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Publicación del Instituto Nacional de
Deportes, Educación Física
y Recreación INDER
VIERNES 26
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
60 ANIVERSARIO
El Inder es Revolución

Aspiremos, exijamos y trabajemos en pos de aquellos éxitos que tanto disfrutamos. Pero nunca lo hagamos pisoteando o menospreciando la obra mágica de los trabajadores del deporte y los atletas.


Por Víctor Joaquín Ortega
martes, 23 de febrero de 2021 08:23 AM



Foto: Liborio Noval/ Archivo Granma

La Habana.- LA EMOCIÓN me abraza fuerte al recordar los inicios del movimiento atlético surgido con la Revolución, aprovechando lo válido del pasado, cuando hubo algunos campeones y competencias, pero no estructura, ni metas, ni bondad, ni deporte.

Yo era un joven por debajo de los 20 años, rescatado como persona gracias al proceso, saltado de las aulas de una escuela privada a cuadro profesional de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR). Fui ubicado en la comisión de deportes de La Habana debido a mi físico y la pasión demostrada en las justas.

Eran tiempos de fundación y la cultura física no quedaba fuera. Sin darme cuenta vivía un momento histórico, en tanto el Inder me acogía como hijo desde aquel “carguito” en la AJR.

Conocí, al calor de la labor, a seres humanos admirables que quise y sigo queriendo. Les debo mucho como ciudadano. Sus enseñanzas, no exentas de críticas, me ayudaron a encontrarme. No digo nombres, para evitar omisiones.

DURA REALIDAD

Las mercancías musculosas se embisten sobre el ring. ¡Sangre, sangre…! No paran la pelea. Los negociantes son una enorme sonrisa lo mismo en el Garden que en el Palacio de los Deportes. Asesinados Marroquín, Kid Dinamita, Varona, el Tigre Blanco… Rigores y Paret prefieren el profesionalismo a los pasos de una Cuba nueva. Perderán la vida a golpes en Estados Unidos.

Vaillant se ahorca en Miami: le debía demasiado al fisco y no tenía para pagar… También hay muertos vivientes: ciegos, inválidos, puching drunk causados por el crimen legalizado.

¡Qué clase de fondista el habanero Félix “Andarín” Carvajal! Mambí lanzado al olvido y la miseria, compite en el maratón de los III Juegos Olímpicos de San Luis 1904. No vence debido a las manzanas verdes que engulló a pocos kilómetros de la meta para aplacar el hambre. Llevaba dos días sin comer porque arribó a Estados Unidos sin dinero suficiente, por demás conseguido en las calles de La Habana pidiendo ayuda para sus sueños. ¡Colitis! Arrastrando las piernas llega cuarto a la meta.

Regresa a su casucha bajo un puente, con un huerto mediocre del que saca poco. Galopa anunciando productos, restaurantes, tiendas. Abre sumiso las puertas del Hotel Inglaterra. Sirve de cartero en etapas especiales y realiza agobiantes exhibiciones por migajas. Muere atado a la pobreza por un infarto. En la autopsia comprueban el milagro de que no hubiera fallecido antes. Aquellos entrenamientos sin entrenador, ni ciencia, le habían hipertrofiado demasiado el corazón.

Alejandrina Herrera intenta ser esgrimista y anotar canastas… «Esa piel negra está bien para barrer, lavar o cocinar, pero no debemos manchar el florete ni el tabloncillo». Así dice el funcionario y sigue fumando su tabaco. Casi se traga otro cuando la artemiseña luce dorada como discóbola en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1954, y encabeza la lista de los mejores deportistas del año en su nación.

Rafael Fortún y Ángel García, compatriotas de la lanzadora, conquistan galardones internacionales en las pistas a pesar de penurias materiales y espirituales. Trabajadores del Ministerio de Obras Públicas los reciben a la vuelta de tales glorias, casi siempre, con la cesantía.

¡SE ACABÓ!

