EL JUGADOR de los deportes de equipo debe estar preparado para obtener las máximas prestaciones en los tres factores básicos del entrenamiento: excelente físico, buena aptitud técnica y la capacidad de aplicar esas condiciones a una adecuada disposición táctica que le coordine con los demás miembros del colectivo.
Los deportes de equipo sin la táctica colectiva, es decir sin la coordinación del grupo de jugadores en una misma dirección, probablemente verán mermado el rendimiento final. Por ello, el trinomio desarrollo físico, táctico y técnico es esencial.
Esos tres factores del entrenamiento merecen un tratamiento esencial, y encontrar la metodología que ayude a relacionar e interaccionar cada uno de ellos supone el gran reto para el preparador.
En el juego participan un número determinado de atletas, quienes se enfrentan a sus adversarios poniendo en escena todos los recursos a su alcance con el fin de sacar el máximo rendimiento de todas las opciones que se abren en las canchas.
Estos recursos deben ser tomados de las diná- micas que se originan en el entrenamiento, de ahí la importancia de que cada propuesta de trabajo sea la más adecuada para obtener el beneficio deseado.
En discrepancia abierta con algunos autores, desde hace muchísimos años he considerado que el soporte de cualquier deporte, independientemente de sus esfuerzos desde el punto de vista técnicotáctico y sicológico, está en una preparación física que permita mantener un rendimiento estable en cualquier nivel de competencia.
Se habla de la dependencia que se presenta entre jugadores al intentar coordinar una acción táctica. Ahí comienza a determinarse en muchos casos si la misma tendrá éxito o no. Y ello va a depender de los niveles de capacidad física logrados.
Por ejemplo, es necesario realizar pases más rá- pidos para efectuar un ataque. En los deportes con regreso del balón o la pelota, con o sin oposición (voleibol, baloncesto, fútbol, balonmano, tenis de mesa, etc.), si el pase no es lo suficientemente rápido el contrario lo interceptará, pero al mismo tiempo si nuestro atleta no está en la posición adecuada dejará de responder con prontitud y exactitud a esa ejecución propia o del rival. Por tanto, el ataque o la defensa pudiera efectuarse, pero sin las mismas ventajas.
Para evitar eso, el profesor debe conocer las necesidades de la acción en los órdenes técnico, táctico y físico, respecto a lo cual las interrogantes pueden ser:
¿Qué necesito de la preparación física para realizar un procesamiento metodológico que permita efectuar esa acción todas las veces requeridas de forma exitosa? ¿Cuáles son las prestaciones en el campo de la condición física que requerirán aquellos jugadores a los cuales se les designará la tarea a cumplir? ¿Cuáles tienen? ¿Cuáles les faltan? ¿En qué estado están? ¿Es posible lograrlas en el tiempo previsto? ¿Necesitarán más fuerza y coordinación para que la rapidez sea más fluida? ¿O será la combinación, durante los microciclos de preparación para el desarrollo de las capacidades físicas básicas, combinadas o complejas, más la flexibilidad y las capacidades coordinativas, lo que nos proporcionará el estado físico necesario? ¿Cuáles son las condiciones físicas de los oponentes?
Por otro lado: ¿Tendrán nuestros jugadores aquellos factores decisivos del rendimiento necesarios para presentar respuestas adecuadas al fenómeno a resolver? Dígase la edad, los años de entrenamiento y en la función de juego; la talla, el alcance vertical sin y con carrera, la envergadura, la reacción compleja, la rapidez de un segmento del cuerpo; los niveles de atención, de percepción; las capacidades físicas condicionantes y determinantes del rendimiento; la técnica, táctica; la experiencia competitiva y la satisfacción por la actividad a realizar…
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