EN 1973 comenzó a practicar karate do informalmente. Estudiaba en el hoy Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Vladímir Ilich Lenin, en esta capital.
«Lo hacía a través de los escasos folletos disponibles y con un amigo al que un familiar le había enseñado algo. También veíamos una y otra vez las películas que trataban ese deporte...»
Así recuerda Salvador Pérez Quevedo, fundador y presidente de la Asociación Cubana Shotokan Ryu Karate Do, sus inicios en la práctica de este arte marcial.
Años después, en 1977, matriculó en el dojo del prestigioso karateca y judoca Félix de la Cruz Pollez, entrenador de judo de la otrora Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (Espa Nacional).
«El sacrificio fue grande, pues estaba becado en la Lenin y las prácticas eran en la antigua Espa ubicada en Jaimanitas, en el municipio Playa. Desde entonces no he dejado de practicar el karate do», sostiene.
«Con ello honro a mis maestros Felipe de la Cruz, Ramiro Chirino, Raúl Rizo, Manuel Suárez, Manuel Álvarez Peiro, padres fundadores del arte marcial japonés en nuestro país», afirma.
Siendo campeón provincial me llamaron a la selección nacional en el curso 1979-1980, desde la cual obtuve 15 medallas de oro, 12 de plata y seis de bronce en certámenes absolutos de Cuba y otras naciones.
«Mi mayor experiencia competitiva resultó sin duda la Copa del Mundo de Karate Do de Hungría 1984. El rigor y la organización me impresionaron gratamente. En mi vida atlética fui múltiple medallista tanto en kata como en combate (kumité), gané y perdí. Todos los combates fueron parte de mi formación», rememora.
UN CONGRESO DE LAS ARTES MARCIALES EN CUBA
El deceso en 2002 del Gran Maestro Ramiro Juan Chirino Suárez dejó un vacío en la comunidad de este milenario arte marcial, convertido hace bastante en deporte.
Ello prácticamente obligó a acelerar la realización de un congreso de las artes marciales en marzo de 2003, en que Pérez Quevedo fue electo presidente de la Federación Cubana de Artes Marciales.
«Asumí la responsabilidad por mandato de la hermandad, de los practicantes de este deporte y por respeto a quienes considero pioneros: Raúl Rizo y Ramiro Chirino. Ambos fueron maestros y entrenadores de la selección nacional», explica.
«El karate do ha influido en todo lo que he realizado en mi vida, en mi forma de actuar, en todos mis logros», asegura.
Para el reconocido Sensei, al karate do en Cuba le falta organización, unión entre sus estilos y que los planes competitivos sean más abarcadores. También eliminar las barreras existentes entre el karate do de alto rendimiento y los dojos de los diferentes estilos.
Tiene como gran satisfacción, en sus 44 años como entrenador, haber tenido alumnos aventajados en distintas categorías de edades, señala quien reside en Cojímar, al este de la capital.
Pérez Quevedo dirige a nivel nacional 162 dojos y el desarrollo técnico-metodológico y competitivo del estilo, que marcha a la vanguardia en Cuba.
«Soy resultado de una generación que aprovechó las oportunidades que le brindó la sociedad en que creció y se desarrolló. Soy un cubano que abraza el karate do como razón de vida», concluye.
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