La Habana.- EL 30 de octubre celebrará su 60 cumpleaños Tania Ortiz Calvo, la campeona olímpica de Barcelona 1992 con las legendarias Morenas del Caribe, equipo de voleibol que sumó después las coronas de Atlanta 1996 y Sídney 2000.
Nació en Vertientes y con apenas 10 años fue captada para la Eide de Camagüey, provincia que representó en los Juegos Escolares Nacionales de 1978. Promovió a la Escueta Superior de Perfeccionamiento Atlético Nacional, en La Habana, donde cumplió sus 15 primaveras.
Dos años después ingresó a la preselección élite, en la que se mantuvo durante casi tres lustros. Lesiones en un brazo y operaciones de rodilla le adelantaron su retiro después del certamen mundial de 1994.
Antes de alejarse definitivamente de las canchas estuvo par de años en Italia, uno como jugadora y otro en funciones de técnica, a la vez que se desentrenaba.
«De regreso, comencé a trabajar como “cuentapropista” en mi propia paladar, La Olímpica. En 2007 me designaron subdirectora del Combinado Deportivo Francisco Cardona, del Consejo Popular de la Víbora, en el municipio 10 de Octubre, donde me mantuve durante 17 años, los últimos 15 como directora, y en marzo pasado acepté dirigir la Escuela Nacional de Voleibol (ENV).
»Los combinados constituyen la base para los niños, donde se detectan los talentos para las Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar (Eide). En el que dirigía, además de voleibol, se atienden luchas, judo, pesas, tiros deportivo y con arco, beisbol, fútbol, ajedrez y balonmano, y durante un tiempo hubo tenis de mesa», relata.
Destaca que aprendió mucho del trabajo a ese nivel y se relacionó con entrenadores de diferentes características y disciplinas, así como con autoridades de distintas escuelas, algunas complicadas, pues en ocasiones no respetan los horarios establecidos para entrenar.
«Fue una bonita experiencia y muy útil para enfrentar la tarea en la escuela nacional. Una preparación de muchos años, válida ahora, porque también aquí hay que manejar la relación docencia-entrenamiento. No se rinde igual en la segunda sesión, después de entrar a la cancha a las siete de la mañana, pasar desde la una hasta casi las cinco de la tarde en la escuela y volver a la preparación. Esto, de lunes a viernes», explica.
Aunque sabe que el voleibol moderno es más de juegos y de complejos, es una convencida de que para aspirar a buenos resultados hay que acumular volumen en el entrenamiento.
«En nuestra época, de muchísimos torneos, viajes y triunfos, precisamente por lo mucho que entrenábamos, el profesor Eugenio George ajustó asistir los jueves todo el día a la Facultad Obrero Campesina 24 de Febrero, del municipio Playa, y en la noche, a la cancha. Exigía 44 horas de trabajo a la semana, de lunes a sábado, pero muchas veces incluía el domingo», recuerda.
«Pudiera pensarse en la variante de estudiar dos días a la semana, incluso en horario nocturno, quien lo hace por esa vía tiene que esperar un año, luego de graduarse, para matricular en alguna carrera universitaria, y todos no están de acuerdo. Tengo la seguridad de que es imprescindible entrenar para que lleguen los resultados que deseamos», afirma.
Pero habla con optimismo sobre sus primeros seis meses en la ENV. «Me gusta esta tarea, disfruto innovar y hacer cosas que ayuden al deporte que amo», sentencia. Y habla del apoyo de la Esfaar Cerro Pelado para dotar de nuevas literas (más largas, por cierto), colchones, almohadas y otros elementos en los dormitorios para varones y hembras de sala y playa, y el de los entrenadores.
«Recuperamos el comedor de los jugadores con resultados, comprometidos con los torneos más importantes y también mejoramos el de los atletas nacionales, con mesas de cristal y sillas más altas, tapizadas, para mayor comodidad» añade.
Visitar el centro permite comprobar cambios, desde el mismo lobby, dotado de vitrinas para copas, trofeos, placas y medallas que recuerdan la historia escrita por esta disciplina a partir de 1959, mientras se sustituyen segmentos de la cristalería y se reparan las ventanas, como parte de una labor que Tania sabe necesita de otras acciones.
