La Habana.- AUNQUE cambiará al implemento de adultos y encarará un futuro impredecible, a Juan Carley Vázquez le precederá la fama de su corona mundial entre juveniles cuando se presente en la prueba de lanzamiento de bala de los I Juegos Panamericanos Júnior en Cali.
Vázquez será uno de los 33 cubanos que competirán en el atletismo de la cita multideportiva que se estrenará el 25 de noviembre próximo y aunque reconoce que no parte como favorito, no descarta estar en el podio.
«Sé que hay un americano que lanza más de 21 metros y seguramente estará allí, pero no importa. Voy a buscar hacerlo bien», dice en un aparte con JIT el jovencito habanero de 19 años, y que aún no se ve como un campeón mundial juvenil.
«Iba con la mentalidad de que yo podía. Fue un día raro, llovió y hacía frío. La competencia la pararon por momentos, era como que uno se animaba y se desanimaba», recuerda sobre aquel día en Nairobi en que se convirtió en el primer cubano en reinar a ese nivel en su modalidad.
Disparo de 19,73 metros en el último intento le dio la corona y cumplió el sueño de su madre, otrora discóbola del equipo nacional , quien nunca pudo ganar un cetro universal. Ahora en Cali competirá en otro entorno, el implemento aumentará su peso (7,260 kilos de peso) y con ese solo ha llegado hasta los 17,60 metros.
«Va a ser mi primera competencia oficial con ese peso. He entrenado con él y tirado aquí en Cuba, pero nunca fuera», adelanta el alumno de la subtitular olímpica Misleidys González.
Respecto a los sueños, asegura que son ambiciosos. Aunque es de poco hablar, Juan Carley no se “reprime” cuando el tema es la impulsión de la bala y confiesa que trabajará mucho para ser campeón olímpico.
Con 2,03 metros de estatura y 159 kilos de peso corporal tiene las herramientas naturales para buscar esa meta. «Eso lleva mucho esfuerzo. Tengo que ganar en velocidad y levantar más la bala cuando lanzo porque esos defectos técnicos me “roban” centímetros», afirma.
Así de claro tiene su futuro el que pudiera convertirse en el primer cubano con premios universales entre adultos. Es evidente que haber triunfado entre juveniles no garantiza nada, pero es el impulso para que, con el enfoque necesario, tener definida la ruta que quiere transitar.
«Tengo que seguir mejorando, pero es sin dudas un incentivo el oro juvenil. Era una medalla que quería ganar más por mi mamá que por mí… ella nunca llegó a ser campeona mundial y yo le prometí que lo ganaría por ella», repite con orgullo.
Cali será un primer paso para todo lo que tiene en mente. Luego llegarán retos superiores y de cada uno sacará experiencias como lo hizo en Nairobi. Pero lo más importante es la seguridad de saber que tiene el potencial para lograr lo que se proponga.
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