Santa Clara.- PARA el alumnado de la Eide Héctor Ruiz Pérez, de Villa Clara, salir a entrenarse cada día parece un acto cotidiano de menor trascendencia.

Sin embargo, detrás de las facilidades que ofrecen sus áreas deportivas hay un trabajo inmenso enfrentado a disímiles adversidades.

El visitante encuentra un recinto digno de clonar. Cada estudiante tiene un sitio para su práctica sin miramientos de calidad, incluso en medio de la covid-19, de la compleja situación económica del país y del recrudecimiento del Bloqueo Económico, Comercial y Financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos.

No hay tarea difícil para profesores que asumen por igual la pedagogía y el noble empeño de mantener cada terreno en estado óptimo.

La falta de recursos tampoco es impedimento para tener estadios relucientes. Las cartillas y el silbato descansan, y los mismos hombres y mujeres que desafían el sol entre cronómetros y cintas métricas toman los implementos del jardinero y el albañil. Así demuestran sentido de pertenencia y amor al trabajo.

Alexis Moré Wilson, entrenador de beisbol, se enorgullece de contar con un diamante a la altura de lo que merece una provincia de tanta tradición como esta.

«Tenemos la medialuna en estado óptimo para poder entrenar la defensa y evitar las lesiones en los corridos. A la par que enseñamos las herramientas básicas de la pelota garantizamos las condiciones necesarias para la práctica. Eso nos satisface a todos», comenta para JIT.

El comisionado provincial de fútbol, Jesús Florido Parra, supervisa los entrenamientos aquí y muestra con agrado un terreno que bien pudiera acoger partidos del campeonato nacional.

«Contamos con todas las condiciones para practicar el fútbol. Al menos tenemos un balón para cada alumno. Para nosotros es muy importante que todo esté bien en la Eide, pues en los estudiantes de hoy está el futuro del Expreso del Centro, máximo ganador histórico en campeonatos nacionales», asegura.

Por supuesto, no todo está listo en esta Eide. Durante años el tabloncillo multipropósito sufrió constantes filtraciones en época de lluvia. La construcción, realizada a un nivel más bajo que el suelo exterior, absorbió el agua que drenaba naturalmente hasta destruirse la madera.

Pero la realidad ahora es prometedora y entusiasma a los involucrados en la solución. Una obra de reconstrucción no solo se encarga de sustituir por madera nueva de calidad el entablado, sino que se estrenará un sistema de drenaje eficaz.

La piscina también se beneficia de una restauración. A pie de obra puede observarse a los trabajadores entre brazadas y rutinas deportivas que engalanan un recinto de calidad y belleza.

«Contamos con excelentes instalaciones, pero no nos regodeamos en eso. Tal orgullo se convierte en una responsabilidad porque queremos mejorar los estándares de calidad», comenta el subdirector del plantel, Frank Alberto Martínez Plasencia.

«No siempre las cosas salen como queremos, pero no paramos de intentarlo. En este momento, por ejemplo, estamos ocupados en mejorar la cancha de voleibol de playa. Hemos realizado esfuerzos para traer la arena, pero se dificulta el proceso. Sin embargo, no cejaremos hasta lograr óptimas condiciones en esa instalación», comenta.

Para cumplir el propósito de los 647 trabajadores de la escuela no bastan las condiciones para el deporte, ni los excelentes resultados que los ubican entre los tres mejores de los últimos juegos escolares nacionales.

Para Martínez Plasencia no sirve preparar alumnos para el deporte si no se les educa para la vida. «Tenemos 944 estudiantes en 34 deportes, de una matrícula de mil. Ahí tenemos 66 atletas de perspectiva inmediata. El curso anterior promovimos 12 estudiantes a las escuelas nacionales», argumenta.

«La correlación entre los alumnos que llegan o no al máximo nivel del deporte confirma lo difícil que resulta convertirse en un verdadero campeón. Por eso llevamos a la par las especialidades deportivas y el rendimiento académico. Tenemos que preparar a los estudiantes para que sean profesionales de bien en el futuro», explica.

«La docencia es prioritaria no solo para los alumnos, sino también para los profesores y entrenadores. Además nos preocupamos por la vida interna de los estudiantes. Intentamos que su estancia aquí sea lo más placentera posible en medio de las dificultades existentes», reconoce el director del centro, el Ms. C. Grimaldo Pérez Ventura, con más de 20 años de labor aquí.

«En los momentos más críticos de la pandemia de la covid-19 la escuela fue centro de aislamiento y hospital de campaña. Esa fue otra tarea que enfrentamos con toda responsabilidad, con el reto incrementado de no dejar abandonadas las áreas deportivas. Lo logramos con creces», relata satisfecho.

El alumnado tiene acá una casa grande para el desarrollo de sus potencialidades. Melisa Marichal Pérez, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (Feem) en el centro, comenta que el profesorado atiende sus demandas para lograr una mejor estancia.

Entonces, en medio del bullicio reinante, descubrimos a varios estudiantes sordos. Conviven con todos y gozan de las mismas oportunidades, sin descuidarse la atención especial que requieren.

Pero en verdad no se habla de niños sordos, sino de nadadores, judocas y atletas que gracias a la labor de esta escuela, una de las mejores de su tipo en el país, mañana podrían ser grandes campeones.