La Habana.- EN SU natal poblado de Cruces, provincia de Cienfuegos, practicó varios deportes de forma recreativa, incluido el voleibol, pero Ricardo Borroto Iglesias confiesa que entonces no pensó que fuera ese su ámbito de desarrollo profesional.
También conoció el arbitraje en boxeo y baloncesto, sin embargo, fue en el de la malla alta donde identificó su futuro. Confió en su inteligencia y entrega, y el afán de superación para llegar muy lejos. Y lo hizo realidad, no sin derroche de sacrificios durante muchos años.
Se convirtió en prestigioso árbitro nacional, internacional y de la FIVB, máxima categoría de la Federación Internacional de Voleibol.
Licenciado en Cultura Física, suma 35 años en esta profesión, y en dos décadas la ha ejercido en casi un centenar de lides internacionales, 45 de ellas fuera de Cuba, como ligas mundiales, campeonatos del orbe de mayores y por edades, Grand Prix, liga de naciones, juegos centrocaribeños, panamericanos y del ALBA, y otras, organizadas por Norceca.
En 1986 ingresó en la Escuela de Profesores de Educación Física (EPEF) que radicaba en el poblado de Torriente, en Jagüey Grande, dispuesta para los estudiantes matanceros y cienfuegueros.
¿Dónde comienza su vida laboral?
Tras graduarme en 1990 cumplí el servicio social en el combinado deportivo de la Central Electronuclear de Cienfuegos. Mis compañeros Emilio Maceira, árbitro de baloncesto que trabajó en el partido por el bronce olímpico en Barcelona 1992, y Odilio Vázquez, entrenador de los Marineros, campeones de fútbol en 1985, personalidades del deporte, me ayudaron mucho cuando apenas tenía 18 años de edad.
Mi primer año fue de aprendizaje, y mi estreno en 1992, al frente del equipo femenino 10-11 años que ocupó el cuarto lugar provincial. Entrené a equipos en la base, pioneriles y escolares, hasta 2008. Tuve resultados y promociones a las EIDE de Cienfuegos y Matanzas, pues viví 17 años en Jagüey Grande cuando me casé en 1998.
¿Y en el arbitraje?
Comencé por el baloncesto, en un curso con Maceira, y en 1991 pasé el de voleibol con Roberto Veloso, uno de los tres árbitros de puntería en Cienfuegos, y resulté el primer expediente.
Ese mismo año debuté en un torneo nacional juvenil en Cruces, como juez de línea, y desde 1992 fueron más frecuentes mis participaciones y empecé a conocer a los más reconocidos árbitros de aquel momento, como José Ramón Pérez Vento, José Sanler, Francisco Medina, José Luis Santana, Orlando Hernández y Enrique Dorta. Eso fue decisivo en mi desarrollo.
¿Qué pasó después?
El voleibol se convirtió en parte de mi vida. No lo jugué oficialmente, pero desde entonces lo tomé tan en serio que he llegado a lo que soy hoy por ser un estudioso de este deporte, algo que debo a mi mamá, que me inculcó siempre lo que significan disciplina, respeto y planificación.
Pero en 2007 tuve decidir entre árbitro o técnico. Provengo de una carrera de entrenador, pero me gustaba impartir justicia y no podía cumplir esta función cuando clasificaba a mi equipo a los juegos nacionales.
Decididamente, ¿cambió de rumbo?
Si, en 2007 ocupé la conducción de la comisión de jueces y árbitros de Jagüey Grande, donde se practicaban 23 deportes, y la de arbitraje de voleibol de la provincia de Matanzas. De forma simultánea comencé a atender la superación en la Federación Cubana de Voleibol (FCV).
En 2011 me solicitan desde la comisión nacional de arbitraje en la FCV, para ayudar al querido José Sanler, que ya estaba enfermo. Tras su muerte, asumí esa labor hasta la actualidad, y hoy contamos con ocho árbitros FCV, preparados para el precurso internacional.
¿Principales logros en esa tarea?
Nunca he sido elegido el mejor de Cuba, pero la comisión nacional de arbitraje del voleibol ha sido la más destacada del país desde 2012 hasta 2024 en el balance anual del Inder. Me place que reconozcan esta labor, pero hay aspectos que debemos mejorar.
Lo esencial de nuestra comisión son los resultados colectivos, porque pienso, por principio, que del respeto parte el éxito, y si tratas así a quienes diriges, ellos van a hacer bien sus labores. Considero que como único se logran las cosas es con liderazgo y ejemplo, no hay que imponer nada.
¿Cuál es su fórmula?
