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DOMINGO 28
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
ENTREVISTA
Lenin alcanzó su sueño entre brazada y brazada

No escaló el podio olímpico, pero la natación lo impulsó a convertirse en un destacado médico del deporte.


Por: Lisset Isabel Ricardo
(lisset.ricardo@inder.gob.cu)
jueves, 29 de febrero de 2024 09:22 AM



Foto: Calixto N. Llanes

La Habana.- APENAS con cuatro años de edad sus padres lo llevaron al parque José Marí, del Vedado, el mismo barrio donde residía. Querían que aprendiera a nadar porque era muy delgado y tenía algunos problemas de salud.

Aquellas jornadas fueron suficientes para que Lenin Hernández Teuma se enamorara de la natación. Sin embargo, dos años después lo llevaron al CVD Jesús Menéndez, de Marianao, para las pruebas de captación para la escuela provincial Camilo Cienfuegos, que funcionaba en Guanabo.

Ese día negó que sabía nadar por cumplir con su abuela, que no quería que se becara tan pequeño. No había cumplido los seis años de vida.

¿Cuándo llega al centro de Guanabo?

Ya había pasado un año de aquello. Mi papá tenía un amigo que los hijos estaban en esa escuela y me invitó a conocerla. Fue una encerrona. Llevó escondida la trusa, me dio un recorrido y la escuela me gustó mucho. Sabía los cuatro estilos y ese mismo día me dejaron allí. Lloré muchísimo, pero me fui adaptando y estuve becado hasta los 15 años de edad.

En aquella época había una escuela en la zona oriental, a la que aportaban Santiago de Cuba y Holguín; otra en Santa Clara para las provincias centrales. Y además teníamos algunos nadadores en Camagüey y Pinar del Río, que se clasificaba a los juegos escolares nacionales, ya que no se practicaba natación en las Eide.

¿Qué pasó después?

Transcurrieron los primeros años sin penas ni glorias. Nadaba el estilo libre, pero de forma natural me salía el pecho y me cambiaron. Al año siguiente me clasifiqué a los juegos escolares y competí mejor en la categoría 11-12 años. No alcancé medalla, como en otras ediciones. Llegué a ser campeón y recordista nacional escolar y juvenil. Me clasifiqué para el campeonato centroamericano y del Caribe con sede en México y otros eventos internacionales.

¿Por qué se mantenía en Guanabo?

Como teníamos resultados deportivos los padres insistían en que nos dejaran, aunque podíamos estar en el equipo nacional. Era una escuela muy buena educativamente y en formación en valores. Recibíamos clases de música, guitarra, teatro, educación formal. Exigían disciplina y nos enseñaban hasta a tender la cama y limpiar nuestros zapatos. Era una escuela muy completa porque tenía un gran director, Hugo Moreno, un ejemplo de la pedagogía en Cuba.

Elevó su rendimiento

Tenía talento, pero era mucho más esforzado. No era muy atlético ni rápido, más bien resistente. A los 14 años de edad competí en un campeonato nacional de primera categoría y gané los 200 pecho, o sea le gané a los mayores. Asistí a copas latinas y otras competencias internacionales como primera figura, con 14 y 15 "abriles". En la docencia siempre fui muy bueno, que era una preocupación de mis padres. Ahí nunca fallé.

¿Cuándo pasó a la Espa?

Al cerrar la escuela de Guanabo. A los más pequeños los trasladaron a la Eide Mártires de Barbados y a nosotros para la Espa (hoy Club Habana). Competí en la antigua Checoslovaquia, México, Santo Domingo, Puerto Rico, Jamaica… Me tenían en perspectivas, pero me pisaba los talones Pedro Hernández, uno de los nadadores más talentosos de Cuba en todos los tiempos. Fue de los primeros en incluirse en el nivel mundial y ganó los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982, luego de muchos años sin que Cuba ocupara el podio.

¿Desde cuándo soñó con ser médico?

Desde niño, siempre decidido por la medicina en el deporte. No era tan aplicado, pero los estudios se me daban fáciles, a pesar de tener muchas afectaciones en la escuela por los viajes y los entrenamientos de madrugada. Me gustaba la vida de entrenar, competir... Mis más grandes amigos son de esa etapa. Intenté seguir nadando, pero con el régimen de estudios fue imposible.

¿Cuándo se gradúa?

