Eugene.- EL CUBANO Lázaro Martínez, vigente monarca del orbe en el triple salto en pistas bajo techo, se presentará este jueves con ese fresco aval por el pase a la final de la especialidad en el Campeonato Mundial de Atletismo de Oregón 2022.

El guantanamero de 24 años de edad no es un extraño por aquí. En el estadio Hayward Field, que reúne ahora a las mayores estrellas de este deporte en el planeta, ganó en 2014 uno de sus dos títulos mundiales juveniles. Y aunque el contexto resulta bastante distinto, sus sueños de acceder al podio universal se mantienen intactos.

La diferencia más notable entre aquella incursión dorada y la que está a punto de suceder no radica solo en la edad. Lázaro ha crecido en estatura y mucho más como atleta, en parte gracias a la tutela de Yoelbi Quesada, quien reinó en estas lides en la edición de Atenas 1997.

Luego de brillar en competencias por edades, el paso a la categoría adulta no tuvo el impacto esperado en un joven al que le sobran condiciones físicas y un talento que, según entendidos, debió “explotar” mucho antes.

Finalista olímpico en Río de Janeiro 2016 y lugar 12 en el certamen mundial de Londres 2017, Lázaro experimentó un notable descenso en su rendimiento y dejó de estar entre las figuras principales de la especialidad en el equipo nacional. Muchos creyeron que no regresaría a planos estelares.

Por suerte, la historia ha sido otra. Reinó en el campeonato mundial indoor de marzo pasado, en Belgrado, y ahora aparece entre los hombres a seguir por su marca personal de 17,30 metros, fijada en mayo último.

«Estoy enfocado en una medalla», fue su primera declaración cuando JIT propició el intercambio ante la atenta mirada de su preparador.

«Me siento como en casa, ya estuve aquí en un campeonato mundial juvenil. Una de mis metas es mantener la disciplina que me ha llevado a los últimos resultados», confiesa antes de mostrarse convencido de que esa ha sido la clave para su evolución.

«Antes había perdido la confianza, atravesé momentos de poca disciplina. El talento estaba, pero no tenía conciencia de eso. Encontrarme con Yoelbi me lo devolvió todo, más el respeto para lograr resultados», añade tranquilo sobre un cambio notable hasta fuera de las competencias.

«Comencé con Yoelbi y a los dos meses ya había mejorado mi marca. Con él cambió todo en mi técnica, desde la carrera de impulso hasta la pierna de despegue», detalla sobre un tema que quizás los menos observadores habían pasado por alto.

«Una lesión me llevó a cambiar esa técnica y se quedó. Al principio fue incómodo, tuve momentos en que quería regresar a mi antigua rutina, pero Yoelbi no me dejó. Y hasta he mejorado la entrada a la tabla», confiesa divertido.

Yoelbi, quien junto al británico Jonathan Edwards figura como el triplista con más finales mundiales (6), sigue el diálogo desde el silencio. Asiente ante cada idea de su pupilo y solo interviene para dejar claro que él también piensa en una medalla.

«El resultado sale solo, hay que dejarlo fluir», asegura para aliviar quizás la lógica tensión que sienten, aunque sabe que dispone de un atleta capaz de continuar la tradición de una reconocida escuela.

Cuba incluyó por primera vez un finalista a este nivel en la edición de Tokio 1991, precisamente a Yoelbi. Desde entonces no ha dejado de estar presente en las discusiones de medallas.

Aunque el único cetro hasta el momento va siendo el conquistado por Yoelbi en la capital griega, la cosecha incluye cuatro medallas de plata y otras tres de bronce.

Esas cifras pudieran cambiar cuando Lázaro salga al tanque de saltos junto a Andy Hechavarría, el otro cubano inscrito en este certamen, al cual llega con marca personal de 17,09 metros.

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