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ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
EJEMPLO DE ENTREGA
La “mecánica” de Juanito

Exciclista que ha dedicado más de cuatro décadas a un oficio imprescindible para los atletas.


Por: Lisset Isabel Ricardo
(lisset.ricardo@inder.gob.cu)
viernes, 27 de noviembre de 2015 11:34 AM



Foto: Armando Hernandez

La Habana.- ORIUNDO de Guanajay, provincia de Artemisa, Juan Fernández González quizás soñó muchas veces con ser un gran campeón de ciclismo. Cerca de su casa radicaba la comisión provincial de la antigua Habana y cada día observaba al técnico Pepe Valdés entrenando a sus alumnos.

Trascurría la década de los años 60 y ese deporte alcanzó buen auge, especialmente a partir de 1964 cuando nació la Vuelta a Cuba y surgió la legendaria figura de Sergio “Pipián” Martínez. Juanito, como todos le llaman, disfrutaba de los circuitos dominicales del que empezaron a emerger buenos pedalistas.

Ese propio año decidió encaramarse en una de aquellas bicicletas de hierro “Tres Octavo”, llamadas así por el grosor de sus gomas, entusiasmado por la cantidad de corredores que ya pululaban. Luego le asignaron otro ciclo, de los denominados especiales, y participó en un Campeonato Nacional de tercera categoría y otro de segunda, conocedor de que pasar por este último era una exigencia para aspirar a un giro a la isla.

¿Y lo lograste?, preguntó JIT en el comienzo de un diálogo agradable que ratificó al hombre modesto y entregado a su labor.

«Debuté con el equipo Vegueros en 1966, en la tercera edición, y luego repetí con él en 1967 y 1969. Fui llamado al Servicio Militar a la Isla de la Juventud, pero me permitieron correr las de 1971 y 1972, y tuve mi última incursión en 1974, cuando logré el mejor puesto, el 19. Realmente no tuve mucha calidad y ya existían varios con nivel.

¿Ya trabajabas?

Sí, comencé en 1972 como soldador en la fábrica de ómnibus Evelio Prieto, del propio Guanajay, pero entrenaba seis o siete meses al año y luego nos daban una licencia deportiva para terminar la preparación específica con miras a la Vuelta.

¿Qué significó ese evento?

Lo fundamental que existe para el ciclismo en un país, porque motiva, estimula a los jóvenes, pasa por todos los rincones y el pueblo observa el pelotón o las llegadas a las metas. Creo que es lo máximo para desarrollar las modalidades de ruta, si no hay una vuelta la gente no sabe ni ve ese tipo de ciclismo.

¿Cuándo decides ser mecánico?

Desde que era atleta me gustaba atender mi bicicleta, no quería salir del taller, y cuando no pude continuar en el alto rendimiento debido a un accidente aproveché una propuesta del ciclista Pedrito Rodríguez, porque todos los del equipo de La Habana me querían de mecánico para la Vuelta de 1976, la única que se ha efectuado “al revés”, o sea de Pinar del Río a Guantánamo. Al término, el comisionado nacional Reinaldo Paseiro me propuso atender a los juveniles en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA), y en 1990 nos trasladamos al entonces recién construido velódromo, que por lo que él significó lleva su nombre desde su inauguración para los Juegos Panamericanos de 1991. En 1993 se decide que el taller, el cual dirijo hace unos años, diera atención a juveniles y mayores como en la actualidad.

¿Cuáles son tus certámenes más importantes?

A todos les he puesto el mismo empeño, a 19 Vueltas a Cuba, los Juegos Olímpicos de Beijing 2008; los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 y Toronto 2015; los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982, Cartagena de Indias 2006 y Veracruz 2014; cuatro Copas del Mundo, varios Juegos Juveniles de la Amistad, dos campeonatos del mundo y carreras por etapas en Austria, Alemania, Italia, Venezuela, El Salvador, Guatemala, México y Costa Rica, algunas en más de dos ocasiones. Y a Martinica, donde he trabajado seis veces, así como los dos Clásicos Nacionales Camagüey-La Habana (2014) y Guantánamo-La Habana (2015) en función de mecánico neutral.

¿Ser soldador te ayudó a entender mejor las bicicletas?

Las plazas que existían en la Fábrica de Ómnibus eran para esa labor, así que pasé un curso y luego me especialicé, pues en la línea de producción había que soldar con electricidad, octógeno y gas. Eso me ayudó grandemente cuando llegué al ciclismo porque se trabajaba mucho con octógeno, ya que los cuadros antiguos de las bicicletas eran de acero y la soldadura de bronce, y ya la dominaba. Los cuadros actuales son de fibra de carbono, más resistentes y pesan menos.

A propósito, la tecnología avanza por día...

Así es, como sucede en la electrónica o la medicina, todo va a pasos agigantados. Las bicicletas eran de hierro y ahora eso es obsoleto, porque son súper ligeras, ya que no es lo mismo enfrentar una pendiente con una de 12 o 14 kilogramos que con una de 8 o 9. La diferencia es bastante y se puede mover con más comodidad, pero una de pista puede costar cinco o seis mil dólares, y la de ruta entre ocho y diez mil.

¿Y la multiplicación?