Primero, amar lo que haces como profesional, asignarle respeto. Lo otro, tener empatía con quienes diriges en función de conquistar los éxitos que te trazas. Ellos van a cumplir contigo como persona y líder, no solo por la condición de jefe, y es lo que hemos logrado en todos estos años. Incluso, sin mi presencia, por coincidir con otro evento, cada quien sabe hacer lo que le corresponde y se cumple colectivamente con el compromiso.
Desde 2011 Cuba ha sido sede de 33 torneos internacionales, de la FIVB y la Norceca, incluidos ligas mundiales, copas panamericanas y otros de sala, así como de voleibol de playa, y siempre hemos logrado estándares bien altos, cumpliendo todas las regulaciones de la federación internacional.
¿Y la familia?
Tengo una familia bien consolidada, que ha contribuido a mi trabajo, y aunque a veces estemos lejos, siempre es importante darle atención. Vivo agradecido de mi esposa Yaité Álvarez, de nuestros hijos Richard, de 25 años, y Ronald de 18; de Wilfredo, mi único hermano y de Cándida, mi madre, a quien hoy cuidamos con amor y desvelo porque luchó mucho por nosotros.
Era maestra en Cruces, en la secundaria básica y en la Facultad Obrero-Campesina. Mi hermano iniciaba la universidad y yo tenía que irme por la noche con ella a su trabajo. Regresábamos muy tarde, vivíamos en las afueras del poblado, pero no vacilaba para levantarme y llegar temprano a mi seminternado. He tenido responsabilidades desde niño, por eso soy tan “quisquilloso”, pero eso me ha ayudado.
Momentos que le han marcado como árbitro….
La Copa Telefónica de Lima 2001. Era árbitro nacional y asumía mi debut fuera de Cuba junto a veteranas ilustres como Norka Latamblet, Imilsis Téllez, Ana María García, y como entrenador Andrés Hevia, “Machito”, padre de la escuela cubana de arbitraje. Por demás, fui el principal en el partido de Brasil contra Perú, subcampeonas olímpicas, y donde el voleibol es pasión.
También mi primera salida al exterior con la categoría Internacional, en 2006 a los Juegos Centroamericanos Universitarios en Venezuela, y compartir con mi profesor José Sanler como Instructor.
Tampoco olvido el mundial masculino de Polonia 2022, cuando trabajé de segundo en el duelo entre los locales y Bulgaria, con Stefano Cesare, el italiano que “pitó” el oro en la cita olímpica de París 2024.
De los grandes árbitros cubanos, ¿cuál es su ídolo?
Sin dudas, Sanler, con experiencia como primer árbitro en juegos olímpicos, determinó en mí un ochenta por ciento de lo que soy. Pienso que también fue un inmenso honor para los que pasamos el curso internacional 2004-2006, Lourdes Pérez, Frank Medina, Josmel Pérez, Gerardo y Pedro Morel, Durán Castañeda, Juan Infante y José Pardo.
Nos enseñó mucho sobre arbitraje, ética, conducta dentro y fuera del juego, del evento, más allá del ambiente deportivo. Cada estancia con él a provincias o al extranjero era una enseñanza. Fue un ejemplo en mi vida y se convirtió en consejero cuando le compartía situaciones personales como joven al fin. Ahora hago lo mismo con quienes se acercan a mí, en retribución a quien tanto me ayudó.
¿Cómo definirías a un auténtico árbitro?
Lo mismo que sostuvo el inolvidable Sanler: cumplir con los tres parámetros dentro y fuera de la cancha: justeza, humanidad y objetividad, que son valores necesarios para triunfar en cualquier esfera de la vida.
¿Qué opina de la superación?
Hoy el mundo del arbitraje del voleibol es más complejo, ha habido un cambio muy grande en relación con la época en que cuando me inicié. El conocimiento del inglés no solo es obligatorio para pasar un curso internacional, sino también imprescindible para llegar al más alto nivel.
Además, la preparación técnico-arbitral es la base y la esencia de esta profesión, así como la capacitación en las nuevas tecnologías, que aportan un plus adicional en la concentración requerida para comunicarse con el otro árbitro, el coordinador de la televisión y el que atiende el video-challenge, entre otros, sin olvidar que cada partido representa un espectáculo.
¿Qué aconsejaría a los jóvenes?
Que nada llega pronto, el éxito es de quienes se sacrifican por el tiempo que sea necesario, porque lo que rápido llega así también se va. Por lo tanto, primero hay que tener un sueño, no deben rendirse, y ser disciplinados y sistemáticos, así lograrán sus metas.
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