NO ES un secreto que la salud de la natación cubana no está como quisiera la familia de este deporte, pero quedó animada ahora por los cinco registros nacionales absolutos y otras actuaciones que pueden calificarse de buenas en la recién concluida Copa Andrés Pérez de curso corto.
Se cumplió el pronóstico al respecto, encabezado por las dos marcas de Elisbet Gámez en 100 (55.82 segundos) y 400 metros libre (4:12,88 minutos), esta última considerada la más sobresaliente de la competencia según la Tabla de los Mil Puntos.
A la mejor ondina del momento se unieron los récords de Luis Vega en 400 combinado individual (4:29,15), Lázaro Vergara en 200 mariposa (2:01,62) y Richard Rodríguez en 200 metros de los cuatro estilos (2:04,14), evento en el que el propio Luisito igual nadó por debajo de la anterior (2:04,15).
La figura principal masculina, Armando Barrera, aunque no rompió ninguna cota del país, mejoró la suya personal en 200 espalda con 1:57,12 a pesar de aceptar que «no pude prepararme bien, me enfermé y tuve déficit en el entrenamiento, sin embargo me supe recuperar al final para dejar atrás el 2:00,54 del 2012 en Turquía».
Barrera se propone seguir bajando la de piscina larga (2:00,93), con la que tiene ya marca B de la clasificación olímpica, «pues se sabe que esto no te da una plaza de forma directa, sería optar por la decisión de la FINA, hay que mejorarla lo más que se pueda». Como él, Elisbet posee una en los 200 libre.
La jefa del colectivo técnico, Luisa María Mojarrieta, manifestó su alegría por los resultados «porque todos nadaron bien, aunque son de diferentes niveles, y los del equipo nacional lograron borrar viejos registros, unos con mejores tiempos que otros, pero es importante que los de la nueva generación aparezcan en ese listado», expresó también a JIT.
Se refirió a los vitales resultados en las medias distancias pues los nadadores cubanos no son muy altos y eso va en contra de sus posibilidades en tramos cortos, así como la necesidad de la especialización.
«Es lo que mundialmente se trabaja, contamos con Richard en los 200 combinado individual, que tiene talento pero debe entrenar más fuerte, y Luis avanza en los 400, sin embargo aún es muy joven, y no debemos quemar etapas.»
Lulú, como más se le conoce, comenta que hay varios elementos que dan al traste con una situación más optimista en este deporte, que es de iniciación temprana y ahora hay pocas piscinas, por ende menos alumnos a quienes enseñarles la flexibilidad y otras capacidades necesarias.
«A partir de los 14 años comienzan el alto rendimiento, necesitan masa muscular y eso lleva su tiempo y trabajo, igual carecemos en estos momentos de fuerza técnica para individualizar el entrenamiento y se haga una mejor especialización tanto en áreas especiales como en el equipo nacional, donde existen seis plazas por cubrir», indicó.
«Afecta también cuando arriban a los 17 años y piden carreras que no tienen convenios, de los 16 en el equipo nacional, nueve terminan el 12 grado este curso y aspiran a estudiar medicina, biología, sicología, relaciones internacionales y economía, es bueno por un lado pero los aísla del deporte», señaló.
«Comprendemos sus intereses y el de los padres, pero la natación tiene casi diariamente dos sesiones de prácticas en agua y una en tierra, si no hay un acuerdo con la Universidad el atleta tiene que hacer un gran esfuerzo como ahora Barrera, que estudia Ingeniería Industrial y Vergara, Derecho, realmente entristece esta situación después de años de trabajo», acotó.
No obstante, el colectivo técnico continuará su labor con rigor y entusiasmo, solo habrá descanso una semana, el 4 de enero el equipo inicia el otro macrociclo para competir a finales de marzo en la Copa Marcelo Salado, y entre mayo y junio, quienes se lo ganen, en el circuito europeo Mare Nostrum en busca de marcas que les puedan abrir el camino rumbo a los Juegos Olímpicos de Río 2016.
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