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NO LLEGÓ, quizás, a su primer gran sueño: encaramarse en lo más alto del podio de la natación, el primer deporte que practicó de pequeño en una piscina cerca de su casa en Santa Clara.
Tampoco fue campeón en ciclismo, pero gracias a un amigo y a su voluntad encontró ahí la ruta definitiva para su vida, y no siempre sobre pedales. Hoy, con el mismo ritmo de amor, entrega y entusiasmo, suma 44 años en el movimiento deportivo cubano.
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Holguín.- NO EXISTEN dudas de que la vida busca compensarte, encuentra los caminos para ofrecerte de alguna misteriosa manera la felicidad que quizás imaginabas arrebatada.
Son disímiles los ejemplos y uno tiene como protagonista al holguinero Oscar Pupo Cortina, a quien una debilidad visual de nacimiento le transformó en una persona introvertida, con miedo a relacionarse y salir a la calle.
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LA IDIOSINCRASIA que exhibió en su extensa carrera deportiva se mantiene intacta en esta Morena del Caribe, quien con sano orgullo guarda en su cofre, entre otras joyas, el oro en el Campeonato Mundial de Voleibol de Leningrado 1978.
Aquella victoria representó mucho en la senda trazada hacia superiores metas, hechas realidad por la generación siguiente, dueña de tres coronas olímpicas consecutivas y dos del orbe.
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NI EN su natal San Antonio de los Baños, en la actual provincia de Artemisa, le reconocen por su nombre: Pascual Servilio Torres Pérez.
«Ya hasta aquí, generalmente, los más jóvenes me llaman el papá de Guillermo Alfredo Torres, el campeón del skeet», afirma a JIT jocosamente este hombre pequeño de estatura y casi octogenario, mientras sigue un torneo de escopeta en su pueblo precisamente.
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La Habana.- LINO Socorro Alemán nunca realizó un salto tan complejo como los ejecutados por su estelar alumno José Antonio Guerra. El clavados se convirtió en su obsesión desde que lo descubrió en la Ciudad Deportiva de La Habana allá por 1963. Ser atleta, sin embargo, no fue su prioridad, sino formarse como entrenador.
Esta última la cumplió con creces, pues no puede hablarse de este deporte en Cuba sin mencionar su figura. Aunque reconoce haberse nutrido de sus predecesores, nadie duda que su época al frente del equipo nacional fue la de mayor gloria.
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DESDE hace 27 años ostenta el récord cubano del disco: 70,88 metros. No fue campeona en grandes competiciones, le tocó una época difícil en que otras como Maritza Martén brillaron más. Por eso, quizás, el mayor sueño de Hilda Elisa Ramos Manes se centra en ser entrenadora.
Ver a su alumna estrella, Yaimé Pérez, cumplir las metas que a ella le estuvieron negadas como atleta significa el reto del día a día, y está segura de que lo conseguirá.
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