«Venimos decididos a impulsar el deporte a toda costa, llevarlo tan lejos como sea posible, pero para ello es necesario la ayuda de todos: de atletas, de dirigentes, de organismos, de comentaristas deportivos», asegura Fidel el 29 de enero de 1959.

Dos años después, el 23 de febrero de 1961, nace el Inder. Recibe el batón de la Dirección General de Deportes, que dirigida por el Capitán Felipe Guerra Matos a partir del triunfo revolucionario desbrozó un tanto el camino.

De fondo, como ejemplo e inspiración, como bloques de arrancada, están Ramón Fonst, José Raúl Capablanca, Kid Chocolate, Martín Dihígo, Adolfo Luque… Lo esencial: se ha roto el muro que separa al pueblo del ámbito deportivo. Entonces, entran los de abajo, los pobres, los discriminados. En la primera línea están negros, mestizos, mujeres, guajiros. ¡Cuánta riqueza!

Se implanta un régimen de participación para todos como base de una pirámide fuerte y exitosa. Surgen instalaciones y una escuela para profesores con el nombre de un doble as, de la libertad y el voleibol, caído ante los alzados proimperialistas: el comandante y médico Manuel “Piti” Fajardo. Esa Esef ascendería hasta universidad…

Emergen otros planteles educacionales (Eide, Epef, Espa) con una concepción correcta: la misión fundamental de la cultura física es esculpir seres humanos corporal, espiritual e ideológicamente mejores. Las medallas y los récords son subproductos, cuya belleza e influencia elevan el orgullo y honor patrios. ¡La masividad es lo primario!

Por encima de conquistas internacionales están también el patriotismo y la heroicidad, presentes con creces desde la Delegación de la Dignidad que en 1966 derrotó a gringos y acólitos en San Juan, Puerto Rico, defendiendo el derecho a competir en los X Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Otro eterno ejemplo: el de los Mártires de Barbados, ultimados el 6 de octubre de 1976 por terroristas al servicio de la CIA. «Cuando un pueblo enérgico y viril llora… ¡La injusticia tiembla!», legaría Fidel.

Apelo a esos hechos, entre muchos, para recordar que las hazañas y el dolor fortifican la inteligencia.

¿POR QUÉ TAL PRIORIDAD?

Vuelvo al 29 de enero de 1959. Fidel visita el Coliseo de la Ciudad Deportiva y se reúne con personalidades y funcionarios. Días antes, en el famoso acto de la paloma posada en su hombro, había declarado que lo más difícil para la Revolución estaba por venir. ¿Cómo entonces dedicaba tiempo al deporte?

Porque este «es fuente de voluntad, constancia, vigor físico y agilidad mental (…) El deporte individualmente suaviza. Consigue que no se extravíe la mentalidad del joven…», explica.

Para enfrentar con energía las dificultades, para edificar la nueva sociedad, urge un ser humano perseverante, firme, robusto física y espiritualmente; con una mentalidad alejada de la enajenación inculcada por el viejo sistema social. Fidel conoce la máxima olímpica de mente sana en cuerpo sano.

Traza misiones: «Es preciso que en lugar de un centenar de atletas haya decenas de miles. Y para ello crearemos las academias (deportivas) que sea preciso crear… Construiremos miles y miles de campos en toda la República… Es necesario inundar todos los rincones de la Isla con implementos deportivos…»

Critica: «El resultado obtenido hasta el presente por Cuba en eventos internacionales es vergonzoso (…) Todo ha estado abandonado, se han realizado las cosas a medias. El deporte ha andado mal… No me luce correcto que los héroes del deporte, nuestros campeones, queden en la miseria. Eso no sería estímulo al deporte… El mejor estímulo que puede crearse para el atleta es asegurarle su retiro y saber premiar a los que llegan a campeones…».

¿Cómo resolver el problema? «Se va a escuchar a todo el mundo (…) Lo importante es no creerse experto en deportes… Podemos trazar líneas generales, pero la forma van a darla ustedes, los especialistas, los técnicos, los que saben…», promete. Reflexiones sabias hasta nuestros días. Democracia sin anarquía o centralización del conocimiento, alejada de visiones aristocráticas, superacadémicas o politizadas.

MÁS ALLÁ DEL HORIZONTE

Cuba dio la clarinada a muchos. Trajo a escena con fuerza el concepto de cultura física, nunca viejo o superado. Le brindó fuerza, rumbos prácticos y una visión científica y democrática más allá de nuestras fronteras… Influyó en pueblos y gobiernos, convocados u obligados a apuntalar lo atlético.

El Comandante en Jefe lo había pronosticado: «Las burguesías gobernantes de muchos de esos países van a tratar de inventar algo para ver cómo mejorar el deporte. Esto quiere decir que las competencias van a ser cada vez más reñidas» (27-10-1975).

También anunció respecto a América Latina: «Algún día los ayudaremos a formar deportistas, y algún día las competencias serán más parejas… Llegará el día en que a nosotros nos pidan también instructores…» (30-4-1974). 

Poco después aclaró: «…más importantes que las medallas de oro son el deporte y la educación física» (1-9-1976). «Hay principios que están por encima de todos los demás, están por encima, incluso, de todas las medallas de oro» (16-9-1987).

Las personas honestas deben apoyar además el siguiente propósito: «Soñamos con el día en que no aparezca un país europeo, muy nórdico, muy blanco y de ojos azules, cuyas competencias las realiza tanto con kenianos, nigerianos, etíopes o ciudadanos de otros países, como con ciudadanos cubanos que se han robado» (29-9-2000).

Cada vez más preclaro, Fidel avizoró nuestros éxitos y los peligros del presente y el futuro. Exigió encontrar vías para seguir adelante sin contar ya con ayudas socialistas y enfrentados al bloqueo criminal de Estados Unidos y los errores propios.

Rescatar la masividad vuelve a ser hoy la tarea primordial. Lacerada ya no por incultura o falta de derechos, sino por complejos procesos de la modernidad como internet, la televisión y otros adelantos. Esas cuestiones se antojan más importantes que la ofuscación ante numeritos y resultados competitivos.

¿Acaso Cuba tenía mayor potencia ajedrecística que otras naciones cuando José Raúl Capablanca se hizo campeón mundial? ¿Había fortaleza en nuestra esgrima cuando en París 1900 Ramón Fonst se convirtió en el primer rey olímpico de América Latina?

Ellos fueron genios capaces de brillar por sobre los obstáculos de su tiempo. Y por fortuna, no sufrieron de hambre y miseria.

No imaginaban, siquiera, que años después su patria batallaría para que el deporte perteneciera a las mayorías. Y que cuando los desposeídos se hicieron dueños del camino, el primero retornó a la vida hecho medallas a todos los niveles; y el otro convertido en grandes maestros, memoriales y simultáneas. Son apenas dos ejemplos, dos metáforas del notable cambio.

Ya sabemos que las apuestas de Fidel, materializadas a través del Inder y otras instituciones, no quedaron en palabras. Crecieron la obra y los triunfos, más allá de lo soñado, de lo lógico. Asombramos al mundo, pero quedamos insatisfechos.

Vimos la gloria en cada profesor, escuela, estadio, medalla, triunfo, política, ley. Desde la educación física escolar a los círculos de abuelos; desde un plan de la calle a una maratón; de los juegos pioneriles a las olimpiadas; de un modelo de entrenamiento a un experimento en el cosmos.

Ha habido errores, ignorancias, autolímites, deudas. Por favor, dé un paso aquel o aquellos inmaculados. Pero el sistema deportivo cubano, y su organismo líder, el Inder, siguen vivos. ¿Lo duda? Revise solo la vigente Constitución, los Lineamientos, los Objetivos de la Conferencia del Partido y el programa de desarrollo económico y social de la nación hasta 2030. Revise el presupuesto nacional, revise.

Sepa que está en marcha el Perfeccionamiento del Inder y la preparación de una nueva e integral política para el sector del deporte. Sepa que el modelo de desarrollo fundado por Fidel y sus fieles seguidores constituye —y debe— pilar del nuevo tiempo, en que masividad, escuelas, clubes, contrataciones y otras exigencias se entremezclan necesariamente.

Aspiremos, exijamos y trabajemos en pos de aquellos éxitos que tanto disfrutamos. Pero nunca lo hagamos pisoteando o menospreciando la obra mágica de los trabajadores del deporte y los atletas. Ellos pusieron a esta Isla, también, en la órbita mundial. Han hecho sonar el Himno de Bayamo en cada confín de este planeta.

Felicitemos al Inder en su 60 aniversario. Deseémosle éxitos en el futuro. Acompañémoslo en las batallas por venir y en la defensa de la verdad. Nosotros somos el Inder, y el Inder es Revolución.

Recuerden siempre

No lo olviden:

ahora que nuestros jits

son tan limpios como la aurora

y los jabs están llenos

de una pasión distante de las cadenas

que destrozaron a Rigores,

a Varona, al Tigre Blanco.

No lo olviden:

saltamos más alto

y con mayor longitud,

la fuerza es superior,

lanzamos bien lejos,

las gacelas nos admiran

y poseemos suficiente aire para resistir,

más allá de las pistas,

de las carreteras, los estadios.

Lezama habló claro

de las raíces de esta resistencia.

Ángel García, Fortún, el Andarín Carvajal

ya no son vencidos por zancadas terribles:

la miseria, la soledad, la traición.

Nuestros muertos son indoblegables:

corren y vibran en otros muchachos

tan ágiles como el ensueño,

no se atan a trofeos y marcas

y son ardientes defensores

de todas las victorias:

la libertad ocupa el lugar cimero

del podio desde 1959.

No lo olviden:

para que Villacián

no tuviera que ser campeón

luego de estibar

y convertir el almacén en gimnasio,

soga al techo, y una tonga de sacos

como potro,

hubo que transformar el ajedrez de la vida.

Para que Capablanca volviera,

jinete implacable sobre caballos,

torres y alfiles;

para que Chocolate,

insigne poeta entre las cuerdas,

nunca falleciera,

se les dio jaque a los muros:

penetraron, enlazados los brazos,

los antiguos discriminados,

mujeres y hombres,

negros, blancos y mestizos,

los antes lacerados por muy pobres.

Los eliminados de la historia

construirían la propia historia

que es la patria erguida, batalladora.

La cultura del músculo

no podía quedar separada de tanto verso

escrito por el pueblo.

¡Pobre de aquel que no quiso recordar,

ni luchar, ni sentir,

vendió su patio y sus rosas

y comenzó a tatuarse la muerte

sobre el pecho!

No lo olviden:

si Cuba se lanza a fondo

con las armas de Fonst;

si obliga a abanicar la brisa

con Luque y Dihigo sobre la lomita;

si el disco de Alejandrina continúa conquistando

metros de campo y de nubes;

si Cuba se alegra cotidianamente

en parques y tabloncillos,

plataformas y piscinas,

se debe a la existencia de ases inmortales:

Mella, Pablo, Rodolfo, Machadito,

Chiqui, Oroz, Quesada, José Ramón,

Marcelo, Córdoba Cardín, Fajardo…

Más seres humanos que atletas,

más combatientes que escritores,

más revolucionarios que médicos y amantes,

entre flores, avenidas y mares,

aun cabalgando sobre camas huracanadas,

actuaron a la altura de los anhelos

y, a pesar de bloqueos y derrumbes,

siguen adelante vibrando en nosotros,

en medio de un planeta náufrago.

Ni el templo olímpico

escapa de los mercaderes,

y tenemos que respirar su aire enrarecido:

vuele el espíritu

para que no le llegue el fango y el polvo

de los caminos.

Prohibido tener el alma de tendero

aunque las manos ordenen, cuenten,

dominen los números,

y las piernas no se separen de lo sólido.

Jesús nos cederá el látigo

en el preciso instante.

No lo olviden:

nuestro deporte danza en la cima

y nunca lo desgarrará la podredumbre.

El amor mantiene el poder en esta Isla.

Víctor Joaquín Ortega

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