La Habana.- BIEN PUDIERA ser relacionista pública. Su verbo y carisma lo sugieren. O presentadora en medios radiales o televisivos.
Sin embargo, no le gusta dar entrevistas con un tercero presente, especialmente cuando habla de béisbol.
La camagüeyana Yanela González ya integró un equipo Cuba al panamericano para menores de 20 años celebrado en República Dominicana este año y quiere ser regular en el grande, en el Mundial Femenino de Béisbol que del 3 al 11 de septiembre venidero acogerá la ciudad de Gijang, en Corea del Sur.
Tiene 18, es la menor de las 20 que defenderán el pabellón patrio en la ciudad asiática y considera que con su potente brazo y tacto al batear puede hacer mucho por su pasión.
«Me dieron la oportunidad, solo tengo que aprovecharla», dice a JIT tras pegar de hit e impulsar una carrera durante uno de los juegos de entrenamientos.
Es muy distinta al defender la tercera base o en la pradera central al atrapar una bola, hacer un tiro, gritar o animar, a cuando –simplemente- conversa.
Y qué decir de sus comparecencias en el home plate. Asume una concentración tal que hace recordar a grandes de la ofensiva.
Pero su historia está por escribirse.
«Estar capitaneada por Dayana (Batista) y con la profe (Margarita) Mayeta de guía siento un gran compromiso que espero cumplir en el terreno», argumenta.
Batista es la única jugadora del equipo que ha estado en todos los mundiales por Cuba y Mayeta, leyenda viviente del voleibol con las Morenas del Caribe, actualmente funge como metodóloga nacional para el béisbol femenino.
«Todas queremos llegar a ser como ellas, ganadoras, nunca se rinden, ni Dayana dentro del terreno, ni Mayeta preparándonos, orientándonos, dándonos su experiencia», abunda.
Como la mayoría de las integrantes de la escuadra a la cita asiática, González ve el futuro inmediato en las aulas.
«Graduarme de Licenciada en Cultura Física es prioridad. Es el modo de estar lista para cuando llegue el momento de asumir como entrenadora que es lo que casi todas queremos hacer una vez que finalicemos la carrera deportiva.
»Incluso estoy pensando hacer otra especialidad al terminar esa, pues es como veo y quiero el futuro», dice la pequeña de 1,61 metros de estatura y 64 kilogramos de peso.
Con total desenfado se despide esta joven, que con un minúsculo tatuaje de la clave de Sol en su muñeca izquierda hace honor a la música que ama.
«Me gusta mucho, me traslada a lugares al igual que los libros, las películas. Soy soñadora, sí, pero quién que le guste la vida no lo es.»
Así dice adiós la nacida en el municipio de Guáimaro, a quien llaman jocosamente “la monita”, tal vez por su belleza primitiva, esculpida en el monte, la que muestran todas las integrantes de una escuadra comprometida con un digno desempeño en tierra asiática.
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