París.- ULICER Aguilera escribió la más loable historia de superación de su carrera este jueves en el Estadio de Francia, en Saint Denis, como si toda su vida no fuese ya un constante ejemplo de avance.
El holguinero ganó la medalla de bronce en el lanzamiento de la jabalina en la categoría F13 de los Juegos Paralímpicos de París 2024, con la épica incluida de afrontar la adversidad.
Hace ocho días se le derrumbó el ánimo por una lesión que hizo recordar los fantasmas del recién concluido Campeonato Mundial de Paratletismo de Kobe 2024, cuando se resintió la espalda y no pudo competir en buena forma.
Ahora, en medio del entrenamiento, se desgarró un músculo de la pierna izquierda y sus posibilidades de concursar en un estado óptimo se hundieron otra vez en la frustración.
La desazón llegó acompañada del pesimismo y la incertidumbre, pero Ulicer jamás se apartó de su determinación de seguir adelante.
«Fue un año muy duro», comenta sobre lo acontecido y reconoce la labor del médico Eduardo León y el fisioterapeuta Jorge Núñez. «Fueron imprescindibles para que pudiera llegar aquí hoy con posibilidades de competir», explicó.
Entonces comenzó la competencia y el vendaje en su pierna hablaba de limitaciones, pero en su mente no había espacio para el derrotismo.
«No me importaban las consecuencias, si tenía que irme en silla de ruedas para La Habana lo haría, pero tenía que competir para ese pueblo que lo estaba esperando y siempre lo agradece», relató sobre su epopeya.
Tomó el dardo en su mano derecha, se paró a medio camino de la pista de impulso, apenas dio cinco pasos y lo soltó a volar por encima del hombro. Dobló el esfuerzo, palió el impulso con el detrimento de la técnica.
Cuando cayó el implemento parecía que había dado todo. No se podía pedir mucho más después de que la pizarra electrónica anunciara la marca de 61,29 metros, que significaba la distancia máxima en su historial.
La satisfacción le envolvió, pero no el conformismo, porque sabía que no sería tan fácil conseguir su propósito debido a la calidad de los rivales.
En efecto, el español Héctor Cabrera respondió en su tercer disparo de 62,04 metros inédito para el cubano, quien lejos de entregar las armas volvió a sorprender soltando un 62,51 nunca antes conseguido por un paratleta del continente americano.
Ya no pudo más el ibérico, quien sostenía una batalla con Ulicer por la tercera plaza, porque el británico Daniel Pembroke destrozó el récord del mundo con 74,49 m y solo el iraní Ali Pirouj (69,74) pudo acercarse a esa marca.
La emoción le impidió cobrar su último intento, cuando Cabrera concluyó por debajo de su mejor registro y nada podía evitar una nueva medalla para la delegación de la Isla.
Salió corriendo hasta el graderío a abrazarse con los suyos entre lágrimas y dejó en el borde del césped una historia deportiva de altos quilates, cuando su rival más enconado le felicitó.
La presea puso telón de fondo a una jornada en que se superó la actuación de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 con la misma cantidad de medallas de oro (4) y una más en el total (6), gracias a que cuenta una plateada como exceso.
Todo a falta de dos fechas en las que seguramente se cosecharán otras que hagan de esta una cita memorable para Cuba.
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