La Habana.- EN DICIEMBRE, hace 21 años, recibí la Orden al Mérito Deportivo. Este diciembre me han entregado el Sello 60 Aniversario del Inder. Ha sido, tras largos años, como ratificarme que todavía soy merecedor de altos galardones.

Lo del viernes último fue algo especial. Compartí el momento con personalidades que tienen marcada una raya (como las del tigre) en los avatares de mi vida profesional dedicada al deporte.

Junto a Misael Lima fui redactor del único Atlas del Deporte y la Cultura Física en Cuba, una obra que quedará entre los hechos trascendentales de nuestra historia institucional.

Con René Navarro he compartido micrófonos en muchas ocasiones y ha sido narrador oficial de Marabana en múltiples ocasiones. Con Danilo Sirio, desde mi condición de secretario ejecutivo de la comisión de eventos por 17 años, coordiné un número no cuantificado de eventos.

Con Víctor Joaquín Ortega, siendo jefe de redacción de la revista Alma Mater, en el año 1982, publiqué un artículo con recomendaciones sobre caminar y correr en la lucha contra el sedentarismo.

En estos tiempos hemos luchado a brazo roto por ubicar al Andarín Carvajal en el lugar que le corresponde. Como resultado de ello se ha reconocido como el único mambí que compitió en unos juegos olímpicos.

Rafael Guerra, compañero del grupo dos del curso C de la Escuela Superior de Educación Física Manuel Fajardo. Compartimos la primera graduación en la especialidad de tiro deportivo y como entrenadores en los equipos nacional y juvenil de ese deporte.

Cuando al filo del mediodía llegué a mi casa, la ciencia revolucionaria me ofreció la dosis de refuerzo contra la covid-19: Abdala. Reposé con una siesta, la única reacción que he tenido en las cuatro ocasiones.

En la noche, con calma y las emociones aparentemente controladas, busqué el estuche de delicada ebanistería que contiene el Sello, como lo hacían mis ancestros y que todavía guardo algunos con celo. Contemplé el diseño de su anverso. Bello. Y siguiendo la lógica busqué el reverso… Ahí la emoción humedeció mis ojos.

El lema Listos para Vencer me remontó 57 años atrás, cuando como monitor de Educación Física apoyaba a mi profesor en las pruebas LPV. Recordé el Plan Montaña en el Escambray, donde hacíamos festivales deportivos y planes de la calle en los poblados de la sierra.

Orgulloso de tener el logo del Inder con esa inscripción y también uno similar en la Esef. Recordé a José Llanusa, al Gallego Fernández, a Yoyi Bango, a Teodoro Pérez y muchos más que hacen interminable esta privilegiada lista.

Recordé los encuentros de baloncesto de Fidel, el Diario del Che, las zafras, las misiones internacionales bajo el lema ya convertido en principio: Listos para Vencer.

La vida profesional me condujo a la sección de evaluación de planes y programas de la Dirección de Educación y Cultura Física, dirigida en ese entonces por Alberto Puig de la Barca.

Revitalizamos las pruebas de eficiencia física LPV, se iniciaron investigaciones sobre sus normativas, se hicieron muestreos nacionales sobre el nivel de eficiencia de la población como consecuencia de la aplicación de nuevos planes y programas.

Todo ello nos enfiló a la investigación más completa realizada en Cuba sobre la eficiencia física, conducida por uno de nuestros metodólogos, a quien de manera brillante le sirvió como tesis para alcanzar el grado de Doctor en Ciencias. Me refiero a Hermenegildo Pila, reconocido con el Sello 60 Aniversario (post morten) en mi propia jornada.

Los resultados alcanzados en este campo nos llevaron a exigencias superiores. Por indicación del entonces presidente del Inder, Conrado Martínez Corona, y tomando en consideración que ya existían una evaluación de los programas y de la eficiencia física, el organismo podía contar con una valoración integral y objetivos similares a los aplicados en las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Surgió así el Plan LPV como método de evaluación integral del Inder, con dos escalones básicos: Municipio destacado y Municipio LPV. Pero existía una particularidad…

Cada territorio evaluaba primero a sus municipios y proponía cual debía ser visitado para otorgarle o no la condición de Municipio destacado o Municipio LPV. Una comisión integrada por cinco o más inspectores debidamente preparados visitaba luego el lugar por una semana y evaluaba el cumplimiento de cada indicador, encuestando a personas y practicantes.

Aquellos inspectores, a su regreso, debían defender ante la comisión central la calificación que otorgaban, fundamentado en la opinión de los encuestados.

Estos hechos y razones vinculadas al lema Listos para Vencer me hicieron recordar esta historia de vida. Me satisface que la actual dirección del organismo, integrado en muchos casos por compañeros que no vivieron esos procesos, pongan en práctica lo expresado por nuestro Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez: sin conocer la historia no se puede proyectar el futuro.

Por todo esto me emocione, porque LPV fue además un lema de y para Fidel, el hombre que construyó el Movimiento Deportivo Cubano y quien nos enseñó que el deporte es un derecho del pueblo.

Los que recibimos tan alto estímulo hace apenas unos días tenemos tatuado al Inder en nuestro corazón. Doy felicitaciones y gracias a todos.

*Líder del Proyecto Marabana-Maracuba.