La Habana.- EL ÚNICO que no dudó que aquel solar yermo iba a convertirse en uno de los lugares más visitados del barrio fue el profesor Luis Pérez Duvergel. Trabajó duro hasta lograr algo útil para los pequeños y adultos del populoso Cayo Hueso, en el municipio Centro Habana. 

Duvergel, exdeportista guantanamero devenido entrenador de boxeo, laboró con el apoyo de algunos apasionados para convertir el sitio baldío en un amplio escenario al aire libre, donde desde hace 15 años funciona un gimnasio biosaludable y otro para el pugilismo, a pocos metros del emblemático parque Trillo.

En una parte más reducida, un rectángulo que no sobrepasa los 25 metros de largo y los siete de ancho, ideó un “paraíso” para los jóvenes que le esperan ansiosos de lunes a viernes, incluso los sábados. Cuando baja el sol, llegan para aprender la técnica de golpear sin ser golpeado y otras habilidades imprescindibles.

«Poco a poco, con mis ahorros, coloqué la cerca y este cuadrilátero al nivel del suelo, con cuerdas de gasas, todo rústico. Sin embargo, puedo transmitir a niños y adolescentes los secretos del boxeo y ayudo a su formación, a que sean disciplinados dentro y fuera del ring. También ayudo a borrar la incorrecta imagen de que el boxeo es para gente conflictiva», comenta a JIT.

Insiste en que ante todo deben ser buenos estudiantes, prepararse para asegurar su futuro como profesionales. Por eso visita las escuelas de sus alumnos y se molesta cuando le dan alguna queja, por llegadas tardes principalmente. 

«Les digo que este deporte no es guapería, es aprender un arte mediante el cual se puede llegar lejos. Y si no lo consiguen, siempre ganarán ser mejores personas y tener actitudes positivas. Lo digo por experiencia propia. Uno trata de alertarlos para que no hagan cosas inapropiadas», argumenta. 

Los niños que matriculan no pueden fallar ni en el gimnasio, ni en el centro escolar ni en la casa. «Aquí se asiste para entrenarse y prepararse, para aprovechar el tiempo y soñar con llegar a ser un buen boxeador o boxeadora. Ya tenemos dos niñas en la lista», anuncia contento antes de presentarnos a Kemelly Canderín Suárez, próxima a cumplir 11 años de edad. 

«Pasé por aquí en septiembre del año pasado y pedí matricular junto a mi hermano Keymell. Después de comenzar nos gustó más», dijo la niña con timidez, la misma que deja fuera del ring para demostrar lo aprendido. 

Coincidimos con la tarde de sparring, muy esperada por los alumnos. Todos quieren hacer equipo para las competencias de abril y quieren exhibir sus habilidades. Luis atiende cada combate, imprimiéndole simpática originalidad, pues él mismo los presenta y narra las peleas, al tiempo que les señala las deficiencias.

«Les sugiero tener su propio estilo, no importa si no es muy bonito. Lo importante es que no se dejen pegar, como nuestro Julio César La Cruz. Siempre les pido que disfruten cada entrenamiento, cada sparring, porque boxear no es caerse a golpes», reflexiona. 

Luis habla con orgullo de quienes han promovido desde su área a la Eide Mártires de Barbados, donde actualmente tiene seis alumnos y otro en el concentrado con vistas a los cercanos juegos pioneriles. Destaca el interés de los padres y el sacrificio para que sus hijos cuenten con cabeceras, guantes, protectores bucales y vendas, así como ropa y zapatos deportivos, todo bien caro.

Adonis Montes, el papá de Joicel, de ocho años de edad, aportó dos lámparas que posibilitan los entrenamientos hasta la noche. Otros apoyan con lo que pueden. «Todos los alumnos reciben la misma atención, no hago distinción. Reconozco que muchos padres no tienen las mismas posibilidades», indica.

Ariadna Quiñones es cuentapropista y cada tarde viaja desde el Vedado para llevar a su hijo Jhean Ibáñez al gimnasio. El padre practicó judo y ella atletismo. Conocen la entrega que exige el deporte si se quiere tener resultados. «Jhean ha practicado lucha y taekwondo, pero quiso incursionar en el boxeo y en el municipio Plaza no existe lugar. Una persona me recomendó a  este profesor, lo calificó de amoroso, sabio y formador. Llegamos aquí hace cinco meses y lo corroboramos», señala. 

«Cuando Jhean quiere flaquear le recuerdo la dedicación con que Luis los entrena. Debemos apoyarlo, más cuando el niño ha cambiado para bien. Tiene una energía que no sabía controlar. Poco a poco ha ido moldeando su carácter. También en la escuela primaria Adalberto Gómez le va muy bien», acota.

Los alumnos se preparan para el torneo de abril, colaboran antiguos alumnos y el exboxeador Walfrido Carbonell, árbitro nacional vecino del gimnasio, quien disfruta transmitir sus experiencias. Luis asegura que si tuvieran mejores condiciones podrían atender a más alumnos, pues eso los embulla.

«Los gimnasios de La Lisa, Guanabacoa y Diez de Octubre han recibido mantenimiento, pero nosotros seguimos esperando a pesar de los resultados en el deporte y la disciplina», enfatiza.

Duvergel trabajó unos meses en Panamá, invitado por un club que supo de su destreza para enseñar. La experiencia fue válida, «pero amo mi gimnasio, mi profesión y mi país. Quisiera mejores condiciones para los alumnos en un deporte que nos ha dado tanta gloria. A pesar de las dificultades seguiré trabajando con amor y responsabilidad por los niños y los jóvenes», concluye.