APENAS ocho años después de que Latinoamérica se estrenara como sede los juegos regresaron a este continente gracias a la elección de la canadiense Montreal, donde Cuba concursó con récord de participantes (165) y cosechó seis títulos.

El deporte revolucionario había visitado tres veces la zona dorada del podio en la versión precedente por intermedio de su boxeo, que esa vez repitió el aporte, incrementado por el corredor Alberto Juantorena y el judoca Héctor Rodríguez.

Juantorena encantó al mundo con un doblete aún inédito en 400 y 800 metros planos, y Rodríguez ganó los 63 kilos para convertirse en el primer latino capaz de romper la hegemonía asiática pese a competir con una lesión en las costillas.

El pugilismo fue liderado por un Teófilo Stevenson (81 kg) que reeditó la faja de Múnich 1972 y tuvo complementos dorados en Jorge Hernández (48) y Ángel Herrera (57).

Cuba celebró además cuatro medallas de plata y tres de bronce, incluida entre estas últimas la única de su voleibol masculino hasta la fecha.

La cita se inauguró el 17 de julio y apagó el pebetero el primero de agosto luego de varias hazañas y el primer boicot de la historia, por la renuncia de 22 naciones africanas.

La causa fue la presencia de Nueva Zelanda, que había disputado un partido de rugby con Sudáfrica, nación en la que imperaba el injusto sistema del apartheid y estaba excluida del Comité Olímpico Internacional (COI).

Finalmente fueron 6 mil 084 los participantes de solo 92 países, una cifra inferior a la que se esperaba, y se disputaron 198 eventos en 21 deportes.

El atletismo fue de los afectados, pues la ausencia de los africanos le restó nivel, pero el Caribe se convirtió en protagonista: además de los dominios de Juantorena festejó en los 100 metros con el jamaicano Hasely Crawford y en los 200 por intermedio del trinitario Don Quarrie.

La rumana Nadia Comaneci pasó definitivamente a la historia como la dueña del primer 10 en la gimnasia artística, convirtiéndose en “la niña perfecta” de la cita, un epíteto que aún le acompaña.

Vivió allí su debut bajo los cinco aros y asombró por la maestría con que hizo realidad sus triunfos, acaparando siete notas máximas, algo para lo que ni siquiera estaban preparadas las pizarras electrónicas de Omega.

Totalizó tres títulos pero impresionó mucho más que quienes le aventajaron con cuatro: el gimnasta soviético Nikolay Andrianov, la nadadora alemana Kornelia Ender y el tritón estadounidense John Naber.

Los juegos fueron los más costosos hasta entonces. Problemas constructivos ligados a un largo invierno retrasaron las obras y cuentan que el propio día inaugural se veían obreros finalizando labores en el estadio.

Para mayor desaliento los anfitriones no pudieron aplaudir ninguna medalla de oro y solo les quedó un enorme déficit de presupuesto y una infraestructura no funcional.

Parte del financiamiento salió del impuesto a los cigarros en la provincia de Quebec, deuda saldada en el 2006.

Los soviéticos, que se aprestaban a recibir la fiesta siguiente, volvieron a dominar la clasificación con 49 coronas, seguidos por la República Democrática Alemana (40) y Estados Unidos (34).