La Habana.- DIGNIDAD e imparcialidad fueron rasgos distintivos del árbitro de béisbol Alfredo Paz.

Respetado detrás del home y fuera del estadio, fue ícono de los “umpires” desde 1954 hasta 1997.

Así lo recuerdan jugadores como el exprofesional Luis Zayas y el exdirector de los equipos Cuba e Industriales Rey Vicente Anglada, entre otros.

“En el béisbol de hoy es difícil ser un buen árbitro. Es una labor que requiere dedicación, valentía y sobre todo entereza y eso lo tenía Alfredo”, dijo Zayas.

“Sentó cátedra impartiendo justicia”, agregó Anglada.

Muchos de los actuales árbitros de la Serie Nacional fueron sus alumnos, pero como todo ampaya vivió sus momentos difíciles en el terreno.

Retirado hace más de una década del deporte activo, Paz  tuvo embrollos de envergadura, como el vivido en un juego entre Industriales y Granjeros, en el municipio de Morón, en Ciego de Ávila.

Cuenta el periodista José Antonio Fulgueiras en su libro Hombres de Negro que en aquel momento el zurdo Rigoberto Betancourt estaba en tarde de gala dando ponches y más ponches. Al “Gallego” Valdés ya le había recetado dos, cuando compareció por tercera vez con hombre en base. Rigoberto fue a lanzar y como el bateador se quitó, él aguantó el movimiento.

Ahí mismo el Gallego empezó a dar brincos y a gritar “¡Eso es box!” para poner al público en contra del árbitro. Alfredo Paz lo botó y… se armó  la bronca. Fueron varios “te vas…, te vas…, te vas…” hasta llegar a 12 los expulsados.

Para salir del estadio los ampayas tenían que pasar en medio del irritado público. El administrador del estadio le pidió a Paz que saliera por el  left field, y este le respondió: “Yo entré por ahí y por ahí salgo, que me linchen, sería el primer ampaya que van a matar en Cuba”.

Así era Alfredo, cuyo cadáver fue cremado este jueves, por voluntad propia.

Llegue a sus familiares y amigos las condolencias de los seguidores del principal pasatiempo cubano y de la dirección del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER).