Santiago de Chile.- DEL POLIDEPORTIVO Uno al Centro de Deportes de Contacto, de ahí al centro principal de prensa… Cientos de metros entre una y otra instalación se convierten en kilómetros a lo largo de cada jornada.
De tanto repetir el camino casi se aprende de memoria, pero hasta al más distraído le resultaría imposible perderse gracias a unas grandes manos amarillas que señalan las rutas de los XIX Juegos Panamericanos.
Las portan los voluntarios, quienes sonrientes –y al parecer sin importarles el aire frío que bate en el Parque Estadio Nacional de Chile– responden cualquier interrogante. Incluso se toman unos minutos para preguntar la nacionalidad del “desorientado” de turno.
Claudio Cortés, joven de 21 años de edad, anda con su mano amarilla gigante señalando hacia dónde tomar según la boleta de entrada. Hockey y judo coinciden en el mismo sentido y amablemente indica las diferentes entradas para agilizar el movimiento.
«Realmente quería trabajar dentro de la instalación del judo porque practico ese deporte, pero no me tocó. La selección fue al azar, pero estoy contento porque he podido aportar algo para que todo salga bien», dijo a JIT con cierta resignación, pues quizá se imaginó bien cerca de quienes hoy estrenaron aquí sus ippones y wazaris.
«Hicimos el proceso de solicitud por internet. Después nos confirmaron por correo la selección. Las funciones ya venían determinadas con el aviso», narra feliz por estar entre los más de 10 mil escogidos para la primera cita multideportiva continental que se celebra en Chile.
Para Laura Montalbán, estudiante universitaria con interés de especializarse en marketing deportivo, haber sido seleccionada representa una gran oportunidad que pretende aprovechar al máximo. Por ello anda atenta a cada detalle de lo que sucede a su alrededor. «Todo me va a servir como experiencia», dice.
«Estuve con el equipo de gimnasia artística de Estados Unidos. Los acompañé mientras compitieron y fue un sueño porque tambien practiqué un tiempo ese deporte. Durante esas horas me parecía estar regresando a esa etapa importante de mi vida», confiesa con mezcla de felicidad y tristeza, pues sabe que los Juegos comienzan a entrar en su recta final.
«Tengo que volver a las clases, no puedo estar hasta el final», explica esta muchacha que vive en Concepción, aunque desde hace año y medio estudia en la Universidad Católica de Chile.
Son apenas ejemplos entre los miles que guardarán para siempre agradecidos la oportunidad de formar parte de esta fiesta deportiva. Van y vienen por esta zona, la más concurrida de la competencia, vestidos con sus inconfundibles uniformes y una sonrisa que contagia.
Explican, ayudan, comparten… Cada uno con su función bien definida. Para ellos no hay preguntas sin respuestas, desde dónde comprar los mejores souvenires hasta cómo derribar mejor con la pelota los objetos en una de las tantas atracciones dispuestas en el área, al compás de la música que se escucha desde el primer día.
La fiesta de Santiago 2023 no para. El frío tampoco cede y a quienes llegamos aquí desde el cálido Caribe no nos queda más remedio que cubrirnos hasta la nariz. Mientras, los voluntarios, con sus grandes manos amarillas, nos miran sorprendidos e insisten en que casi comienza el verano.
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