La Habana.- CAMBIAR mentalidades y promover novedades desde la ciencia para buscar mejores resultados en el deporte cubano es una de las “obsesiones” de Bárbaro Oliva Concepción, distinguido en el 2017 como el Mejor Joven Investigador, dentro de los Premios de la ciencia del INDER José Yáñez Ordaz.

Presidente de la Federación Cubana de Tenis de Mesa y comisionado nacional, tiene el corazón dividido entre dos amores que se relacionan: la investigación y su deporte, por eso no es capaz de distinguir cuál de sus tareas disfruta más.

«Amo el tenis porque lo practico desde los ocho años, he transitado desde la base y sé el trabajo que pasa un atleta para llegar a la selección nacional, lo que sufre y siente, pero puedo decir también que ante todo soy profesor, me gusta dar clases, me gusta investigar…», confiesa en un aparte con JIT, interesado en conocer un poco más de su historia.

Licenciado en Cultura Física en su natal Camagüey en el 2008, con Diploma de Oro y promedio de 6,79 puntos, Bárbaro ya tenía su camino marcado, por eso no sorprende que en el 2013 fuera Doctor en Ciencias con apenas 27 años, uno de los más jóvenes en conseguirlo hasta ese momento.

Vinculado al Grupo de Investigación adjunto a la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo (UCCFD) desde el 2014, y fascinado por la biomecánica, Oliva Concepción reconoce cuánto puede hacerse desde esa disciplina y tomó su reconocimiento como un paso para ir más allá.

«Compromete a ser mejor, a seguir trabajando más fuerte día a día para que el deporte cubano y el tenis de mesa tengan resultados. Eso es lo más importante», asegura, hablando siempre sin protagonismo pues su labor es parte de un colectivo.

«Si hubiera conocido la biomecánica siendo atleta habría sido mejor, ya que esta se encarga de que uno gaste menos energía en un menor espacio de tiempo. Eso te hace más preparado para adaptarte a las condiciones del mundo de la competitividad», explica.

Por sus estudios han pasado estrellas como el luchador Mijaín López, varios campeones del atletismo y el judo (f), entre otros, y todos han dejado alguna experiencia. Ha sido y es una retroalimentación necesaria para el desarrollo.

«Estamos en un deporte nuevo, en un siglo nuevo, y hay que ser conscientes de que este ha cambiado como uno mismo en la vida, es algo natural. Uno de los principales procesos del ser humano es la bioadaptación y por eso creo que el movimiento deportivo cubano tiene que “bioadaptarse” al mundo contemporáneo», dice desde su experiencia.

Aunque reconoce que todavía es largo el camino por recorrer, él y el grupo con que trabaja buscarán avanzar con pasos seguros.

«Estamos un poco retrasados para lo que necesitamos en cuanto a abrirnos a la ciencia. Sabemos que hacen falta mejores pistas, mejores tacos, balones, etcétera, pero también urgen mentes más frescas para enfrentar los restos que vienen», asevera con conocimiento de causa.

«Se requiere estrechar más el vínculo entre ciencia y práctica, todavía hay personas muy atrincheradas en métodos antiguos. Por supuesto, alguien puede decir que con eso tiene tres campeones olímpicos, pero si aplicarán la ciencia tendrían cinco.

»Y no se trata de cambiar el personal, sino de darle las herramientas para que sean mejores entrenadores, de llegarles y hablar de las investigaciones en su idioma, de manera que sean ellos los que busquen la manera de solucionar los problemas», recalca finalmente.