«Estamos empeñados en que la alimentación sea balanceada, con las kilocalorías que corresponden, además de que consuman vegetales, postres, refrescos y frutas», expone, y hace un alto para resaltar que se trata de una labor muy apoyada por Regla Torres, Yumilka Ruiz, Libertad González e Idalmis Gato, otras de las legendarias “morenas”.
Proyectan asignar más espacio a compartir buenas prácticas en el ámbito del comportamiento integral, más allá de lo docente y lo deportivo, y que glorias de este deporte apadrinen a los equipos desde una gestión marcada por el intercambio franco y transparente en la que los jóvenes se nutran de sus experiencias y trasladen preocupaciones.
«Previo a que ganáramos la Copa del Mundo en 1989, Eugenio todas las semanas llevaba a una de las campeonas mundiales de 1978 para que nos hablara sobre sus vivencias, y es algo que estamos rescatando, porque a los jóvenes hay que conversarles y escucharlos», sentencia antes de agregar que otra línea identificada como prioridad es acentuar el trabajo conjunto de profesores docentes y deportivos.
Preguntada sobre el equipo femenino, fue rápida como en sus tiempos de estrellato: «Tenemos que dar un vuelco completo a su imagen en todos los sentidos. Las Morenas debatimos sobre cómo lograrlo, y somos optimistas. Ya trabajamos con las más jóvenes, las temporales, seguidas en sus provincias mediante los comisionados y visitas, y vienen a la escuela por 10 meses, según su comportamiento y esfuerzo.
»Pienso que un problema es que se conforman con llegar al centro, como si eso significara su “techo”, pero la meta debe ser elevar el rendimiento deportivo, para que el trabajo suyo y de otras muchas personas aporte al equipo.
»O sea, ser recíprocos con el esfuerzo que hace el organismo pese a dificultades y carencias, y con la entrega de la escuela para lograr la mejor atención posible. No es solo entrenar, hay que luchar por resultados. Nos toca crear condiciones y comodidades, pero eso tiene que generar un fruto en favor del voleibol».
Insiste en que solo el trabajo convierte los sueños en realidad y asevera que su labor actual responde al amor que le une desde niña al voleibol. «Mireya Luis, Yumilka y otras me dicen que lo vamos a conseguir, que caímos, pero lo importante es levantarse. No será en corto tiempo, pero se dan pasos y hay voluntad para lograrlo», sentencia.
Niega que haya ausencia de compromiso entre las muchachas que juegan en ligas foráneas, porque las ha observado entregadas sobre la cancha en pos de integrar selecciones nacionales, estimuladas por lo que significa representar al país.
Está segura de que vencer a las dominicanas devendría expresión del crecimiento al que se aspira. «Cuando así sea podemos decir que estamos en la pelea. No puede ser que le ganemos 3-0 a un equipo superior y al otro día la imagen sea otra. Si sucede tiene que ser en tie-break y con las botas bien puestas, sino esa victoria fue una “chiripa”».
Rememora que «así empezamos con Rusia: después que le ganamos en la Ciudad Deportiva, nunca más se empataron con nosotras. Y lo mismo le pasó a China, con la que ganábamos y perdíamos, hasta que un día dijimos, no nos gana más, y así fue».
Tania, mamá de Regla Flavia Martínez, quien pasó por la selección cubana y ahora juega en la liga francesa, se declara inconforme con lo impulsado hasta ahora en la ENV, pero le estimulan las apreciaciones de entrenadores y directivos, incluido el presidente de la Federación Cubana de Voleibol, Osvaldo Martínez.
«Este deporte ha sido mi vida, como la de todos nosotros. Fíjate si es así que, con 60 años, 30 después de haberme retirado, retorno con ilusión y optimismo. Mi mayor satisfacción sería que se haga realidad el gran sueño de elevar el nivel al que llegó el femenino y que el pueblo, y los que aún nos siguen y alientan, puedan aplaudir a unas nuevas Morenas del Caribe».
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