La Habana (27 abr).- A SOLO horas de que Cuba presente el Informe al Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos en sesión convocada para el martes en Ginebra, su deporte se erige ejemplo de una actividad al alcance de todos.
Aunque los enemigos volverán a empeñarse en desconocer esas y otras realidades, es fácil constatar un panorama diametralmente opuesto al imperante antes de 1959, cuando apenas béisbol y boxeo eran populares y el manto del elitismo cubría desde los clubes a otras pocas disciplinas.
Nadie podrá negar que se masificó la cultura física desde los círculos infantiles hasta la universidad o la existencia de un sistema que permite a cualquier talento ascender desde los más disímiles rincones del archipiélago hasta el estrellato en el alto rendimiento.
Se trata de un derecho al alcance del pueblo, sin dar la espalda a las personas con discapacidad, que gracias a la decisión estatal también encuentran en el deporte un escenario para su plena realización.
Bastaría repasar el quehacer cubano en eventos de primera fuerza como citas olímpicas o paralímpicas para confirmar el protagonismo de hombres y mujeres de diferentes razas, credos y orígenes.
Díganse Teófilo, María Caridad o Yunidis Castillo y quedará demostrado el caudal de posibilidades garantizadas en cualquiera de las provincias, no importa su lejanía de la capital.
También resaltarán el espacio ocupado por las féminas, otro fruto de la política de una Revolución que siempre les supo imprescindibles, y la amplia presencia de glorias erigidas desde familias humildes que en otro contexto no habrían podido encauzar sus aptitudes.
Pero no solo la esfera competitiva deviene expresión de qué significa el deporte en materia de derechos humanos disfrutados. Quien lo dude puede indagar sobre los círculos de abuelos y otras fórmulas de atención al adulto mayor.
La política de desarrollo social que propicia una esperanza de vida al nacer de 77,97 años tiene en la actividad física un componente importante desde la comunidad, donde cada uno de ellos puede contar con asesoría especializada.
Lo mismo sucede con las embarazadas, los estudiantes que reciben educación física en todos los niveles y los reclusos, que además han encontrado posibilidades de superarse en este campo.
En igual sentido se pronunciarían los 1 986 graduados de la Escuela Internacional de Educación Física y Deporte donde hoy estudian becarios de 85 países, y los beneficiados por el quehacer de los más de 60 000 técnicos que han prestado servicios en más de 100 naciones.
Cabría referirse además a lo que sucede a nivel de preparación docente, otras muestras de solidaridad y los enfermos que eliminaron sus padecimientos gracias a la ejercitación asistida por expertos bien dotados de conocimientos.
Y a otras muchas verdades que dignifican lo humano de una labor reconocida por todos, excepto los “ciegos” que no quieren ver.
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