dicen que no lo hacía mal, era buena rematando. Pero el ajedrez ganó. En mi barrio se jugaba mucho y me metía junto a mis hermanos y sus amigos. A veces me dejaban ganar y otras no. Ya con 11 años de edad empecé en serio a entrenarme y hasta hoy el ajedrez es parte de mi vida.

¿Hubiera podido tener mejores resultados y hasta lograr el título de Gran Maestra de Ajedrez?

Posiblemente, pero siempre hice muchas cosas a la vez y eso me robaba tiempo. Fui dirigente juvenil y lo quería hacer bien. A veces tenía otras responsabilidades y me costaba trabajo conjugarlas con el ajedrez. Comencé a trabajar desde que terminé el grado 12 y con poco más de 20 años de edad tenía muchas tareas. A mí no me gustaba fallar y tenía que dedicar mucho tiempo a eso. 

Luego, creo, fui separándome de algunas cosas. Quería estudiar física nuclear, pero cuando terminé el preuniversitario en la Espa nacional, aquí en La Habana, no ofertaron la carrera. Me incliné por la sicología y matriculé en la universidad, pero nunca fui a clases. Decidí ser entrenadora y me enfoqué todo el tiempo en el ajedrez.

¿Y por qué la inclinación hacia el arbitraje?

Entre 2012 y 2013 la comisión de mujeres de la Fide (Federación Internacional de Ajedrez) tenía como proyecto traer a América los torneos grand prix, que habían sido exclusivos de Europa.

Entonces la ecuatoriana Marta Fierro, secretaria de esa comisión, se empeñó en que mujeres con títulos internacionales como

jugadoras tuvieran también graduación de árbitros, porque ello garantizaba el conocimiento de la reglas y también del ajedrez.

Varias asumimos el reto, pues la idea también era que fueran mujeres de América, no importar árbitras de Europa. Para mí significaba devolverle al ajedrez las cosas que me había dado.

¿Cómo se preparó para eso?

Me inserté en juegos juveniles, campeonatos provinciales y algunos torneos en la Universidad de Cienfuegos. En España trabajé en Benasque, un torneo de más de 400 jugadores. Me pusieron en roles que necesitaba. Atendí partidas de ciegos, que poseen características especiales y obligan a conocer bien el reglamento.

También trabajé con jugadores de Elo superiores a los 2 mil 600 y eso conlleva sus adecuaciones. A veces se disgustan al perder con alguien inferior y no respetan la disciplina. Toca al árbitro enfrentarse a esa situación. En 2015 recibí la graduación internacional.

¿Qué fue lo más complicado de ese cambio?

Cuando empecé como árbitra me ofuscaba a veces porque miraba la partida como jugadora. Muchos amigos con más experiencia me dijeron: «ya no debes mirar la posición dentro del tablero, tienes que controlar el reloj y que no suceda ninguna ilegalidad».

Eso se aprende con los años, la disciplina es tu responsabilidad y no se puede ir de las manos. Ahora veo solo el entorno general del salón, controlo relojes, que las personas no hablen ni haya indisciplinas.

¿En qué tipo de evento le gustaría trabajar?

La olimpiada de ajedrez debe ser un torneo bonito para trabajar, igual que una copa del mundo. En ambos he estado como entrenadora y me he fijado en lo riguroso del arbitraje. La preparación debe ser exigente.

Contrario a lo que se piensa, entre jugadores de alto nivel se cometen violaciones, y en las partidas a ritmo rápido incluso más. Algunos ajedrecistas de primer nivel tienen sus mañas y cometen infracciones.

¿Tiene preferencia en cuánto a torneos femeninos, masculinos o mixtos?

Me da igual cualquiera. Eso sí, el sistema cerrado es muy fácil de trabajar. Los abiertos son más complicados y exigentes, y eso me gusta.

Esta es una profesión mayoritariamente masculina. ¿Ha sentido rechazo en algún momento?

Sí. Los hombres, al principio, tienen una reacción de bloqueo. Creo que primero quieren comprobar si de verdad tienes los conocimientos, si eres suficiente para controlar un torneo. Cuando ya te insertas entonces viene el respeto y hasta la protección, pero cuesta al principio.

¿Qué considera lo más importante dentro del arbitraje?

El árbitro tiene que conocer el reglamento a la perfección y actuar todo el tiempo de modo neutral, defendiendo los intereses del ajedrez. Hoy también hay que saber sobre programas de ajedrez e informática, y conocer los emparejamientos para poder explicarles a los jugadores ante cualquier duda. Aunque sea un programa digital el encargado, tenemos que saber por qué lo hace de esa manera.

¿No extraña jugar?

Ya no. Si quiero jugar lo hago en línea y soy feliz. No me arrepiento de haber cambiado, el arbitraje me fascina. Todo lo que tenga que ver con el ajedrez es lo que quiero hacer.

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