CON SUS hijos como principales motivaciones para los futuros proyectos llegó recientemente al Velódromo Nacional Reinaldo Paseiro. En su segunda casa durante más de dos décadas accedió a conversar con JIT tan sonriente como Alex y Fabián, próximos a cumplir 11 y cinco años, respectivamente.
Un envidiable historial sitúa a Yumari González Valdivieso como la ciclista cubana más longeva dentro del alto rendimiento; como la única doble medallista en un mismo campeonato mundial y como la máxima ganadora de preseas a ese nivel (5), a lo cual deben sumárseles las tres obtenidas en la categoría juvenil.
Tras sus primeros pedalazos en Cabaiguán, Sancti Spíritus, debutó en los juegos escolares nacionales a inicios de los años 90 del pasado siglo. Siendo una quinceañera entraría al equipo grande de la Isla.
«Siempre me gustaron más los eventos de fondo, pero cuando asistí a los juegos escolares la posibilidad de subir al equipo nacional estaba en la velocidad. Gané, impuse marcas y directo para el Velódromo…», evoca claramente quien dio el sprintfinal de su extensa carrera deportiva en 2019, sin casi aparentar las cuatro décadas de vida.
Yumari inició su presencia en los podios mundiales de la pista en 2007, con el oro del scratch. Al año siguiente sumó una medalla de plata y en 2009 volvió a dominar esa prueba de medio fondo, además de agregar un subtítulo en la carrera por puntos. En 2010 cerró su estela con otro premio plateado en el scratch. Ese récord no ha podido igualarse en Cuba todavía.
Antes había sido la primera antillana capaz de subir al podio en un campeonato del orbe juvenil, gracias al bronce logrado en la velocidad durante la cita de Eslovenia 1996. Un año después, en Sudáfrica, sumó oro en los 500 metros contrarreloj individual y plata en la velocidad, cuando su mayor fortaleza estaba en la rapidez de las piernas.
Con el tiempo devoró kilómetros día tras día para mejorar su resistencia y continuar repletando su cofre de premios en juegos centroamericanos y del Caribe, panamericanos, copas del mundo y campeonatos continentales. A pesar de no escalar el podio olímpico, tuvo la oportunidad de correr la ruta en Beijing 2008 y Londres 2012.
Yumari se convirtió en una “todoterreno” en pos de sus triunfos, pero jamás escatimó esfuerzos y compartió su potencia y entereza en favor del ciclismo cubano, sin importarle quién llevaría la medalla en el pecho. Hay competencias que nunca olvidará.
«Mi primera corona mundial… Yoanka González era la reina de 2004, pero yo, siendo una velocista, me había cambiado a los eventos de resistencia desde 2002. En ese año 2007 logré imponerme en el campeonato panamericano, pero no podía correr el scratch en la lid mundial, pues ella era la titular. Sin embargo, Yoanka estaba buscando la clasificación olímpica para Beijing 2008, me tocó asistir y gané», recuerda.
Algo similar sucedió en 2009…
Yoanka conquistó en Beijing 2008 la medalla de plata en la carrera por puntos. Después pasó un tiempo fuera por situaciones personales. Era muy buena. En su ausencia el entrenador Leonel Álvarez dijo que era mi otra oportunidad y triunfé. Obtuve oro en scratch y perdí la carrera por puntos por solo tres unidades. Quise llegar tan bien a la competencia que bajé hasta los 57 kg de peso. Estaba fuerte, pero a la vez un poco débil.
Alex y Fabián… ¿El trofeo mayor?
Lo mejor que me ha pasado. Siempre quise tener dos hijos y aquí están, saludables y amorosos. Son un poco inquietos (sonríe), pero me han impulsado a ser más fuerte, a no temer ante los retos de la vida. Cuando Alex nació me inspiró a ir por más triunfos. Con solo cinco meses de vida lo dejé en Sancti Spíritus… La recompensa llegó cuando creció y era lindo escucharle decir: ¡Mamá, ganaste!
¿Nuestras ciclistas podrán volver a los planos estelares que ustedes consiguieron?
Llevará tiempo y mucho trabajo. Se puede lograr si se reúnen las condiciones y se hace una labor muy grande. Empecé con una generación de atletas y terminé con otra. Percibo que la actual todavía no tiene objetivos y metas bien definidas, lo cual es muy importante para aspirar al triunfo. Hay talento y calidad, lo que debemos concentrarlo en lo que quieren y se proponen.
¿Qué sugerencia daría?
En este deporte la bicicleta influye mucho, aunque las medallas que obtuvimos nosotras no salieron con lo más avanzado de aquel momento. Hay que retomar gestiones por aquí y por allá… Se resolvían algunas, no eran las de más alta calidad, pero ayudaban sobre todo a la masividad.
Me gustaría contribuir a elevar ese ímpetu y el deseo de trabajar. Eso es muy necesario. Si queremos levantar el ciclismo tenemos que hacerlo sobre dos aspectos inviolables: la unidad y el respeto. Hacer lo que a cada cual corresponda, pero todos de la mano por una misma causa.
¿Está preparada para fungir como entrenadora?
Soy Licenciada en Cultura Física y Deportes. No porque fui atleta durante casi 30 años estaría totalmente lista. Tengo experiencia, conozco la importancia de conversar con las alumnas y predicar con el ejemplo. Sin embargo, debo buscar información, aprender, profundizar, prepararme… Pienso que puedo lograr muchas cosas como entrenadora. Será una tarea difícil, pero se puede cumplir. Ese sería mi propósito.
¿Le gusta enseñar?
Siempre respeté a quienes lo hicieron conmigo. Como atleta fui muy disciplinada, a veces entrenaba más de lo indicado. A ello se deben mis resultados durante tanto tiempo, sin olvidar la parte que corresponde a quienes nos guiaban y preparaban.
Estaré eternamente agradecida a todos, en especial a Jorge Carlos Hernández, el “Jimagua”, recientemente fallecido a causa de la covid-19. Fue el primero y como un padre. Me educó, inspiró y sobre todo me inculcó que en momentos difíciles hay que superarse, y que lo que no se hace en los entrenamientos no se logra en las competencias.
Me apoyó desde los días en que no pensaba alcanzar tantos éxitos. Siento que se acerca el momento de hacer tanto como él con las nuevas generaciones.
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