Tokio.- DESDE el inicio del camino imaginas que llegarás a un lugar único. El sendero te lleva por una vegetación abundante, te hace “flotar”, respiras, todo es tranquilidad… Al final lo descubres casi escondido y quizás por eso más imponente: el Nippon Budokan te da la bienvenida.
Es una de las instalaciones de los Juegos de la XXXII Olimpiada, pero más que todo es el santuario de las artes marciales de este país, el sitio construido para albergar precisamente la competición de judo en la cita de Tokio 1964.
Mucha historia esconde esta edificación con forma octagonal, con un diseño en su techo para que haga recordar la ladera del monte Fiji y coronado con una inmensa esfera dorada. Es parte del parque Kitanomaru y en la actualidad contrasta con las modernas edificaciones que le rodean, aunque en su interior ha sido readecuado para volverlo más funcional.
Su exterior es grandioso. Cuarenta y dos metros de altura y más de 21 mil metros cuadrados de espacio construido, tiene capacidad para 11 mil personas sentadas y es una tristeza verlo ahora sin público durante las competiciones del judo.
En el Nippon Budokan se coronaron los primeros campeones olímpicos de ese arte marcial hace 57 años y desde entonces muchas otras historias le tuvieron como anfitrión.
Más allá de los deportes, adquirió fama internacional luego de que en 1966 la banda musical más famosa del mundo, The Beatles, ofreciera aquí cinco conciertos. Después de aquellas noches, casi todos los artistas que visitan esta nación pretenden actuar allí.
Led Zeppelin lo hizo en 1971, también Carpenters (1972), Santana (1973), Queen (1975) y Kiss (1977)... La lista es larga; y entre 1970 y 1989 se convirtió en la sede del Festival Yamaha Music.
Eric Clapton también escogió este ya mítico recinto para grabar su disco en directo Just One Night, y pese a que la ciudad cuenta desde 1988 con el gigantesco Tokyo Dome, el Budokan sigue siendo el “templo” preferido para los artistas.
En el plano deportivo, además de albergar tradicionales eventos de judo, karate y otras artes marciales, fue testigo en 1976 de la pelea entre Muhammad Ali y el luchador local Antonio Inoki, considerada precursora de las ahora artes marciales mixtas.
El Auditorio de las Artes Marciales Japonesas –que es la traducción literal de Nippon Budokan– más que una instalación, es todo un santuario, un lugar grandioso al que se viene a “respirar” también la historia de este país.
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