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LONDRES AÚN EN LA MEMORIA
Cristian en busca de un sueño

«Quiero implantar un récord mundial», dice con la pasión que suele caracterizar su entrega en “alma y corazón” a esa espectacular modalidad del deporte rey.


Por: Eyleen Ríos López
(eyleen.rios@inder.gob.cu)
martes, 29 de agosto de 2017 10:04 AM



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La Habana.- AUNQUE esta conversación ocurrió el último día del Campeonato Mundial de atletismo, en la ciudad de Londres, vale “revivirla” ahora, cuando su protagonista toma unos días de vacaciones luego de intensos meses de trabajo.

Se trata del triplista Cristian Nápoles, y lo hace con la satisfacción del cuarto lugar que le dejó su estreno en una competición grande, pero sobre todo seguro de que transita por buen camino en busca de sueños mayores.

«Quiero implantar un récord mundial», dice con la pasión que suele caracterizar su entrega en “alma y corazón” a esa espectacular modalidad del deporte rey.

Con 18 años, rey mundial entre cadetes (Cali 2015) y segundo a ese nivel entre juveniles (Bydgoszcz 2016), Cristian es todo “ritmo”. Le cuesta estar tranquilo y ha convertido la red social Facebook en un aliado para “promocionarse”.

Fotos de varios de sus saltos, un comentario de apoyo para sus amigos o la trasmisión en vivo de algún nuevo paso de baile divierten a este capitalino cuyo padre, Juan Gualberto Nápoles, es también su entrenador.

Sus marcas expresan ascenso: sobrepasó los 15 metros en el 2014 (15,42), fue más allá de los 16 en el 2015 (16,49) y 2016 (16,92) y la actual temporada le vio destrozar la barrera de los 17 (17,27).

En Londres se clasificó tercero para la final (17,06) y una vez en ella se le vio decidido, capaz de calmarse tras fallos iniciales para rubricar unos 17,16 que le situaron cuarto.

De lo que sintió entonces, lo que persigue como atleta y otros “secretos” compartió con JIT en las afueras de la pista de calentamiento en el Estadio Olímpico de la capital británica, escenario de su mayoría de edad como saltador.

¿El mayor impacto del mundial?

Es el paso más importante que he dado hasta ahora. Fue una tremenda experiencia porque resultó mi primera competencia grande.

¿La final?

Cuando tenía dos foul me dije: Voy a poner los pies en la tierra porque aquí un buen resultado define muchas cosas y hay que marcar pautas.

¿Es la ansiedad lo que más daño te hace?

Creo que sí. Es algo que tengo que controlar, porque me “mata”. Cuando logro calmarme las cosas me salen mejor. Considero que la solución está en pensar y concentrarme más en lo que debo hacer...

¿Y qué es lo mejor?

También eso: mi “locura”, la adrenalina que se me multiplica mientras más compito y me siento retado.

Hablemos de tus comienzos…

Empecé cuando cursaba el séptimo grado, pero hasta noveno no me metí de lleno en esto. Saltaba altura y triple, y me destacaba más en el primero. Incluso participé y obtuve medallas en algunos festivales “José Godoy”.

Pero tenía menos posibilidades por mi estatura. Me decían que no iba a llegar lejos y por eso mi papá decidió entrenarme en el triple.

¿Cuándo llegaron las primeras marcas importantes?

Todo fue en décimo grado, con 15,35 metros en el nacional. Al año siguiente venía el mundial de cadetes de Cali (2015) y entraron al equipo Juan Miguel Echevarría y Maikel Massó, lo que se convirtió en una motivación más, porque ellos estaban bien y yo también quería resultados para asistir a ese evento. Le dije a mi papá que tenía que “halar” junto a ellos e ir todos juntos a donde fuera.

Pero hay otras “historias” por ahí...

Sí, es verdad... Otro incentivo fue que ese mismo año llegó al equipo Julio César Carbonell, que era menor que yo, pero todos decían que estaba bien, e incluso hubo quien comentó que me iba a ganar. Recuerdo que le respondí que si perdía iba a hacerlo con mi mejor marca.

Y así fue, porque en la primera confrontación que tuvimos saltó 16,02 y yo 16,01. Desde ese momento fuimos mejorando los dos, pero el mundial lo gané yo con 16,13.

¿Es difícil la dualidad de padre-entrenador?

Mucho, porque soy al que más exige. Y como además soy el más “indisciplinado” (risas) siempre me está regañando, pero tenemos una relación muy bonita.

En realidad somos un equipo unido, y nuestro entrenador siempre ha tratado que nos llevemos bien y que cuando haya algún problema se lo contamos, porque él no es solo mi padre, es como el de todos.

El sueño mayor…

Lo primero es que tengo como ídolo al recordista mundial Jonathan Edwards (18,29) y añoro romper su marca, pero para eso necesito pasar la barrera de los 18 metros, algo en lo que comencé a avanzar este año con la de los 17.

¿Entonces podemos adelantar que vas a saltar más de 18 metros?

Bueno, eso lo dirá el futuro, pero lo que sí puedes asegurar es que ya trabajo para eso.

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