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La Habana
Año 66 de la Revolución
JUEGOS OLÍMPICOS
Una santiaguera de oro

Solo dos indómitas han logrado la proeza de subir a lo más alto del podio olímpico: la voleibolista Mercedes Calderón Martínez y la judoca Sibelis Veranes Morell. 




Por Rosa María Panadero Vega
viernes, 5 de agosto de 2016 01:05 PM



Foto:

Santiago de Cuba.- SANTIAGO de Cuba es la segunda provincia del país que cuenta con mayor cantidad de campeones en citas bajo los cinco aros, lo que denota su condición de potencia deportiva del país, solo superada por los nacidos en La Habana.

Nombres como Alberto Juantorena, Anier García, Héctor Vinent, Emilio Correa, Orestes Kindelán, Antonio Pacheco, Norge Luis Vera y otros engrosan el selecto listado.  

Sin embargo, solo dos indómitas han logrado la proeza de subir a lo más alto del podio olímpico. Son ellas, la voleibolista Mercedes Calderón Martínez y la judoca Sibelis Veranes Morell.

Esta última lo consiguió durante las Olimpiadas celebradas en la ciudad australiana de Sydney en el 2000, donde la escuadra antillana de judo ganó además el primer lugar por equipos (2-2-0), por delante de naciones como China (2-1-1) y Japón (1-1-2).

“Todavía recuerdo cuando me subí, recogí mi medalla y sonaron las notas del Himno de Bayamo. Fue una emoción impresionante”, comentó a JIT la estelar atleta santiaguera.

¿Cómo te acercaste al judo y por qué razones?

Te diré que empecé en el judo por cosas de la niñez, a través de Virginia Aleida –una amiga mía–, que en aquel entonces comenzaba en la Academia Provincial Hiroshima. Poco a poco le fui cogiendo amor a este noble deporte, me fui acostumbrando, y entonces decidí quedarme practicando por el resto de mi vida.

Anteriormente había practicado atletismo y voleibol, pero fue el judo el que me enamoró, inicialmente bajo las orientaciones del entrenador santiaguero Ramón Pascual Bebelegua.

Tu ascenso en Juegos Escolares fue vertiginoso, lo que te hizo un prospecto importante para el judo santiaguero desde las categorías inferiores, ¿cómo manejabas esa presión inicial?

Realmente no tenía ninguna presión, porque disfrutaba lo que hacía. Entré a la EIDE Capitán Orestes Acosta con nueve años, y ese propio año no pude participar en los Juegos Escolares por una fractura del tobillo, a pocos días de la competencia.

No obstante, mi presencia se hizo sentir con fuerza en los Juegos Escolares Nacionales, en los cuales progresé vertiginosamente hasta obtener resultados alentadores en los Juveniles.  

¿Cómo llegas al equipo nacional?

Después de mis incursiones en los juveniles fui promovida a la antigua Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA), donde solo permanecí seis meses, pasando a la preselección nacional de mayores el 2 de junio de 1990.

En esa época estuve en los Juegos Juveniles de la Amistad, participé en un Campeonato Mundial Juvenil, donde no obtuve medallas, eso me hizo darme cuenta que tenía que seguir preparándome si quería ser una atleta de nivel internacional.

Coincidiste generacionalmente con la holguinera Odalys Revé, también de la división de los 70 kg, ¿rivalidad o hermandad en el tatami?

Sí, coincidí con una atleta excepcional a la cual respeto mucho, y que responde al nombre de Odalys Revé, campeona olímpica en Barcelona´92. Aunque en algún momento tuvimos que enfrentarnos para que se decidiera quién era la principal figura de los 70 kg en el país, nunca la vi como una rival, sino como una gran compañera de la cual fui el relevo generacional.

El año 1999 fue de grandes resultados y puede considerarse la antesala de tu coronación olímpica en Sydney. Coméntanos sobre este particular.

Ese año pude participar en el Campeonato del Mundo de 1999, efectuado en Birmingham, Inglaterra; además de los Juegos Universitarios de Palma de Mallorca, España. Fue un año intenso, donde realicé 57 peleas con una sola derrota, y gané los principales torneos internacionales, algo importante si tenemos en cuenta que el próximo año se realizarían los Juegos Olímpicos.

En el 2000, la gloria olímpica tocó a tu puerta, ¿cómo recuerdas ese certamen?

Ya en Sydney combatí cuatro veces, primero con la alemana Ivonne Wansart a quien vencí por ippon. Mi segunda salida fue frente a la estadounidense Sandra Bacher derrotada por yuko. En semifinales combatí con la coreana Min Sun Cho, campeona olímpica de Atlanta´96 y doble campeona mundial –1993 y 1995–, a quien dejé en el camino por koka. La final fue frente a la británica Kate Howey, a quien le gané por wazari.

Fue un momento indescriptible, sobre todo porque con esa medalla dorada, Cuba concluyó en el primer lugar por naciones, por delante de países tradicionales en este deporte como China y Japón.

¿Qué otras medallas recuerdas con orgullo?

Todas tienen un significado especial, pues pienso que tuve una carrera difícil, donde muchas veces las lesiones y otros obstáculos parecía que me derrumbarían.

Sin embargo, además de la presea ganada en Sydney, recuerdo con mucho orgullo mis medallas de oro en el Campeonato Panamericano de Puerto Rico (1996), Copa del Mundo de Francia (1997), Juegos Centroamericanos y del Caribe de Venezuela (1998), Juegos Panamericanos de Canadá (1999) e incluso el tercer lugar en el World Master de Alemania (1998).

¿Qué le debe Sibelis a sus entrenadores? 

Les debo la persona que soy hoy, y particularmente les agradezco la paciencia y amor durante mi formación. Los recuerdo a todos, desde las categorías inferiores hasta los del equipo nacional.

¿Ronaldo Veitía?

“El Gordo”, es una gente especial, que ha sido el padre, el gran entrenador que llevó a nuestro equipo al estrellato internacional. Muy exigente, inteligente y que tuvo la suerte de estar acompañado de un excelente colectivo técnico.

Personalmente siento mucho orgullo de pertenecer a la época dorada del judo femenino cubano y de haber compartido con grandes atletas como Amarilis Savón, Legna Verdecia, Driulis González, Dianelis Luna y Daima Beltrán, que tanta gloria le dieron a este país.

¿Valoraciones del estado actual del judo nacional?

Aunque tenemos figuras como la propia campeona olímpica Idalis Ortiz (+78 kg) y el subcampeón olímpico Asley González (90 kg); no pierdo la esperanza de que Cuba vuelva a ser la potencia de judo que fue antaño.

Soy de la opinión de que los atletas siempre deben tener mentalidad ganadora, disciplina y amor por el entrenamiento, sin descuidar la comunicación entrenador-atleta, que es elemental para el logro de resultados relevantes, sobre todo a nivel mundial.

¿En qué funciones se desempeña Sibelis en estos momentos?

En estos momentos estoy evaluándome en Santiago de Cuba como árbitro. Siempre me ha gustado, empecé hace más de un año, y mis proyecciones son convertirme en una gran árbitro internacional.

He trabajado también con las muchachitas que van a estar en las Olimpiadas de Río 2016, con el profesor Armando Padrón, jefe de ese colectivo.

Además, me esfuerzo en pasar tiempo con mi familia, a la que considero mi mayor tesoro, especialmente a  mi hija Selena, quien quiere seguir los pasos del deporte, pero como voleibolista.

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