Tras seis años de estudios fui el más sobresaliente en la actividad del deporte entre los 3 mil que nos graduamos de medicina, también tenía buen índice académico. En aquella graduación XXX Aniversario del Moncada los más destacados recibimos los diplomas de manos del Comandante Fidel.  

¿Cómo llega a la medicina del deporte?

Tenía buen promedio académico y me dieron la posibilidad de elegir lo que quisiera, pero no podía pedirla por vía directa. Elegí atención integral al adulto para llegar a medicina del deporte y cumplir el servicio social en la marina mercante. Con 23 años de edad continué conociendo el mundo, pero navegando.

¿Qué le pareció la experiencia?

Impresionante, me dio mucho conocimiento y fue exigente. En medio del mar haciéndolo todo: médico, enfermero, esterilizante, muy bonito. Mis últimos viajes fueron la despedida del insigne buque Cerro Pelado, que trasladó a la delegación cubana a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Juan 1966. Ya era muy viejo.

Retorna a la natación, pero como médico...

Me gradué en 1991, trabajé en la Eide y dirigí la brigada de control antidoping en el complejo de piscinas cuando los XI Juegos Panamericanos de La Habana 1991. Pase a la escuela Marcelo Salado con los infantiles y juveniles, y luego con el equipo nacional. Compartí la etapa dorada de este deporte, las 17 medallas de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce 1993 y las de plata y bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.  

¿Qué otras disciplinas ha atendido?

Clavados, atletismo, triatlón y hockey sobre césped. En Perú trabajé año y medio con karate, triatlón, lucha, natación y polo acuático; en Namibia atendí lucha y fútbol, hice algo en natación y atletismo y netball. De regreso en 2021, volví al clavados hasta finales del año pasado, cuando me llamaron para atender el equipo masculino de voleibol. Participé por la federación internacional de natación (hoy World Aquatics) en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y en dos congresos mundiales de medicina en los deportes acuáticos.

¿Qué ha representado el deporte para usted?

Me enseñó a esforzarme. Cuando entré a estudiar medicina muchos compañeros que venían de otras escuelas tenían mucho mejores notas. Sin embargo, con el esfuerzo y mi cuerpo entrenado para asimilar cosas me fue bien, mucho mejor que a otros con mejor rendimiento académico. A mis padres les pedí que confiaran en mí. En toda mi carrera nunca saqué un tres, tuve alrededor de 50 calificaciones de cinco, algo fenomenal, y tengo el respeto de mis compañeros y mis profesores porque fui muy buen alumno.

¿Y qué opina del voleibol?

Muy diferente a todos los que he trabajado, pero me siento bastante estimulado de poder hacer cosas que he ido aprendiendo a lo largo de mi carrera. Tengo una serie de recursos propios que quiero aportar. Estoy muy esperanzado porque veo mucho talento en el sector masculino para escalar pronto entre los cinco primeros en el mundo.

Para el próximo ciclo vienen jóvenes con mucho somatotipo y tengo mucha esperanza con el entrenador Jesús Cruz, del enfoque que tiene, de su trato y la pedagogía que imparte. Ha sido una buena elección. Sus alumnos lo respetan.

¿Se siente realizado?

Bastante, soy fan al deporte, a las estadísticas, he seguido mucho el voleibol porque me gusta, lo conozco. Ahora estoy tratando de introducir un tema bastante importante que es la variabilidad de la frecuencia cardiaca, interesante porque trata de la recuperación, de mejorar la parte aeróbica. Aunque no es un deporte de resistencia, hace falta. Quiero demostrarlo. Hay que tratar de introducir más la ciencia y la modernidad. Como pasan tiempo en las ligas, el entrenador a veces no tiene mucho tiempo acá de prepararlos como quisiera.

Su criterio sobre la medicina del deporte...

Soy un defensor del apoyo que puede tener el entrenador en el equipo multidisciplinario, incluyo a médico, sicólogo y fisioterapeuta. 

El jefe es el entrenador, nosotros estamos para ayudar, sugerir y apoyar. Lo ideal es hacerlo en colectivo. Tengo una experiencia muy bonita en la natación en 1996, cuando Cuba conquistó las medallas de plata y bronce. Pienso que en el voleibol podemos hacer muchas cosas. Estoy muy entusiasmado porque mi profesión es mi vida, para mí no es trabajo, es un gran placer.

 

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