La Habana.- KEVIN Miguel tiene apenas cinco años. Habla con las imprecisiones típicas de su edad. Sin embargo, las posiciones base del karate las sabe a la perfección, pese a que apenas practica la disciplina desde hace semanas.

Lia, otra de las pequeñas del grupo, junto a las hermanas Camila, Vanessa y Alexandra andan fascinadas con este arte marcial y sueñan con ser campeonas. Lo mismo ocurre con Derek, Rocío y Gerardo. Todos tienen como denominador común ser alumnos del área especial Dagoberto Amarán Hidalgo.

Se trata de una sala de 10 metros cuadrados aproximadamente, perteneciente al combinado deportivo Ciro Frías del municipio capitalino de Arroyo Naranjo. La experiencia exhibe con orgullo, durante los últimos tres años, la condición de campeona provincial integral.

Aquí se entrenan más de 100 niños y jóvenes con edades desde los cinco hasta más de 18 años. Comparten espacio de manera armónica y sobre todo admiran al artífice de toda esta obra, el activista Dagoberto Amarán Pérez.

«Tengo 38 años, hago karate desde los cuatro. Fui campeón nacional juvenil y escolar, y soy profesor desde el 2001. Amo lo que hago porque disfruto más que nada en la vida ser profesor», así se define este hombre que cada día honra a su padre desde el área que lleva su nombre.

«Me enseñó el karate y el amor por los alumnos», recalca orgulloso sobre el ejemplo que le hizo tomar este camino, pese a no ser la profesión estudiada. 

Verlo recibir a los pequeños del primer turno es un disfrute. Constatar la alegría con que cada uno llega para las clases de lunes, miércoles y viernes confirma los beneficios del deporte.

Dagoberto enseña el estilo Wado kai JFK y está convencido de que nada como esta disciplina para aprender a respetar, para adquirir disciplina y voluntad, características que no solo formarán a los niños como mejores atletas, sino que los dejarán preparados para la vida.

Aunque algunos se acercan por iniciativa propia a la sala, la mayoría conocen del sitio por la labor de captación de Dagoberto. Asiste a las escuelas cercanas, habla del karate e invita a visitarlo alguna tarde.

Las actividades, más allá del entrenamiento, ayudan en su empeño de motivarlos en el día a día. «El deporte suele ser exigente, hay que entrenar mucho y por eso hacemos otras cosas que les divierten. Buscamos topes con otras provincias, celebramos los cumpleaños colectivos y paseamos», añade cuando se habla de las diferentes maneras de lograr un mejor ambiente.

De este sitio han surgido estrellas con resultados internacionales, algunos integrantes del actual equipo nacional como Cirelys Martínez, Zunilda Ventosa y Yenisledys Noblet. Se trata, por casualidad, de tres mujeres. Quizás eso avale el criterio de Dagoberto al elogiar la disposición de las niñas para practicar el karate.

«Me gusta trabajar con ellas, son más fuertes que los varones, crean más habilidades. Son cosas que suceden en la vida: las mujeres son capaces de hacer varias cosas a la vez y adquieren más destrezas», comenta.

El trabajo con niños pequeños es otra de sus pasiones, confiesa disfrutarlo el doble, pese al reto que implica. «Aprenden más rápido que los grandes, pero se entretienen mucho y hay que estar "arriba" de ellos, jugar un poco, motivarlos, y eso es lo que más me gusta», apuntó.

Como principal escollo para su trabajo comentó lo difícil de encontrar las protecciones, esas que evitan golpes graves y no siempre están al acceso de todos. Como solución surgen iniciativas de transformar piezas para esa función, aunque no sean las originales. Se fomenta con ello, sobre todo, la solidaridad, pues muchos pasan el implemento de mano en mano en el momento que se necesita.

Quizás todo lo narrado sea una historia repetida en otros lugares de la Isla. Puede que no sea exclusivo del karate y su área especial en el Ciro Frías, pero lo que allí sucede deviene un gran ejemplo a imitar.