Ha aumentado, antes existían “piñas” de cinco piñones, ahora son hasta de 11 atrás y dos platos delante, o sea 22 velocidades para la ruta. En la pista se usa una sola multiplicación con piñón fijo y según el evento y las características del corredor.  

¿Las ruedas y llantas?

Antes, cuando la trasera pesaba más, el corredor rompía la inercia y las tapadas, llamadas lenticulares, alcanzaban una velocidad incomparable con una de llantas de rayos. Ahora son más ligeras pero ayudan igual. Por eso en velódromos techados se utilizan las dos lenticulares, porque de lo contrario pierden varios segundos en cada vuelta si el lugar es herméticamente cerrado.

¿Cómo asumes tu labor?

La razón de ser de un trabajador en un equipo nacional, enfrente la función que sea, es el deportista, y nos debemos a ellos por completo. En los resultados que puedan lograr va implícito, aunque sea un poquito, nuestro aporte, garantizándole que la bicicleta le funcione bien y no le falle nunca, así toma confianza en lo que haces.

¿Cómo es tu relación con ellos?

Debe ser y es la más armónica. En muchos momentos estamos solos en otro país y nos convertimos en una familia, siempre creando confianza para que nos planteen cualquier situación, no solo en lo deportivo, que sientan que pueden contar con nosotros como si fueran ellos nuestros hijos.

¿Tienes algún método personal?

Primero que todo implantar la disciplina en la mecánica, teniendo en cuenta que hay ciclistas más preocupados que otros, incluidos los muy profesionales, que cuidan mucho la bicicleta. Cuando un mecánico se enfrenta a un equipo así, siente más deseos de hacer un mejor trabajo. Pero en la gran mayoría hay que exigir más porque son implementos muy caros y a veces no aprecian eso. Una cadena que no reciba buen mantenimiento no resiste la humedad y el polvo de las carreteras en Cuba.

¿Dicen que Paseiro revisaba personalmente cada bicicleta?

Exacto, dedicaba un día a la semana a chequearlas una a una. Los ciclistas de entonces se caracterizaban por correr con máquinas muy limpias y bien cuidadas, y los mecánicos que trabajaron en la época de Paseiro y coincidieron conmigo en el taller lo decían, y se quejaban del desinterés apreciado en algunos de las generaciones posteriores. Valorábamos que los resultados podían depender de cómo te respondiera el ciclo en un momento determinado y lo cuidábamos como nuestra arma principal.

¿Se debe trabajar más con los jóvenes?

Sí, porque a veces el atleta lucha por tener una buena máquina y cuando la consigue le da lo mismo cómo esté. No son todos, y existen quienes se dedican a ella, pero la mayoría debe poner más interés a ese aspecto. En las asambleas de conducta se les señala el mantenimiento y el cuidado del material deportivo, que es bastante escaso y caro, y los entrenadores están encaminados a que eso se cumpla como en otras épocas.  

Hay atletas ejemplos en el cuidado de su bicicleta, procurando que tenga la multiplicación más correcta, y prácticamente no necesitan que el entrenador le indique. Avisan con tiempo los piñones que va a poner.

Y las muchachas ¿cómo son en este aspecto?

Tienen un problema muy propio de ellas: presumir de sus manos y uñas, pero con cuidado pueden atender la bicicleta. En el extranjero he visto a muchas que se ponen guantes para atender su equipo. Yoanka González, subcampeona olímpica, ha sido ejemplo en esto, preocupada hasta para evitar que se rallen los forros del timón. Marlies Mejías, a pesar de su juventud, es igual de esmerada, como Yumari González, y entre los hombres Onel Santaclara.

¿Cómo debe limpiarse para que dure más?

Primero la cadena y los cambios, con petróleo o desengrasante, nunca solo con agua y detergente porque no despide la grasa con la tierra concentrada, y tampoco gasolina, pues reseca mucho. Después sí se usa agua y detergente, se seca bien y se engrasa todo, entre más líquida mejor, para que penetre sobre todo a la cadena, los cambios y sus rondanas, ya que lo demás está cubierto.

¿Después de cuatro décadas disfrutas igual este trabajo?

Me gusta mucho la pintura de autos y bicicletas, pero disfruto más la mecánica, incluso en vueltas por etapas, donde el trabajo es violento, porque a veces tienes seis u ocho corredores y los atiendes antes, durante y después de cada jornada. Aprendí mucho de quienes siendo atletas eran ya mecánicos, y luego de compañeros de trabajo como Alcides Hernández y Carlos Martínez, ya fallecidos, y un veterano que se mantiene: Nelson Socorro. Igual tomé ejemplos de Elio Martínez y Usmani Barreiro, buenos ciclistas y en este oficio, y pienso que cuando se ha sido corredor valoramos más lo vital de una bicicleta siempre lista.

¿Algún consejo a los jóvenes sobre esta “mecánica”?

Ante todo que les guste, porque es un trabajo al que debes dedicar tiempo y consagración, no es apretar una tuerca sino saber cuándo y cómo hay que hacerlo, y que la bicicleta quede como es. Carlos decía que esta labor es científica aunque pareciera una “bobería”, pues si no dejas un cambio con los pasos que lleva no rendirá como se requiere por muy nuevo que esté. Y lo mismo pasa con los conos o la campana de las ruedas si no los ajustas correctamente. O sea es una faena complicada pero se aprende y se hace con deseos si verdaderamente te gusta.

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