Artemisa.- MUCHOS de los seguidores que madrugaron para ver jugar a Noslen Díaz Amaro y a su compañero de dupla, el villaclareño Jorge Luis Alayo Moliner, en el voleibol de playa de los Juegos Olímpicos de París 2024, fueron a recibir al artemiseño con orgullo y alegría.

Los alrededores del Parque Libertad se inundaron de pueblo, porque Díaz Amaro no consiguió medalla en la cita parisina, pero enamoró a sus parciales con la garra y el coraje derrochados sobre la arena.

En el homenaje hubo palabras de admiración y gratitud, dos poetas improvisaron décimas, en tanto las máximas autoridades de la provincia les entregaron flores y el símbolo de Artemisa al voleibolista y a Yosniel Domínguez Sánchez, el marieleño entrenador del equipo de canotaje.

Sin embargo, lo que marcó la cita fueron los abrazos, felicitaciones y fotos de cuantos acudieron con el joven Noslen: adultos, jóvenes y chiquillos pedían retratarse junto a su ídolo… y él los complacía humildemente, armado de su sonrisa de niño grande.

Incluso, de manera espontánea, quienes lo rodeaban le cantaron felicidades por su cumpleaños, y la algarabía muy pronto contagió a todos.

Díaz Amaro aseguró a la ACN que no esperaba semejante acogida y está muy contento con el regalo de su pueblo.

Visiblemente alegre, afirmó también que le regocija haber coincidido en la fecha de nacimiento, el 13 de agosto, con el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Rememoró la singular experiencia de vencer a las fuertes duplas de Estados Unidos y Brasil, por marcadores imprevistos de 2-0.

Adelantó que el sábado siguiente continúa hacia Rusia, a fin de seguir compitiendo, elevando el nivel y perfeccionando el sistema de juego.

Reveló que la estrategia consiste en seguir participando en el circuito mundial, especialmente en las arenas de Brasil, una oportunidad para escalar posiciones.

Mientras, señaló que disfrutó de su cumpleaños junto al de Fidel, con la familia, en casa, festejar de estos éxitos en los Juegos Olímpicos, como hizo Cuba entera y quizás bailar y tomar algún trago con la gente del barrio que lo esperaba cuando llegó.