Las Tunas.- DE UNA parte el duelo estratégico, de otra el de quienes se entregan sobre el terreno...

Menos complejo, pero peculiarmente intenso, el de los animadores de las congas que parecen no cansarse nunca, al tiempo que muchos cruzan los dedos para que la lluvia no termine por imponerse.

El despliegue que hizo realidad el sueño de no posponer es recompensado y un repleto parque Julio Antonio Mella reverencia la entrega de Las Tunas, empeñada en dejar sin trono a Granma y representar a Cuba en la Serie del Caribe.

Es la fiesta de la gran final beisbolera, apuntalada por los muchos esfuerzos de las autoridades de una provincia donde la pasión nacional reina a plenitud gracias a las noticias aportadas por Civil y sus muchachos.

Pero la rivalidad no resta espacio al juego limpio. Abundan los reconocimientos para Carlos Martí y los suyos, y le ello tributa un componente importante, porque garra y decisión de triunfo nada tienen que ver con renunciar a los valores.

Detalles técnicos al margen, se agradece este ambiente de lucha sana en medio de la cual la selección de casa golpeó primero 6-5 y luego 11-4, para acercarse a un premio dorado sin precedentes.

Excelente comienzo para una porfía trasladada ahora a la histórica y linda Bayamo, igualmente conocida por la tradicional respuesta de un público que sabe aplaudir al oponente.

Habrá tiempo para volver sobre asignaturas pendientes, y los directivos del deporte no están cruzados de brazos, pero ahora toca reconocer la efervescencia generada, más allá de quienes apostaron por la “apocalipsis” cuando Oriente monopolizó el show.

Devenidos escenarios de una gran fiesta, el parque Julio Antonio Mella y sus alrededores son testigos de la fidelidad de los seguidores de los leñadores y las condiciones creadas por las autoridades en pos del espectáculo.