Toronto.- LOS XVII Juegos Panamericanos ya viven su recta final al compás del gran nivel en medio del cual Canadá ha puesto en apuros al mismísimo Estados Unidos, solo pasado a liderar una semana después de que se repartieran los primeros cetros.

Tal como se previó la amplísima formación de casa ha sacado excelente provecho al valor agregado que implica esa condición, y se apresta a rematar un desempeño histórico que le tiene segunda a fuerza de títulos esperados y otros por encima de los vaticinios.

Por si fuera poco, al empuje de ambas potencias se suma con mayores bríos un Brasil que recibirá los próximos Juegos Olímpicos y es otro gigante económico, al tiempo que Colombia enseña igualmente la progresión de que dio muestras en los últimos años y ocupaba la cuarta plaza al cierre de esta nota.

En ese contexto la delegación cubana mantiene sus aspiraciones de sellar el mejor desempeño posible, sin bajar la guardia ni ceder espacios a lógicas insatisfacciones, porque la prioridad hasta el próximo sábado seguirá siendo dejarlo todo en cada salida a los escenarios para mantenerse en la vanguardia.

No importa que la cosecha dorada canadiense haya desbordado más de un cálculo, se escaparan coronas pronosticadas o hubiera que lamentar reveses cuando el canto de “Ganamos” estaba por salir de las gargantas de todos.

Ni traiciones, asedios o injusticias arbitrales han frenado el ímpetu y la voluntad de vencer, aunque esta no siempre se concretara y las lágrimas asomaran a los rostros como expresión de vergüenza.

Mucho habrá que analizar a fondo para hacerlo mejor en la próxima batalla, pero no hubo ni habrá flaquezas, y la bandera sigue ondeando, defendida por soldados dispuestos a dejar la piel en un combate que aún no terminó.

Quien lo dude sepa que mientras le extraían varias astillas que atravesaron su brazo derecho como consecuencia de una caída sobre el velódromo la ciclista Lisandra Guerra solo hizo un reclamo: “Apúrense, que quiero seguir”.