SE CELEBRA este martes en Cuba el Día del Educador y la familia del deporte aplaude agradecida a hombres y mujeres que enaltecen esa obra desde la base hasta las estructuras nacionales.

Excelente momento para evocar a figuras emblemáticas, presentes o no, de las que todavía hablan orgullosos alumnos que encontraron en ellos el mérito de saber trasladar conocimientos e inculcar valores.

Basta una breve búsqueda para repasar los elogios con que estrellas olímpicas y mundiales resaltan cuánto significaron para ellos entrenadores convertidos en pilares más allá de las canchas, o recorrer cualquier municipio para conocer a seguidores de ese ejemplo.

Lo mismo en una EIDE que en un aula de la Universidad del sector la voluntad de educar sigue imponiéndose sobre cualquier limitación, e igual sucede entre profesores de educación física o especialistas vinculados a los diferentes niveles de la enseñanza deportiva.

«Ese equipo, o el atleta individualmente considerado, que es admirado, tiene que ser, además, un ejemplo como estudiante», sentenció Fidel al inaugurar los I Juegos Escolares Nacionales el 22 de agosto de 1963.

«No se puede concebir un buen atleta que no sea buen estudiante; no se puede concebir un campeón que no sea buen estudiante», sostuvo igualmente el líder de la Revolución, y ambos conceptos mantienen plena vigencia.

Por eso vale un aparte para los docentes que de manera anónima se esfuerzan en cada rincón del archipiélago para que el talento atlético encuentre el insustituible complemento que aportan otras ciencias.

Como también merecen elogios quienes se niegan a cansarse y llevan de sus manos a decenas de muchachos de competencia en competencia, o aquellos que tras cumplir sus obligaciones laborales se entregan a sus alumnos desde el activismo.

Ahora que Don Dinero pretende comprarlo todo y el mundo se sacude escándalo tras escándalo, no podemos menos que reverenciar a los que cumplen bien con ese quehacer, conscientes de que, como diría Martí, «educar es preparar al hombre para la vida».