Holguín.- AHORA la imagen es de niños jugando, de jóvenes que se les unen o prefieren observar desde cerca, y de adultos que disfrutan por lo que aquí se ha logrado.

Estos últimos son los más conscientes del bien que le ha aportado el Consejo Voluntario Deportivo (CVD) “El Paraíso” a la circunscripción 14 del Consejo Popular Alcides Pino, en las afueras de la capital holguinera.

Todos recuerdan que hace apenas unos años el espacio que ahora comparten el terreno de voleibol, el aro de baloncesto y las porterías de fútbol era un enorme basurero. Los desperdicios y el mal olor se adueñaron de un lugar rodeado de viviendas, muchas de ellas todavía en construcción.

El cambio es notable y no solo en lo estético, también en lo espiritual, en el deseo de los habitantes de hacer algo diferente, algo que les cambie la vida y lo haga desde lo perdurable.

Y aunque casi todos se han sumado a esta labor, siempre alguien tiene que ejercer de líder, de motor impulsor, y eso lo ha logrado el delegado del Poder Popular Orlys Pacheco, un enamorado incondicional del deporte.

«Aquí hay cosas para hacer historia, este cambio lo dimos con nuestros propios recursos. Todo es sencillo, con un poco de cabilla se puede hacer una portería, con algunos tubos poner aros para el baloncesto o la net del voleibol», dice este hombre que ya consiguió anteriormente cambiar mentalidades en Cabonico, Mayarí.

Ese es el sitio de origen de un Pacheco actualmente cuentapropista, pero graduado como Licenciado en Educación Física y totalmente seguro de que es esta la fórmula para un mejor futuro.

«Cuando se le habla a la gente con el corazón en la mano todo el mundo ayuda… En las bodegas nos dan los sacos para las carreras, los carpinteros nos hacen los zancos… Siempre hemos dicho que vamos a disponer de lo que seamos capaces de conseguir y por eso ya tenemos nuestro “combo” armado», puede asegurar viendo una obra con muchas otras variantes para crecer, pero que lo enorgullece.

Dicen los que viven cerca que esta no es solo la imagen de un día. Mesas de dominó o ajedrez, un futbolín rústico y una soga para practicar la tracción son algunos de los pasajes habituales los fines de semana y a tiempo casi completo en el verano.

«Y lo más importante es que hemos trascendido nuestras fronteras… Vamos a excursiones a la playa, a la casa natal de Fidel en Birán y cada tres meses visitamos la sala de oncología del hospital pediátrico y llevamos regalos comprados por nosotros mismos», agrega como parte del diálogo con JIT.

Pacheco ha sido incansable en busca de lo que se ha propuesto: logró motivar a los de mayores recursos para aportar a un fondo común y con eso mejorar problemáticas sociales, como algo de alumbrado en las calles y los propios regalos que se ofrecen a los niños del hospital provincial.

Creó el Festival de la Amistad, una especie de unión entre arte, deporte y tradiciones gastronómicas que celebró hace muy poco su tercera edición; mas su idea “fija” en estos momentos es construir un proyectado ranchón de juegos.

«Lo tendríamos con una mesa de billar, otras de dominó, ajedrez y damas, pero sobre todo se convertiría en un lugar techado para compartir y hacer cualquier otro tipo de actividades», sueña con el futuro.

Por lo pronto, lo hecho ya es motivo suficiente para elogiar e imitar en cualquier otra comunidad, para que se multipliquen niñas como Dayanet, Gabriela, Tatiana o Laritza, convertidas en habituales “concursantes” en el pase de balón, el juego de la pañoleta o las competencias de baile.